Triunfo apabullante de la Scala en Madrid

Como en Sevilla, el R¨¦quiem de Verdi, tra¨ªdo por los coros y orquesta de la Scala de Mil¨¢n, bajo la direcci¨®n de Riccardo Muti, moviliz¨® a los madrile?os. A la puerta del auditorio eran muchos quienes limosneaban una entrada, y, dentro, el local aparec¨ªa atestado y dispuesto a un entusiasmo que estall¨® ya en cuanto los cantores e instrumentistas italianos aparecieron en el estrado.Hubo cambios con relaci¨®n a la versi¨®n de la Maestranza. La mezzo Dolora Zajick posee una voz grande y hermosa, de gran tonalidad dram¨¢tica, aunque su musicalidad no supere la de la D'lntino, dicho sea en elogio de las dos. El tenor, Vincenzo la Scola mejor¨® la marca de su colega Leech particularmente en todo aquello que tiene algo que ver con el belcantismo, lo que en Verdi es bastante.

El acondicionamiento ac¨²stico

Desde un punto de vista comparativo, lo m¨¢s sobresaliente fue comprobar hasta qu¨¦ punto una ac¨²stica condiciona una versi¨®n. El largo tiempo de reverberaci¨®n del auditorio y la presencia invasora que el sonido alcanza en la sala de Garc¨ªa de Paredes restaron claridad a la exposici¨®n y quitaron poes¨ªa en beneficio de una espectacularidad que nunca debiera ir en contra del detalle, el justo equilibrio y la claridad. Para entendernos, podr¨ªamos decir que el R¨¦quiem sevillano fue hondamente po¨¦tico y con un cierto distanciamiento que enaltece la categor¨ªa art¨ªstica de la versi¨®n; el de Madrid result¨® arrebatador, apabullante, m¨¢s provocador de sensaciones que de emociones. Siete u ocho minutos de ovaci¨®n rubricaron la estupenda actuaci¨®n de los milaneses, especialmente queridos y admirados, como ya es sabido, por los espa?oles.