"Soy un hombre solo y d¨¦bil"
"Soy un hombre solo. No soy fuerte pol¨ªticamente, ni siquiera desde el punto de vista institucional". Con esta consideraci¨®n, y tras constatar que "para formar un Gobierno fuerte, hace falta un presidente fuerte de la Rep¨²blica", Francesco Cossiga anunci¨® a los italianos que dimitir¨¢ el pr¨®ximo martes. Marc¨® as¨ª el hito de ser el primero de los tres presidentes dimisionarios habidos en Italia que da la noticia por televisi¨®n y en directo, haci¨¦ndolo adem¨¢s en la fecha del 25 de abril, aniversario de la Liberaci¨®n.Su discurso tuvo intriga, porque la dimisi¨®n no fue clara hasta el minuto 30 de los 44 que dur¨®. Con estilo directo y moderadamente emocionado, llam¨® a la sensibilidad de los ciudadanos "de este gran pa¨ªs que es Italia", a los votantes que el pasado 5 de abril "expresaron un deseo manifiesto de cambio institucional y pol¨ªtico". "Un Gobierno fuerte, democr¨¢ticamente fuerte", repiti¨® en dos ocasiones, es para Cossiga la condici¨®n de ese cambio y de que su pa¨ªs pueda superar la prueba de la unidad europea.
Agradecimientos y disculpas llenaron los ¨²ltimos minutos de la despedida de este hombre que, recientemente, hab¨ªa llamado "analfabeto" al ministro de Econom¨ªa Cirino Pomicino, "mafioso e hijo de mafiosos" a su ex compa?ero democristiano Antonio Gava o "Zombi con bigotes" al ex comunista Achille Occhetto, sujeto de sus m¨¢s agrias pol¨¦micas.
El Parlamento que lo aclam¨® casi un¨¢nimemente en junio de 1985 como sucesor de Sandro Pertini, ve¨ªa en Cossiga, sardo de 63 a?os y antiguo constitucionalista, a un fiable bur¨®crata democristiano, a pesar de que en su larga carrera pol¨ªtica hab¨ªa sido subsecretario de Defensa, asesor sobre servicios secretos de Am¨ªntore Fanfani y Aldo Moro, ministro del Interior dimisionario tras el asesinato de este ¨²ltimo, presidente de dos Gobiernos tras el compromiso hist¨®rico y presidente del Senado.
Fin de la guerra fr¨ªa
Pero hacia 1989, cuando algunos misterios de la historia italiana que ¨¦l hab¨ªa vivido de cerca se empiezan a desembrollar coincidiendo con el fin de la guerra fr¨ªa, Cossiga rompi¨® todos los moldes. Se ha declarado el primer gladiador, armado de metralleta y bomba en 1948 para prevenir un hipot¨¦tico golpe comunista, aunque no el primer responsable de un proceso pol¨ªtico que, en cualquier caso, no le averg¨¹enza. Tampoco ha renegado de de los amigos, ni siquiera de los que aparecieron en las listas de la logia mas¨®nica P 2.
Con su ¨²ltima bandera, la del borr¨®n y cuenta nueva, ha saltado como el palad¨ªn de la reforma del sistema pol¨ªtico italiano. Y lo ha hecho con una visi¨®n y estilo tan personales que ha terminado enfrentado a partidos e instituciones. Pero tambi¨¦n ha logrado una popularidad tard¨ªa. "No estoy loco, sino que, como los personajes de Shakespeare, me hago el loco para remover esta ci¨¦naga", dijo en una entrevista.
Reconoci¨® que su despedida anticipada tiene bastante de "tratamiento de choque" para Italia, que no debe extra?ar viniendo de alguien, como ¨¦l, "reconocidamente aficionado a las medicinas". Casi todas las fuer zas pol¨ªticas alabaron enseguida su decisi¨®n, con la excepci¨®n de la Democracia Cristiana, que tardaba en pronunciarse, y del ex radical Marco Panella.
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