La accidentada 'visita triunfaI' de George Bush a Panam¨¢
Una cadena de errores oblig¨® al presidente de Estados Unidos a salir de estampida de un acto oficial
ENVIADO ESPECIAL La accidentada visita del presidente George Bush el jueves a Panam¨¢, en uno de cuyos actos se vio obligado a salir de estampida afectado por gases lacrim¨®genos, estuvo rodeada de una absurda cadena de errores humanos, seg¨²n se estimaba ayer en medios diplom¨¢ticos de este pa¨ªs centroamericano. Nadie en la capital paname?a se pod¨ªa explicar que el presidente de Estados Unidos se viera obligado a abandonar y suspender un mitin en su honor cuya seguridad estaba garantizada por tierra, mar y aire.
La visita de Bush a Panam¨¢ fue calificada de ca¨®tica en medios diplom¨¢ticos extranjeros y pol¨ªticos nacionales. El presidente norteamericano, pese a las reiteradas recomendaciones de su Embajada y del mando militar en el Canal de que, no viajara al pa¨ªs del istmo, decidi¨® dejarse en manos de Guillermo Endara. Lo que en la v¨ªspera eran temores se convirtieron el d¨ªa de autos en realidad: la polic¨ªa paname?a se vio desbordada y traspasada por masas encedidas de manifestantes, y los materiales de disuasi¨®n empleados, botes de gases lacrim¨®genos fabricados en EE UU, se volvieron contra el selectivo mitin mediante el que Bush pretend¨ªa congraciarse con la alta sociedad paname?a y los funcionarios del Gobierno de Endara, justificando as¨ª que la invasi¨®n del 20 de diciembre de 1989 quer¨ªa salvar la democracia.De nada vali¨® a la Casa Blanca montar un dispositivo -para las cinco horas en que estuvo Bush en Panam¨¢- de proporciones desorbitadas: una fragata, decenas de guardaespaldas, cinco helic¨®pteros en permanente vuelo y cientos de polic¨ªas apostados en terrazas, custodiando accesos y protegiendo su cuerpo y el de su esposa B¨¢rbara.
Los polic¨ªas de ¨¦lite de Bush se encontraban nerviosos 48 horas antes de los hechos. Un soldado muerto en emboscada terrorista, barricadas en los centros neur¨¢lgicos de la capital, columnas de humo de neum¨¢ticos incendiados, un rosario de acciones de protesta en la calle por la presencia presidencial, proclamas incendiarias y actos de repudio en la universidad y en las escuelas presagiaban un jueves negro en Panam¨¢. Bush necesitaba los aplausos del pueblo paname?o ante su electorado, y Endara una fotograf¨ªa con ¨¦l para levantar su maltratada, desprestigiada y contestada imagen.
La polic¨ªa paname?a, residuo de las fuerzas de defensa disueltas tras la ca¨ªda de Manuel Antonio Noriega, fue muy paciente desde primera hora de la ma?ana, ya que le toc¨® aguantar impasible la carga verbal de grupos de manifestantes nacionalistas no organizados, pero a los que les un¨ªa un sentimiento de repudio ante la presencia de quien se considera en Panam¨¢ responsable de la invasi¨®n militar de 1989.
Sacerdotes y estudiantes
Hab¨ªa sacerdotes de barrios populares, universitarios y estudiantes de ense?anza media, ex trabajadores y ex funcionarios de la Administraci¨®n p¨²blica, depurados por el Gobierno de Endara, izquierdistas, nacionalistas, viudas y hu¨¦rfanos del 20 de diciembre, ex militares de los Batallones de la Dignidad y un gran porcentaje de individuos procedentes del lumpen local.Unos minutos despu¨¦s de llegar Bush al parque Porras, escenario de un mitin al que hab¨ªan acudido disciplinadamente 3.000 seguidores de Endara, los grupos de protesta desbordaron a la polic¨ªa paname?a. Esas columnas de aparente seguridad, con escasez de m¨¢scaras antig¨¢s, fueron desbordadas, y muchos de los botes de gases lacrim¨®genos empleados para la disuasi¨®n, dada la proximidad entre polic¨ªas y manifestantes, fueron devueltos hacia el parque.
El mitin quedaba reventado, Bush y su esposa, B¨¢rbara, se vieron obligados a abandonar el recinto por la puerta trasera y la mayor seguridad del mundo, la que da cobertura al presidente de EE UU, padeci¨® durante cuatro minutos los efectos erosivos de los gases en los ojos al tiempo que, con profundo nerviosismo, empezaban a enca?onar a todo el mundo. Milagrosamente no hubo v¨ªctimas, pero el caos y la histeria se apoderaron de homenajeados y p¨²blico.
Cuando todo paso, tanto Bush como Endara intentaron poner remiendos. El presidente norteamericano dijo, una hora despu¨¦s, en la base estadounidense de Albrook, que grupos izquierdistas no llegar¨¢n nunca a poner en peligro la democracia que ¨¦l restaur¨® en Panam¨¢, y Endara emiti¨® un comunicado en el que, incre¨ªblemente, agradec¨ªa al pueblo paname?o su actitud c¨ªvica, todo lo contrario de lo que ocurri¨®.
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