Aburrida evasi¨®n

Construyen un barco dentro de un sal¨®n. Piensan navegar con ¨¦l a Par¨ªs, y re¨²nen a algunos personajes: un cura antiguo, un comunista tambi¨¦n antiguo -no lo eran cuando se escribi¨® esta obra, sino m¨¢s bien caracter¨ªsticos-, un parado, algunos m¨¢s. Parece imposible: pero al final se escuchan las r¨¢fagas de viento en las velas, el sonido de las olas, y se encienden y apagan unas luces de colores m¨¢s bien misteriosas. Pertenece esta obra a la l¨ªnea de la Comedia de la felicidad, de Evreinoff, famosa en los a?os treinta, que cre¨® en Espa?a una abundante escuela de teatro de evasi¨®n en la ¨¦poca franquista. Sol¨ªa ser mejor, dentro de lo posible; y ten¨ªa algo que decir en su ¨¦poca. Esta Pr¨®xima parada, felicidad est¨¢ desplazada; el tierno humor po¨¦tico, caracter¨ªstica indispensable del g¨¦nero, es bajo; y el tiempo se alegra sin raz¨®n. La sola enumeraci¨®n de los actores basta para decir que se ha elegido un buen reparto: no puede respirar con ese texto. De lo mismo sufre el director, Jes¨²s Puente. No es preciso decir, por sabido, que esta obra est¨¢, como tantas m¨¢s o menos desgraciadas, bajo el patrocinio de Madrid, Capital Cultural. Y del Ayuntamiento. Tampoco es preciso decir que el p¨²blico del estreno, fabricado a la medida, prorrumpi¨® en bravos y ovaciones al final: una vez pasado el sopor.