Espera sanitaria
LA GRAN pesadilla de los ministros de Sanidad desde los primeros a?os de la transici¨®n pol¨ªtica han sido las listas de espera en la sanidad p¨²blica espa?ola. Y siguen si¨¦ndolo. No en vano los propios gobernantes socialistas las han calificado como la principal espina del sistema sanitario. La oposici¨®n, por su parte, ha enarbolado su cr¨®nica existencia como prueba inapelable del fracaso de la pol¨ªtica del PSOE en el ¨¢mbito de la salud p¨²blica.Con estos antecedentes, el plan de urgencia elaborado por el Ministerio de Sanidad para acabar con uno de sus puntos negros est¨¢ m¨¢s que justificado. Lo que importa es que tenga ¨¦xito y no sea una operaci¨®n con vistas a la galer¨ªa. En principio, el plan se centra en la Comunidad de Madrid, que es la que hist¨®ricamente viene soportando las listas de espera m¨¢s voluminosas, pero luego se extender¨¢ a otras comunidades gestionadas por el Insalud. El hecho de que sus objetivos sean limitados -reducir este a?o en un 36% la lista de los 25.741 pacientes madrile?os que llevan esperando m¨¢s de seis meses una intervenci¨®n quir¨²rgica- otorga credibilidad al plan e induce a confiar en que sea el inicio de la soluci¨®n definitiva, en un plazo razonable, de uno de los problemas que m¨¢s cuestionan la realidad del Estado del bienestar.
La tarea es todo un desaf¨ªo. De un lado, el n¨²mero de pacientes que integran actualmente las listas de espera se mantiene alto: 137.158 en el ¨¢mbito del Insalud, sin contar las listas propias de las comunidades aut¨®nomas que gestionan el 57% de la sanidad p¨²blica espa?ola. De ellos, casi la mitad -el 44% exactamente- lleva esperando un plazo superior a los seis meses. Y aunque no se tienen datos de los enfermos que est¨¢n en la misma situaci¨®n en las comunidades que tienen transferida la sanidad p¨²blica -ser¨ªa deseable de su parte la misma transparencia informativa finalmente puesta en pr¨¢ctica en este punto por la Administraci¨®n central-, es veros¨ªmil que sean otros tantos, con lo que su n¨²mero total se acercar¨ªa a la cifra, barajada en estos ¨²ltimos a?os, de 300.000.
De otro lado, la normalizaci¨®n en este ¨¢mbito de la asistencia sanitaria est¨¢ vinculada a la reforma del sistema de salud p¨²blica y a la mejora en la utilizaci¨®n de los recursos existentes. Las listas de espera no pueden ser consideradas, efectivamente, como una enfermedad vergonzante en lo que tengan de efecto de la universalizaci¨®n de las prestaciones. Pero su persistencia muestra que son consecuencia, sobre todo, de una deficiencia estructural grave del actual modelo sanitario, que se materializa en su inadaptaci¨®n a las necesidades ciudadanas en el ¨¢mbito de la salud.
Se quiera o no, las listas de espera, en su cuantificaci¨®n y plazos actuales, constituyen un estigma del sistema p¨²blico sanitario que contribuye adem¨¢s a ensombrecer la indudable calidad de algunas de sus prestaciones: por ejemplo, la mejora habida en los ¨²ltimos a?os en el ¨¢mbito de la asistencia primaria, la constatable eficacia de sus servicios de urgencia o el prestigio de su cirug¨ªa de alto riesgo. Que decenas de miles de pacientes espa?oles tengan que esperar al menos seis meses, y hasta a?os en muchos casos, para que les operen de cataratas, amigdalitis o hemorroides constituye un atentado contra el derecho constitucional a la protecci¨®n de la salud, as¨ª como un incumplimiento del deber que tienen los poderes p¨²blicos de organizar y tutelar la salud p¨²blica mediante medidas preventivas y las prestaciones y servicios adecuados. Un derecho y un deber que obligan a dar una soluci¨®n sanitariamente correcta a males que, al menos, inciden gravemente en la calidad de vida de miles de espa?oles y que pueden generar adem¨¢s estados an¨ªmicos dificilmente soportables. De ah¨ª la importancia de que el plan de urgencia del Ministerio de Sanidad sea eficaz y pueda solventar lo que parece ser un problema end¨¦mico.
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