El arte de la pintura 'ps¨ªquica'
El asombro internacional que produjo la obra de Bacon en la posguerra se debi¨® fundamentalmente al contraste que se produc¨ªa entre la vanguardia abstracta entonces dominante y la violenta figuraci¨®n expresionista de aqu¨¦l, que tampoco ten¨ªa nada que ver con los realismos cr¨ªticos, del tipo de F. Gruber, H¨¦lion o Gutuso, ni con el arte bruto de Dubuffet, ni con el expresionismo alucinado y surrealizante de los Cobra, por citar algunas de las vertientes figurativas m¨¢s notables entonces. La concepci¨®n y las formas practicas por Bacon produc¨ªan asombro por su extra?eza, pero no dejando de percibir todo el mundo en esa extra?a -por original expresi¨®n art¨ªstica una desesperaci¨®n f¨ªsica y metaf¨ªsica -existencialista, se dec¨ªa- formidables, algo as¨ª como una mezcla de la angustia anonadante del primer Beckett con el esp¨ªritu cruento e implacable del ¨²ltimo Artaud, por establecer paralelismos literarios contempor¨¢neos.Bacon pose¨ªa, no obstante, ra¨ªces remotas y pr¨®ximas, locales e internacionales. Entre lasprimeras, que nos llevan al paisaje del arte del pasado, algunas son m¨¢s evidentes que otras, como su declarado amor por algunos de los primitivos italianos (Cimabue, de cuya c¨¦lebre Crucifixi¨®n en posici¨®n invertida, imagen que le ha servido como fuente recurrente de varios de sus principales cuadros, afirm¨® que se le asemejaba a "un gusano reptando cruz abajo"); por Rembrandt -obsesi¨®n constante en el arte brit¨¢nico-; por Vel¨¢zquez, cuyo retrato de Inocencio X ha dado origen a una de sus m¨¢s afamadas series, y del que dijo, compar¨¢ndole con el anterior, que "es algo m¨¢s controlado, y, por supuesto, a mi juicio, m¨¢s milagroso. Porque uno quiere hacer eso de caminar justo al borde del precipicio, y en Vel¨¢zquez es algo realmente asombroso el que haya sido capaz de mantenerse tan cerca de lo que llamamos ilustraci¨®n y revelar tan profundamente, al mismo tiempo, las cosas m¨¢s grandes y m¨¢s profundas que pueda sentir el hombre. Eso es lo que le convierte en un pintor tan sobrecogedoramente misterioso"; por Van Gogli, al que tambi¨¦n dedic¨® toda una serie; por Munch, y, en fin, por Picasso...
Entre las menos evidentes, pero no menos determinantes, cabr¨ªa se?alar la l¨ªnea, antit¨¦tica o, si se quiere, mejor, complementaria con la anterior, que va de Poussin a Ingres y Degas, lo que explica su disciplina clasicista de rom¨¢ntico cuya inteligencia le impide simplemente gritar, y, no menos, su prodigioso talento sint¨¦tico. En el aislado arte brit¨¢nico contempor¨¢neo no fue Bacon tampoco indiferente a los precedentes alucinados de un S. Spencer y, sobre todo, de un Graham Sutherland por no hablar ya de los compa?eros generacionales o ligeramente posteriores, como el H. Moore de los dibujos de guerra, Lucien Freud o Frank Auerbach, aunque a estos dos ¨²ltimos realmente fue ¨¦l el que les influy¨®. Por lo dem¨¢s, al margen de la importancia de la fotograf¨ªa, y sin ¨¢nimo de hacer un inventario, creo que existe un paralelismo fundamental entre Bacon y el Giacometti de las pinturas y dibujos de posguerra, pues en ambos se, produce lo que se ha dado en llamar una concepci¨®n ps¨ªquica del espacio, asunto desde luego capital para entender la obra de Bacon.
Adorado e imitado por doquier hasta el triunfo internacional del pop americano y sus secuelas fr¨ªas, Bacon qued¨® embalsamado como una gloria y f¨¢cticamente olvidado desde aproximadamente la segunda mitad de los sesenta hasta la d¨¦cada de los ochenta, donde nuevamente se volvi¨® con pasi¨®n sobre su obra. Recuerdo, a este respecto, su muestra en la Tate Gallery de Londres durante 1985, la del MOMA neoyorquino poco despu¨¦s, las exposiciones d¨¦ Par¨ªs y los escritos de Leiris y Deleuze... Estos ¨²ltimos a?os fueron, pues, de merecid¨ªsima apoteosis, que, sin embargo, no parec¨ªan afectarle.
Sol¨ªa viajar bastante y con despreocupado anonimato, y, a este respecto, recuerdo haberle visto personalmente la ¨²ltima vez contemplando en el Petit Palais a los grandes maestros espa?oles del pasado con motivo de las exposiciones celebradas en Par¨ªs el a?o 1987 y quedarse especialmente arrobado ante los cuadros de Claudio Coello y Carre?o Miranda.
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