Exteriores
En efecto. Es casi imposible que Solana caiga mal. Es un hombre que sabe escuchar, que produce la impresi¨®n de haberte estado esperando toda una vida para que le digas justamente lo que le est¨¢s diciendo y a buen seguro que ejercer¨¢ de ministro de Asuntos Exteriores como quien pasa de puntillas por el escenario internacional para no despertar demasiadas expectativas. Al fin y al cabo, los ministros de Asuntos Exteriores cada vez son menos ministros, aunque siempre aparezcan aplicados a muchos, muchos asuntos; rigurosamente exteriores. La tarea de interrelaci¨®n estatal la ejerce casi siempre el jefe del Gobierno, cuando no el del Estado, en los asuntos importantes, y todas las dem¨¢s interrelaciones van v¨ªa ministro especializado, subsecretario especializado, etc¨¦tera. Un ministro de Asuntos Exteriores ha de aportar sobre todo la gestualidad de la filosof¨ªa exterior del Estado, y. tanto Fern¨¢ndez Ord¨®?ez como Solana pertenecen al prototipo de portavoz de lo obvio con cierta elegancia intelectual.A m¨ª el que me gustaba era Mor¨¢n porque militaba. Mor¨¢n ten¨ªa una visi¨®n de izquierda de la pol¨ªtica internacional, de izquierda ¨¦tica, y en cierto sentido Mor¨¢n fue un ministro inseguro pero did¨¢ctico, desafiante incluso del mito de la raz¨®n de Estado que, normalmente, una vez desvelado, casi siempre es una jugada sucia que una minor¨ªa hace a la inmensa mayor¨ªa. De Fern¨¢ndez Ord¨®?ez apreci¨¦ su cordialidad, cultura, facilidad comunicadora, y despreci¨¦ su contribuci¨®n a la reeducaci¨®n belicista de los espa?oles, sin otro referente moral que los cambios de tendencia de los sondeos de opini¨®n. En fin, que se recupere, escriba sus memorias con el deseo de que sean realmente las suyas y no las del Estado y sus razones. En cuanto a Solana, que procure no montar Divisiones Azules y conserve a Chencho Arias, !a alegr¨ªa de esta huerta.
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