Simbiosis austriaca

LA ELECCI?N del conservador Thomas Klestil como presidente de Austria es la soluci¨®n l¨®gica para un pa¨ªs cuya m¨¢s alta magistratura hab¨ªa sido piedra de esc¨¢ndalo durante los pasados seis a?os. Klestil sucede a Kurt Waldheim, el antiguo nazi y ex secretario general de la ONU, cuyo mandato hab¨ªa sido embarazoso para todos, dentro y fuera del pa¨ªs. Lo hace en a segunda vuelta y consigue su victoria sobre el canlidato socialdem¨®crata gracias, aunque desde luego no exclusivamente, a los votos de la extrema derecha de J¨®rg Haider. ?ste ha querido capitalizar el resultado anunciando la muerte pol¨ªtica de los socialdem¨®cratas del SPO y exigiendo la celebraci¨®n de comicios generales. Klestil, sin embargo, se ha apresurado a dis,ociarse de estos circunstanciales aliados asegurando adem¨¢s que la presidencia tiene que ver m¨¢s con la personalidad que con los grupos pol¨ªticos.Klestil consagra con su victoria el modo de simbiosis pol¨ªtica que, con excepci¨®n de 13 a?os de control socialdem¨®crata entre 1970 y 1983, ha sido t¨ªpico de Austria desde el final de la II Guerra Mundial. El canciller socialdem¨®crata Vranitzky preside desde 1986 un Gobierno en el que su partido (SPO) comparte el poder en la llamada gran coalici¨®n con los conservadores del OVP. Klestil ha salido del Ministerio de Exteriores, que ¨¦stos controlan y en el que, como secretario general, dirigi¨® los estudios encaminados a sugerir f¨®rmulas para hacer compatible la neutralidad permanente de Austria con sus aspiraciones a incorporarse a la CE. El asunto, despu¨¦s de la desaparici¨®n de las tensiones Este-Oeste, es irrelevante, pero ha sido central en la pol¨ªtica austriaca, en un pa¨ªs cuya mayor¨ªa ciudadana no esconde su deseo de acceder a la Comunidad y cuya econom¨ªa est¨¢ confortablemente preparada para ello.