"Ya nos han matado a todos un poco"
Los habitantes de Sarajevo reciben con un mar de I¨¢grimas de alegr¨ªa al convoy de la ONU
"Nunca en la vida he visto llorar a tanta gente junta". ?sta fue la ¨²nica frase que rompi¨® el tenso silencio en uno de los autom¨®viles de periodistas que acompa?aban al convoy de fuerzas de las Naciones Unidas en su entrada en la sitiada ciudad de Sarajevo. Tras 36 horas de viaje entre miradas hostiles de la poblaci¨®n serbia, algunos disparos intimidatorios e interminables negociaciones con mandos del Ej¨¦rcito serbiofederal en la l¨ªnea de fuego en los suburbios, los cascos azules y los periodistas eran recibidos por centenares de ciudadanos de Sarajevo con la emoci¨®n a flor de piel y un angustioso y comprensible sentimiento de desesperanza. "Ya nos han matado a todos un poco", dice Zeljko, actor profesional, que busca con escaso ¨¦xito comida para su hija de tres a?os.
ENVIADO ESPECIAL Mujeres de todas las edades lloraban abiertamente, los hombres apretaban el gesto para.evitar las l¨¢grimas y todos, desde portales y agolpados en balcones y ventanas de bloques de viviendas semidestruidos por la artiller¨ªa, saludaban a la larga columna de blindados, camiones y jeeps blancos como quien recibe a la gran esperanza largo tiempo perdida. Las tabletas de chocolate lanzadas desde uno de los coches surcaban los aires como mensajeros de la verg¨¹enza que sienten los extranjeros que conocen los sufrimientos de estas gentes ante la incapacidad del mundo a ponerles fin.Todos tienen marcado en el rostro el infierno en que se ha convertido la vida en Sarajevo desde que hace dos meses la guerrilla y el Ej¨¦rcito serbio-federal impusieron su cerco total a la ciudad. Desde entonces no ha entrado comida, el agua est¨¢ cortada y los tel¨¦fonos casi no funcionan, al igual que el fluido el¨¦ctrico. En algunos barrios, como el desgraciado Dobrinja, aislado a su vez del centro, ya han enterrado a los que posiblemente sean los primeros europeos en muchas d¨¦cadas en morir de inanici¨®n.
"Bienvenidos al infierno", reza la gran pintada con una calavera que ha aparecido en varios muros de la ciudad.
La entrada de los periodistas estuvo a punto de ser frustrada por un grupo de irregulares serbios. En el ¨²ltimo control ante la tierra de nadie, y como parece ser ya habitual, el m¨¢s demente y ebrio de los individuos all¨ª armados quiso hacer gala de su osad¨ªa y desprecio a todo lo ajeno a su tribu. Tras golpear el cap¨® de un coche, arrebatar una cinta a un equipo de televisi¨®n e insultar a la ONU mientras escup¨ªa al suelo, advirti¨®, pas¨¢ndose repetidamente el canto de la mano derecha por la garganta, sobre lo que les pasar¨¢ a los periodistas que no se vuelvan de inmediato a su pa¨ªs. La presencia de una tanqueta de la ONU y la intervenci¨®n de la dotaci¨®n de unjeep de la polic¨ªa del Ej¨¦rcito serbio-federal no le dieron tiempo a cumplir la amenaza all¨ª mismo.
Son estos individuos, armados por el Ej¨¦rcito serbio-federal, los que, "haya el acuerdo que haya, no entregar¨¢n nunca sus armas y seguir¨¢n viviendo en los montes y bosques, luchando y matando", dice Mato Zovkic, croata, vicario general de la Iglesia cat¨®lica en Sarajevo.
