Seguridad y eficacia
EN HELSINKI ha terminado la mayor reuni¨®n de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Euro pa (CSCE) de su corta historia: los jefes de Estado y de Gobierno de 51 pa¨ªses han llegado a solemnes acuerdos para gaantizar la seguridad de Europa. En cierto modo, esta cumbre finlandesa recuerda la que celebraron en 1945 en San Francisco los vencedores de la II Guerra Mundial; s¨®lo que los fundadores de la ONU fueron menos (50) y, en un ataque de sensatez, reconocieron que era necesario disponer de un ¨®rgano ejecutivo restringido -el Consejo de Seguridad- que tomara las decisiones efectivas.Una cumbre de 51 pa¨ªses es un guirigay en el que nadie acaba de tomar las decisiones que aseguren esa paz que todos quieren. Mientras. la CSCE celebraba su reuni¨®n en la capital finlandesa, en la antigua federaci¨®n yugoslava, serbios y croatas se dedican a matar a bosnios; en Moldavia, rusos, ucranios y moldavos se entrematan en una guerra civil; en Georgia, los osetios padecen por su deseo de integrarse en Rusia; en Nagorni Karabaj, azer¨ªes y azerbaiyanos guerrean por el territorio. Nadie detiene a ninguno.
Cuando, en 1975, se firm¨® el Acta de Helsinki, con la que se constitu¨ªa la CSCE, quedaron consagradas como derechos internacionales irrenunciables algunas cuestiones hasta entonces impensables. Era el nuevo patrimonio de la humanidad, al menos en Europa: el respeto a los derechos humanos, el derecho a la informaci¨®n, el derecho a la cultura. Empezaba a instaurarse el principio de que la reclamaci¨®n por todas estas cuestiones dejaba de constituir "injerencia en los asuntos internos de los pa¨ªses". En realidad, sin embargo, se trataba de armas ideol¨®gicas en un mundo bipolar que unos y otros esgrimir¨ªan como muestra de maldad del contrario. Ni la URSS ni Espa?a, por poner dos casos extremos, ten¨ªan entonces intenci¨®n alguna de aplicar las disposiciones m¨¢s exigentes del Acta de Helsinki.
En 1990, tras el desmoronamiento del sistema socialista, Europa se qued¨® sin enemigos. Ya no hab¨ªa armas ideol¨®gicas. En la conferencia de Par¨ªs de la CSCE de noviembre del mismo a?o, la OTAN y el Pacto de Varsovia firmaron la paz. Y en las sucesivas reuniones de Mosc¨² y Praga, hasta se dise?¨® un sistema de prevenci¨®n, de conflictos, precisamente para evitar los que se ve¨ªan venir. Sirvi¨® de poco a efectos del mantenimiento de la paz en Europa.
En 1992 se ha dado un paso m¨¢s: no s¨®lo se quiere prevenir posibles conflictos, sino que se quiere acabar con los que est¨¢n actualmente en curso: s¨®lo as¨ª se podr¨¢ garantizar la seguridad del continente. ?C¨®mo hacerlo eficazmente? La CSCE ha demostrado en los ¨²ltimos meses su estrepitosa incapacidad de mover un solo dedo. Anteayer, el presidente Bush dijo en Helsinki que era necesario hacer irreversible el cambio democr¨¢tico en los pa¨ªses en los que hubiera sobrevenido, forzar a los miembros de la CSCE a respetar las normas de conducta y sancionar a quienes las violen. ?Y qui¨¦n lo va a hacer? ?Una CSCE absolutamente inoperante?
La respuesta es doble: por una parte, se puede hacer acudiendo a las organizaciones tradicionales de seguridad, que, siendo m¨¢s peque?as y homog¨¦neas, deber¨ªan resultar m¨¢s ¨¢giles y, sobre todo, m¨¢s ejecutivas (OTAN e idealmente la UEO). Por otra, recordando que solamente con ej¨¦rcitos no se apacigua un continente. La CSCE debe darse ¨®rganos operativos que sean capaces de imponer la voluntad de paz, de contribuir al desarme y, sobre todo, de resolver problemas espec¨ªficos que, como el de las minor¨ªas, est¨¢n en la ra¨ªz de muchos conflictos. En cambio, es dudoso que sea sensato crear una especie de consejo de seguridad a la europea. En este orden, ?por qu¨¦ no dejar a la ONU que cumpla con los objetivos que para ella dise?aron sus fundadores y que sus miembros acatan ahora al menos con tanta fide lidad como lo hacen los de la CSCE? ?Es realmente necesario tener una ONU II para Europa? La CSCE naci¨® para quitarle la espoleta a la bomba sobre la que estaba sentada Europa; cumpli¨® con su objetivo. Ahora deber¨ªa concentrarse en aquellos aspectos de la seguridad que requieren soluciones propiamente europeas, sin olvidar el papel esencial que corres ponde siempre a la ONU.
Y es que, a la hora de la verdad, para resolver el conflicto yugoslavo (una vez demostrada la inutilidad de los esfuerzos pacificadores de lord Carrington y su conferencia de La Haya), la CSCE no ha sido capaz de poner en marcha su mecanismo de prevenci¨®n y soluci¨®n de conflictos. Los que est¨¢n actuando son los cascos azules de la ONU; y los que quiz¨¢ intervengan ahora son los paracaidistas de Francia, la VI Flota, la OTAN y la UEO, si la CE acaba de ponerse de acuerdo sobre una pol¨ªtica de seguridad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.