La resurrecci¨®n de Chavela Vargas
Primer recital espa?ol de la cantante mexicana despu¨¦s de 20 a?os
"Por andar cantando se me olvid¨® beber", dice c¨®mo en un corrido Chavela Vargas, de regreso hace a?o y medio de? s¨¦ptimo c¨ªrculo del infierno del alcohol. Otros no tuvieron tanta suerte. 73 a?os de leyenda de la canci¨®n mexicana, que ella traduce a un acento particular reconocible por cualquier hispanoamericano, Chavela V¨¢rgas recogi¨® el jueves pasado la medalla de oro de los cursos de verano de la Universidad Complutense de Madrid y, ante un p¨²blico arrodillado en el teatro de bolsillo Carlos IH, volvi¨® a dejar o¨ªr, tras 20 a?os fuera de Espa?a, su voz irrepetible.
Algunas cosas distinguen a Chavela Vargas como entrevistada: en el mismo impulso que la sube a escena, dice cosas que otros disimimular¨ªan; con su veteran¨ªa para el verso, rivaliza con el periodista en capacidad de s¨ªntesis; y como si no supiera prescindir del vicio, en cualquier momento se puede poner a cantar a capella, sin guitarra -"...si la noche se espera todo el d¨ªa, espera t¨² tambi¨¦n..."-, y entonces el periodista, ¨²nico espectador, corre el riesgo de perder los papeles: entrevistarla es peligroso."Nunca aprend¨ª a cantar", dijo el viernes Chavela Vargas en su lenguaje de met¨¢foras y extremos: "Yo nac¨ª cantando". En su recital del jueves por la noche, sugiri¨® que tampoco sabe m¨²sica, pero esa opini¨®n difiere de la de los dos guitarras que le acompa?an: Oscar Ramos y Marcela Rodr¨ªguez, esta ¨²ltima reputada compositora de m¨²sica culta y hermana de la propietaria de El h¨¢bito, atiborrado local de M¨¦xico que desde hace a?o y medio asiste todos los viernes a la fervorosa resurrecci¨®n de Chavela Vargas.
Ahora vive en el peque?o piso, en Ahuatepec, a una hora de M¨¦xico D. F., de los jardineros de su antiguo palacio. ?Qu¨¦ pas¨® con el palacio? "Me lo tom¨¦", dice con enorme tranquilidad de esp¨ªritu. "Me lo beb¨ª, como todo mi dinero. Tuve muchos millones y los perd¨ª, los tir¨¦, lo regal¨¦ todo. La raz¨®n la desconozco. Es como cuando uno se enamora. ?Sabe usted por qu¨¦?" No. "Pues yo tampoco".
La raz¨®n por la que dej¨® eI alcohol es sencilla: "Toqu¨¦ fondo. Para las ocho de la ma?ana ya me hab¨ªa bebido media botella, y viendo a los campesinos frescos que se dirig¨ªan a su trabajo en la ma?ana fresca, me dije que no hab¨ªa derecho a hacerle eso a la vida". A?o y medio m¨¢s tarde, cuesta creer que Chavela Vargas haya cumplido 73 a?os, no s¨®lo porque en pasajes de su recital ha sacado del ba¨²l su voz. sinf¨®nica, sino por su piel joven, sus ojos m¨¢s que vivos y, sobre todo, por sus extraordinarias ganas de vivir. Si los griegos acertaban al definir la juventud como la capacidad de curiosidad y entusiasmo, entonces Chavela Vargas es una adolescente. "Diga usted que este pa¨ªs me conmueve, que no le puedo negar nada, y que vendr¨¦ a cantar en cuanto me lo pidan".
Eso mismo dijo en el recital de la noche anterior, en el teatrillo Carlos III reci¨¦n restaurado en El Escorial. Ante un p¨²blico de veraneantes y de cursillistas que terminaron ech¨¢ndole piropos y haciendo cola ante el camerino, como en la ¨®pera, Chavela Vargas ha hecho profesi¨®n de fe en este pa¨ªs, y quiz¨¢ alguien creyera que iba de bien educada. Pero no: como luego demostr¨® paseando sola por El Escorial hasta las tres de la madrugada, no sab¨ªan hasta qu¨¦ punto era importante para ella el recital, y hasta qu¨¦ extremo la sofoc¨® la emoci¨®n al comprobar que los espa?oles segu¨ªan respondiendo a sus versiones de Macorina, Amanec¨ª en tus brazos, La llorona o Santa, ese cl¨¢sico con el que Agust¨ªn Lara dijo todo lo que quer¨ªa decir con palabras distintas de las oficiales. Como Chavela Vargas, que lo canta "como una oraci¨®n".
Oraci¨®n es una palabra que sale m¨¢s de un par de veces. "Porque eso es cantar", dice quien lo hace vestida con un jorongo (poncho, ruana, sarape) que le da un aire ceremonial, reforzado por las manos que re¨²ne delante en los silencios. El negro de sus ojos s¨®lo es comparable al blanco de sus dientes y al de su pelo. No se parece a nadie. "Ese es el ¨¦xito", dice. "Mala o buena, no me parezco a nadie".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.