Zovkic hab¨ªa acudido al mercado, aprovechando que esta ma?ana del viernes eran a¨²n pocas las granadas que ca¨ªan por la zona. Hab¨ªa cuatro puestecillos abiertos de los cerca de 200 en tiempos de paz. Uno vende mecheros y dos bolsas de caf¨¦ verde. Otro, cerezas. El tercero, en el que se ha formado una cola, pequefias cebolletas. El ¨²ltimo, posiblemente el due?o de un jard¨ªn que necesita con desesperaci¨®n dinero para pagar los disparatados precios de lo poco existente, se ha aventurado al centro a intentar vender unas flores.
El vicario Zovk?c rechaza con una sonrisa como "propaganda" el supuesto fundamentalismo religioso musulm¨¢n que el l¨ªder de la guerrilla serbia, Radovan Karadzic, asegura combatir. Dice que las decenas de miles de serbios que comparten con los dem¨¢s la m¨ªsera existencia en el asedio "son gente decente y buena que ni cat¨®licos ni musulmanes odian. Tambi¨¦n hay serbios defendiendo Sarajevo. Los responsables de esto son los ide¨®logos del odio. ?sos est¨¢n ah¨ª, en los montes, y en Belgrado".
Las manos vac¨ªas
Como muchos bosnios, Zovkic reprocha al presidente de Bosnia-Herzegovina, Alia Izetbegovic, "su ingenuidad", al dejarlos desarmados, "con las manos vac¨ªas ante la agresi¨®n". Hace una semana, las fuerzas del Gobierno capturaron algunas piezas de artiller¨ªa en el cuartel Mariscal Tito, abandonado por el Ej¨¦rcito serbio-federal. A algunas de ¨¦stas sus antiguos due?os les perforaron los cafiones antes de abandonarlas.
Un miembro de la presidencia, el musulm¨¢n Eyup Ganic, coincide con Zovk?c en que esas pocas piezas de artiller¨ªa levantaron algo la moral. "Ellos [la guerrilla y el Ej¨¦rcito serbios]", afirma, "estaban demasiado c¨®modos ah¨ª arriba, en los montes, dispar¨¢ndonos. Ya no nos sentimos totalmente impotentes, aunque por cada granada que lanzamos nos caen 20V.
A 500 metros de la presidencia, por la avenida del Mariscal Tito con sus aceras cubiertas de escombros, las fachadas taladradas por obuses de tanque, y coches y cami¨®nes destrozados por granadas o por los accidentes que provocan las fren¨¦ticas huidas ante bombardeos o francotiradores, se encuentra la escuela teol¨®gica isl¨¢mica, cuyos s¨®tanos son escenario de un terrible drama. Cerrada por primera vez en 500 a?os -"ninguna invasi¨®n, ni la guerra contra los nazis, interrumpi¨® aqu¨ª las clases", dice su secretario, Hajib Sisic-, alberga en dantescas condiciones a m¨¢s de 350 mujeres y ni?os que tuvieron que huir de sus casas de los barrios altos de la ciudad.
Algunas mujeres cocinaban ayer en el patio quemando vigas arrancadas por las bombas, desafiando las granadas que al mediod¨ªa ca¨ªan con intensidad creciente. Los adultos comen s¨®lo dos veces por semana. A los ni?os los enga?an con pasta de arroz y quedan papillas para tres d¨ªas para los m¨¢s peque?os. Muchas ya no suben a la planta baja ni en los momentos en que no se oyen las bombas. "Decenas de madres est¨¢n trastornadas, unas pasivas, otras agresivas. Pasan las 24 horas en el s¨®tano", dice Sisic. "Si no nos ayuda el mundo, no s¨¦ si sobreviviremos", dice una susurrando para que no le oigan los ni?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Diplomacia
- Cascos azules
- Ayudas p¨²blicas
- Contactos oficiales
- Armas nucleares
- Mediaci¨®n internacional
- Misiones internacionales
- Pol¨ªtica exterior
- Guerra Bosnia
- Pol¨ªtica econ¨®mica
- Bosnia Herzegovina
- ONU
- Guerra
- Relaciones internacionales
- Organizaciones internacionales
- Proceso paz
- Armamento
- Conflictos
- Relaciones exteriores
- Defensa
- Econom¨ªa