Pol¨ªtica y espect¨¢culo
Dec¨ªa Franklin Delano Roosevelt que la convenci¨®n no era el m¨¦todo id¨®neo para elegir candidatos presidenciales' pero s¨ª era el mejor de los conocidos. Nadie sabe si el l¨ªder que gan¨® cuatro convenciones consecutivas pensar¨ªa lo mismo despu¨¦s de ver la de Nueva York, donde los delegados parecen m¨¢s dedicados al turismo y a las relaciones p¨²blicas que al debate pol¨ªtico.Forrnalmente, la convenci¨®n tiene el poder soberano para elegir candidatos, aunque la mayor¨ªa de los delegados vienen ya comprometidos por los resultados de las elecciones primarias que' se han celebrado desde febrero en los 50 Estados. Como Bill Clinton es el que m¨¢s delegados tiene, ser¨¢ el designado formalmente hoy como candidato presidencial.
En otros tiempos, eso no era tan f¨¢cil. Las convenciones eran escenarios de presiones y pugnas subterr¨¢neas. Como en 1924, tambi¨¦n en Nueva York, donde fueron necesarios 17 d¨ªas de reuniones y 103 votaciones para elegir a John Davis.
Ahora, los casi 5.000 delegados se limitan a proclamar en voz alta al candidato escogido. El resto del tiempo de los cuatro d¨ªas de reuniones los emplean en acudir a innumerables fiestas, algunos encuentros con delegaciones de otros Estados, declaraciones a la prensa, compras y paseos.
Al filo de la medianoche
Los discursos del pleno de la convenci¨®n tienen un horario muy poco norteamericano: desde las cinco de la tarde hasta la medianoche. Los delegados se levantan tarde y suelen emplear la ma?ana en tomarse fotos junto al Empire State y acudir a los c¨®cteles de bienvenida que les ofrece la ciudad.
Hay tambi¨¦n algunas reuniones de intercambio de influencias: esas en las que se pide un puente en Wyoming o una escuela en Reno al equipo del candidato que puede llegar a ser presidente. Se dan tambi¨¦n entrevistas semisecretas entre dirigentes liberales y conservadores para tratar de acallar las discrepancias, pero, en general, el resultado de la reuni¨®n est¨¢ decidido de antemano.
Bill Clinton permanece casi todo el tiempo en la habitaci¨®n de su hotel, preparando el discurso de media hora de aceptaci¨®n de candidatura que pronunciar¨¢ ma?ana en la noche. Albert Gore hace m¨¢s apariciones p¨²blicas para lanzar su imagen.
No todos los delegados presentes en Nueva York son completamente fieles al Partido Dem¨®crata. Se da, por ejemplo, el caso de una delegada de Nuevo M¨¦xico que fue elegida como independiente y que apoya a Ross Perot. O el director de cine Oliver Stone, que fue elegido como delegado de Jerry Brown, y que est¨¢ en contra de todos los partidos pol¨ªticos.
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