Los tiburones comen corderos
Las mafias marroqu¨ªes y la exigencia de visado disparan la emigraci¨®n ilegal en el Estrecho
ENVIADO ESPECIALDice que se llama Diop, que tiene 27 a?os, que lleg¨® de Senegal hace ya casi un a?o y que desde entonces malvive en una miserable pensi¨®n de la medina de T¨¢nger a la espera de reunir el dinero suficiente para que un intermediario lo conduzca hasta un cafet¨ªn en Sidi Bouknatec, debajo de la kasbah, al oeste del puerto tangerino. All¨ª entrar¨¢ en contacto con el tibur¨®n, el traficante de carne humana encargado de organizar una expedici¨®n clandestina hasta las costas de Tarifa, s¨®lo a unos 15 kil¨®metros en l¨ªnea recta.
Si Diop consigue reunir alg¨²n d¨ªa el dinero suficiente -el color negro de su piel va a hacer que pague casi el doble de las 70.000 pesetas que se cobrar¨ªan a un magreb¨ª-, el cordero (nombre que dan los traficantes a los clandestinos de raza negra) habr¨¢ comenzado la pen¨²ltima etapa de un viaje en el que la muerte suele esperar escondida en una patera, una peque?a barca de unos siete metros de largo, con un motor fuera borda, en la que embarcan hasta 20 hombres.La traves¨ªa del Estrecho, unas tres horas y media en una de las zonas del mundo con mayor tr¨¢fico Mar¨ªtimo, es una trampa Mortal que muchas veces termina con un, reguero de cad¨¢veres en las playas de cualquiera de las dos orillas. Hace s¨®lo una semana, 19 inmigrantes clandestinos perd¨ªan la vida al intentar cambiar sus vidas en una Europa que para ellos representa el ¨²nico horizonte posible para huir de la miseria y, muchas veces, del hambre.
'Padrinos'
Las mafias de la inmigraci¨®n ilegal en el norte de Marruecos viven los momentos m¨¢s pr¨®speros de su historia, que ya es muy larga. En el cafet¨ªn de Sidi Boukrnatec, volcado sobre un acantilado y con la ciudad espa?ola de Tarifa perfectamente visible en el horizonte, no tiene ning¨²n inconveniente en reconocerlo uno de los tiburones que llevan m¨¢s tiempo dedicado a mandar barcos de clandestinos a la orilla espa?ola.
En una entrevista mantenida el pasado viernes con este peri¨®dico -sin magnet¨®fonos, sin c¨¢maras, "somos como los padrinos italianos", sonr¨ªe- el traficante asegura que dos hechos le est¨¢n haciendo ganar dinero como no lo hab¨ªa hecho nunca: la afluencia de clandestinos que huyen de la miseria y de la guerra desde la pr¨¢ctica totalidad de los pa¨ªses del ?frica negra y, sobre todo, la exigencia de visado desde mayo del a?o pasado para los norteafricanos que desean viajar hacia los pa¨ªses de la Comunidad Europea.
Ahora, en un mes, el traficante puede hacerse f¨¢cilmente con unos 50.000 dirhams (algo m¨¢s de medio mill¨®n. de pesetas) en un pa¨ªs en el que un salario del equivalente a 40.000 pesetas al mes para un trabajador con cierta cualificaci¨®n es m¨¢s que frecuente. La demanda no cesa de aumentar ni los precios de subir. Una noche buena -viento flojo y sin luna- no menos de ocho embarcaciones, entre pateras y peque?os pesqueros, salen de otras tantas calas en las inmediaciones del puerto de T¨¢nger o en las playas de Ksar Seghir.
Antes de embarcarse en la patera, el clandestino habr¨¢ tenido que pagar la mitad del precio estipulado, al traficante. La otra mitad la recibir¨¢ el barquero que ha hecho el transporte cuando en las inmediaciones de la costa espa?ola ordene desembarcar.
Son las noches en las que el destacamento de la Guardia Civil de Tarifa se ve obligado a montar servicios especiales en las Datrullas costeras. Dice el cabo Barrag¨¢n -cuatro a?os en el cuartel de la Guardia Civil de Tarifa- que esas madrugadas no es dif¨ªcil que el viajero encuentre por la carretera que une Tarifa con C¨¢diz grupos de inmigrantes en fila india que intentan alejarse de las zonas de desembarco e internarse en el pueblo para esperar, hasta que, con el escaso dinero que suelen portar, siempre moneda espa?ola facilitada por los traficantes, puedan iniciar el viaje en autob¨²s hacia las ciudades de la Comunidad Valenciana o de Catalu?a.
Cementerio
All¨ª es donde tienen los contactos que posteriormente les facilitar¨¢n el paso a Francia o a cualquier otro pa¨ªs de la Comunidad Europea. Espa?a es en muy pocas ocasiones el destino final de su viaje.
Eso s¨ª han logrado llegar hasta las costas espa?olas. La emigraci¨®n clandestina ha convertido el Estrecho en un cementerio al que nadie se atreve de poner el n¨²mero de tumbas. S¨®lo en los primeros seis meses de este a?o, se han producido unos 200 fallecimientos. "M¨¢s de 1.000 se quedan cada a?o, pero si quieres algo es l¨®gico que te arriesgues", sentencia el traficante.
La mayor parte de los accidentes, asegura, no se producen ni por el viento ni por colisi¨®n contra las rocas cuando se llega a la costa. Se producen por atropellos de las embarcaciones mayores. Muchas veces ni se dan cuenta, y el ¨²nico rastro que queda son algunos tablones en la playa. Pero el naufragio no es el ¨²nico peligro que alcanza a los inmigrantes que se ponen en manos de las mafias marroqu¨ªes. En m¨¢s de una ocasi¨®n los inmigrantes, sobre todo los negros, han pagado el importe y despu¨¦s han sido abandonados a pocos kil¨®metros, en la propia costa marroqu¨ª, normalmente en las inmediaciones de cabo Espartel.
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