La excepci¨®n y lo excepcional de Solana como pintor
Con esta exposici¨®n de casi cuarenta lienzos del pintor madrile?o, oriundo de la Monta?a, Jos¨¦ Guti¨¦rrez Solana, la Fundaci¨®n Cultural Mapfre Vida culmina por el momento una serie de acciones ejemplares en pro de este notabil¨ªsimo artista y escritor espa?ol, sin duda uno de los mejores y m¨¢s singulares entre los que han surgido en nuestro pa¨ªs durante el siglo XX. Me parece obligado comenzar con el reconocimiento de la labor llevada a cabo por la Fundaci¨®n Mapfre, porque no se ha limitado a llamar la atenci¨®n sobre su importancia a trav¨¦s de varias exposiciones, sino porque tambi¨¦n esta acci¨®n de divulgaci¨®n ha venido precedida por una pol¨ªtica de adquisiciones que ha enriquecido considerablemente nuestro patrimonio.Por otra parte, esta insistencia en destacar reiteradamente la dimensi¨®n costumbrista de este artista, cuya visi¨®n descarnada y truculenta de la tradicional vida popular espa?ola sirvi¨® adem¨¢s para acentuar su dimensi¨®n legendaria, ha terminado por condenarle a habitar en ese limbo cr¨ªtico, tan frecuentado por otros creadores espa?oles contempor¨¢neos, de "los cap¨ªtulos aparte". Fue el historiador del arte brit¨¢nico, K. Clark, el que invent¨® la f¨®rmula de la cultura espa?ola como "cap¨ªtulo aparte" en relaci¨®n con el humanismo burgu¨¦s practicado por la mayor¨ªa de los pa¨ªses de Europa occidental durante la ¨¦poca moderna, pero, independientemente de las razones u obviedades que justifican la citada calificaci¨®n de nuestra situaci¨®n hist¨®rica, lo que no cabe seguir haciendo, desde la propia perspectiva espa?ola, es correr un tupido velo acr¨ªtico sobre lo excepcional de nuestra identidad art¨ªstica, ni consiguientemente sobre todas y cada una de las excepciones que son nuestros artistas no asimilables espont¨¢neamente a los modernos for¨¢neos.
Jos¨¦ Guti¨¦rrez Solana (1886-1945)
Fundaci¨®n Cultural Mapfre Vida. Avenida del General Per¨®n, 40. Madrid. Del 7 de mayo al 12 de julio.
Singularidad
En Solana concurren, las caracter¨ªsticas del pintor que es, a la vez, excepci¨®n y excepcional, pero sin que esa singularidad altiva que practic¨® en su vida y en su obra nos autoricen a seguir inercial y perezosamente alimentando el t¨®pico del degustador de las escenas de la Espa?a macabra como el ¨²nico recurso disponible para enfrentarnos con ¨¦l. El gran m¨¦rito de la presente exposici¨®n, cuyo comisariado ha corrido a cargo de Luis A. Fern¨¢ndez, ha sido el intento de romper con este desgastado t¨®pico, potenciando una visi¨®n estrictamente pict¨®rica.En este sentido, se comprende la arriesgada decisi¨®n de organizar la muestra a trav¨¦s de una revisi¨®n tem¨¢tica, lo que, junto a la acertada selecci¨®n del material y al h¨¢bil y brillante montaje dispuesto, hace posible que el espectador casi se vea obligado a mirar a Solana b¨¢sicamente como pintor, y, por tanto, que tenga que definirse respecto al extraordinario valor de su pintura. De esta manera, y casi sin darse cuenta, el visitante va descubriendo, en primer lugar, las ra¨ªces estil¨ªsticas de Solana, que son m¨¢s complejas y variadas de lo que habitualmente se supone y se suele aludir, pero tambi¨¦n, en segundo, la porosidad de este artista respecto a lo que estaba ocurriendo en la agitada evoluci¨®n pict¨®rica de su ¨¦poca.
Pues bien, siendo valioso lo primero, lo es a¨²n m¨¢s lo segundo, ya que con ello se deshace la nefasta imagen congelada de Solana como artista compacto, hecho de una vez por todas. Sin duda, a ojos de un contemplador superficial, Solana no cambia, pues, para quien quede atrapado por la fascinaci¨®n de los motivos recurrentes de su obra, es evidente que los tipos y las escenas populares que frecuenta son pr¨¢cticamente los mismos en la primera d¨¦cada del siglo, cuando comenz¨® a darse a conocer en p¨²blico, que en la d¨¦cada de los cuarenta, en cuyo ecuador muri¨®; no obstante, mirada su obra con atenci¨®n, sus enriquecimientos expresivos, sus experimentos, sus libertades, sus matices, y hasta me atrever¨ªa a decir, en el sentido m¨¢s positivo del t¨¦rmino, sus ma?as, constituyen un aut¨¦ntico fest¨ªn pict¨®rico, situado en la ant¨ªpoda de la f¨®rmula r¨ªgida e invariable.
El cat¨¢logo de obras conservadas de Solana no es muy abundante, pues no llega ni al medio millar, lo que comparativamente demuestra que no era prol¨ªfico, y no, por cierto, porque no fuera un trabajador esforzado y constante, sino porque se trataba de un pintor de producci¨®n f¨ªsica y psicol¨®gicamente lenta, lo que no debe confundirse con la pesadez del torpe, sino, en todo caso, con la ansiedad y la exigencia reflexiva del art¨ªstica y existencialmente hondo. Quien crea as¨ª, es dif¨ªcil atraparle en desmayos, ya que cada uno de sus cuadros son totalidades plenamente autosuficientes, pero esta virtud, si no est¨¢ bien administrada por quienes manipulan su obra, puede resultar ocasionalmente desconcertante, e incluso puede contribuir a una visi¨®n rebajada de su estricta calidad formal.
Los responsables de la actual muestra afortunadamente han salvado este escollo con s¨®lo 37 cuadros, mas, eso s¨ª, muy bien seleccionados, no regateando el esfuerzo de acudir a colecciones privadas o del extranjero, llegando incluso a traer important¨ªsimas piezas del otro lado del Atl¨¢ntico y que, por tanto, no se hab¨ªa podido ver aqu¨ª desde hac¨ªa bastantes d¨¦cadas. Por todo ello y su excelente presentaci¨®n, creo que esta muestra de Solana merece ser calificada enf¨¢ticamente como la muestra de Solana pintor, mejor que simplemente una exposici¨®n de pinturas de Solana. En este matiz se encierra el mejor elogio para la misma, y adem¨¢s el ¨²nico elogio capaz de rendir frutos cr¨ªticos a posteriori, ya que en ¨¦l se encierra el secreto art¨ªstico de este pintor de la Espa?a negra.
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