Grada del 4, pegadito al 3
Ya van para cuatro a?os los que falta la se?ora Antonia. Ten¨ªa 96 a?os la ¨²ltima vez que estuvo en la grada. Pose¨ªa el abono desde los tiempos de la plaza vieja. Desde marzo a octubre no faltaba a ning¨²n festejo. Ya van para cuatro a?os que de la grada del 4, pegadito al 3, falta la se?ora Antonia, que se re¨ªa cuando o¨ªa decir eso que ?ahora se ha puesto en boga de que si el toro sirve o no sirve. "Quien sirve o no sirve es el torero", dec¨ªa, cachazuda. "Es que se oyen unas cosas hoy d¨ªa...".Se ven muy bien los toros desde la grada del 4, pegadito al 3. Hay algunos que dicen que en ese lado de la plaza se ven las corridas al rev¨¦s, pero derecho y rev¨¦s no son caracter¨ªsticas de lo observado, sino actitudes del observador, y son muchos los a?os que llevamos yendo all¨ª y a estas alturas no vamos a cambiar.
Juanjo, el profe, es un hombre desgarbado, canoso y gordo. Este a?o ha ido acompa?ado algunas tardes por un sobrino suyo espigado y de sonrisa todav?a un tanto infantil. Una de esas tardes o¨ª que dec¨ªa a su sobrino: "Mira la gente: cuanto m¨¢s necia, m¨¢s feliz, tal como afirmaba Erasmo hace cuatro siglos, y no pretendas sacarla de ese estado, porque, si lo haces, convecida de que lo que deseas es arrebatarle su f¨¦licidad, te rechazar¨¢ con sa?a". Mientras hac¨ªa este comentario a su sobrino, un peque?o grupo de espectadores con gritos de "?Ignorantes!, ?ignorantes!" se dol¨ªa del aplauso de la muchedumbre a las corruptelas que se evidenciaban en el ruedo. De forma inmediata el gent¨ªo volvi¨®se contra el grupito conmin¨¢ndole con voces de "?f¨²era!, ?fuera!".
-?Lo ves? -pregunt¨® Juanjo a su sobrino con voz apagada y triste.
-Ya, ya -contest¨® el muchacho con profunda perplejidad.
Carmen, la mujer de Luis, el boticario, falta muchas tardes. No le gustan a Carmen las corridas que llaman duras. A Carmen le gusta ir a las corridas en las que torean las figuras. Como ella dice, "Esas tardes no s¨¦ lo que pasa, pero el hecho es que los toros que salen no me da miedo verlos".
All¨ª, en los altos del 4, pegadito al 3, vemos los toros tan ricamente, charlamos como si estuvi¨¦ramos en casa, celebrando el cumplea?os de uno de los ni?os.
Cristina y Merche son primas. Cristina es corpulenta, morena y risue?a. Hay d¨ªas, en San Isidro, que Cristina sale de la plaza un poco deprimida, pues dice que "si son los que comen de la fiesta los que la tratan tan mal, no le va a hacer falta a nadie esforzarse mucho para acabar con esto de los toros".
A Merche, la prima de Cristina, lo que le preocupa es por qu¨¦ los presidentes tienen que ser funcionarios del Cuerpo Superior de Polic¨ªa y no pueden ser funcionarios del Instituto Geogr¨¢fico y Catastral. Claro que a esto siempre le contesta Jos¨¦ Luis, el nefr¨®logo, que "la presidencia es el s¨ªmbolo del poder, y ¨¦ste, por serlo, es irracional y brutal, y que toda incursi¨®n de la l¨®gica y la racionalidad en la presidencia de las corridas de toros contribuir¨ªa a desvirtuar la profundidad simb¨®lica que en s¨ª encarna". A Jos¨¦ Luis le molesta mucho que Merche le replique que "para eso que pongan de presidente a Chu Lin, el oso panda; de ese modo, adem¨¢s de asegurarnos su irracionalidad, podr¨ªamos estar convencidos de que no pon¨ªa el cazo".
All¨ª, en la grada del 4, pegadito al 3, algunas veces leemos lo que de toros dicen los peri¨®dicos y nos lo pasamos muy bien cuando alg¨²n cronista habla de la corrida tal como nosotros la hemos visto, aunque tambi¨¦n nos da mucha pena leer lo que otros son capaces de escribir. Y el caso es que, tal y como dice Jos¨¦ Mar¨ªa, el bur¨®crata, "si de una corrida de toros se pueden llegar a decir infundios tan grandes, ?qu¨¦ no se dir¨¢ de otras cosas en las que se mueve m¨¢s cantidad de dinero?". Y no le decimos nada, porque Jos¨¦ Mar¨ªa es un hombre a quien siempre le gusta llevar raz¨®n y no se puede discutir con ¨¦l. Y adem¨¢s que all¨ª, en la grada del 4, pegadito al 3, nos lo pasamos muy requetebi¨¦n y no nos gusta discutir.
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