Desfachatez absoluta
Ben¨ªtez Mendes, Ponce, ParejaToros de Jos¨¦ Ben¨ªtez Cubero, (4? y 6?, sobreros, en sustituci¨®n de sendos inv¨¢lidos): tres primeros sin trap¨ªo, resto mejor presentados, todos inv¨¢lidos; al 2? se le simul¨® la suerte de varas. Sobreros: 4?, bien presentado, fuerte y con genio; 6?, bien presentado, inv¨¢lido y manso.
V¨ªctor Mendes: pinchazo, media estocada tendida y tres descabellos (silencio); estocada trasera perdiendo la muleta y cinco descabellos (silencio).
Enrique Ponce: media delantera (petici¨®n minoritaria y vuelta); pinchazo -aviso con retraso-, otro pinchazo y estocada (ovaci¨®n y salida al tercio).
Pareja Obreg¨®n: pinchazo, otro hondo trasero, rueda de peones y dos descabellos (silencio); dos pinchazos y dos descabellos (silencio).
Plaza de la Maestranza, 21 de abril. Tercera corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Toda la corrida estaba inv¨¢lida, seg¨²n costumbre, y hubo dos toros, cuarto y sexto, que esos debieron salir en silla de ruedas. Como no salieron en silla de ruedas, ca¨ªan de babor, o amorraban la arena o, sencillamente, se pegaban un batacazo de padre y muy se?or m¨ªo; en fin, lo que en otras lenguas llaman santa oblea -dicho sea para que lo entienda todo el mundo- La invalidez de esos toros era evidente y mucha desfachatez hab¨ªa que allegar al reglamento para no devolverlos al corral. Pero por esos palcos desfachatez es lo que sobra,. y el presidente se quedaba de un aire, silbando El sitio de Zaragoza.
El p¨²blico de la Maestranza no es nada chill¨®n- -y hace bien-, tiene anchas espaldas y larga paciencia. Sin embargo, cuando la desfachatez llega a t¨¦rminos absolutos, seg¨²n sucedi¨® ayer, ni el mismo santo Job ser¨ªa capaz de aguantar tanta tomadura de pelo. Y, naturalmente, acab¨® encresp¨¢ndose, con tal vehemencia que el presidente debi¨® ver complicado el panorama y ya hab¨ªan banderilleado al cuarto toro cuando decidi¨® devolverlo al corral..
El sexto a¨²n se derrumbaba m¨¢s que el otro. Si la autopsia llegara a determinar que padec¨ªa una aguda intoxicaci¨®n et¨ªlica (de an¨ªs, por ejemplo), a nadie extra?ar¨ªa. Sali¨® de los chiqueros pegando tumbos y s¨®lo le faltaba cantar "la entrada de Juan", de Los Gavilanes. No obstante, al presidente debi¨® importarle un r¨¢bano y determin¨¦ no devolverlo al corral, as¨ª se hundiera el mundo. Ahora bien, una cosa son las intenciones y otra bien distinta la realidad de la vida. Y la realidad de la vida fue que el pobre torejo qued¨® tumbado a los pies del caballo en el ¨²nico encuentro con esa mala bestia; despu¨¦s ni se le pod¨ªa banderillear, a no ser que lo banderillearan en posici¨®n dec¨²bito, y ante el asombro del presidente, estuvo a punto de llegar, en efecto, el fin del mundo. Es decir, que el p¨²blico se puso a protestar a grito pelado, cubri¨® el albero de almohadillas, y el presidente, en evitaci¨®n de males mayores, sac¨® el pa?uelo verde. En su lugar sali¨® otro inv¨¢lido...
As¨ª habr¨ªamos podido seguir hasta la madrugada, pero este toro el presidente ya no lo devolvi¨®. Ten¨ªa recursos para no hacerlo. En casos de toros inv¨¢lidos el truco consiste en que el presidente se hace el sueco, llega el ¨²ltimo tercio, el torero pega pases, siempre hay alguien que pica y dice ol¨¦, y al final hasta puede haber oreja.
Hab¨ªa sucedido en el segundo toro, que era una mona. Enrique Ponce le instrument¨® una hermos¨ªsima teor¨ªa de ayudados, pases de la firma y cambios de mano, que le valieron ol¨¦s y m¨²sica a toda marcha. Sigui¨® bien por la derecha, sin acoplarse con la izquierda, y le pidieron la oreja. Se repiti¨® el fen¨®meno en el quinto, con la diferencia de que a este no le lig¨® los pases, quiso dar naturales cuando el toro ya no ten¨ªa embestida y de nuevo brillaron sus ayudados. De forma que los toros estar¨ªan inv¨¢lidos pero, en el caso de Ponce, como si hubiera toreado tigres de Bengala. V¨ªctor Mendes cumpli¨® y Pareja Obreg¨®n estuvo desva¨ªdo. Y la plaza no se llen¨® ni tres cuartos. Y si esto sigue as¨ª dentro de poco s¨®lo ir¨¢n a los toros el se?or Corcuera -ayer presente en el esc¨¢ndalo- y la se?ora Rita, la Cantaora.
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