El 1%
La realidad virtual, tan de moda, parece la versi¨®n contempor¨¢nea de las antiguas cerraduras, dotadas de un agujero del tama?o de un ojo. De hecho, llam¨¢bamos a ese agujero ojo de la cerradura para distinguirlo del ojo de la cara, expresi¨®n utilizada tambi¨¦n para indicar el precio de mirar por el ojo de la cerradura. El caso es que superponiendo los dos ojos se produc¨ªa un efecto ¨®ptico en el que aparec¨ªa una perspectiva lineal que reproduc¨ªa el fragmento de una habitaci¨®n en la que alguien se desnudaba o se vest¨ªa o se duchaba o rezaba el rosario o hac¨ªa calceta. La tecnolog¨ªa de aquellos a?os no permit¨ªa un cat¨¢logo m¨¢s amplio de realidades simuladas tridimensionales.Gracias al progreso, ahora te colocan un casco que lleva un agujero inform¨¢tico al que te puedes asomar con los dos ojos. El equipo se completa con Unos guantes que provocan sensaciones t¨¢ctiles, como si tu cuerpo hubiera penetrado en el mundo de los fantasmas tridimensionales a trav¨¦s del orificio cibern¨¦tico. Los militares son los que m¨¢s saben de realidades simuladas, de alucinaciones;, de hecho, la tecnolog¨ªa virtual es en su origen, igual que el bol¨ªgrafo o el tubo del dent¨ªfrico, un invento militar al que m¨¢s tarde se le encuentran aplicaciones comerciales. En recientes declaraciones, un mando de la OTAN explicaba que con esta tecnolog¨ªa se puede simular un 99% de la realidad militar, pero -a?ad¨ªa- "no podemos matar gente, que es el 1% que nos falta".
O sea, que en la realidad virtual, al contrario que en la realidad real, existen l¨ªmites morales del 1%. Propongo que nos traslademos a ella y desde all¨ª nos asomemos a cada uno de nosotros, y a los magreb¨ªes y a Maastricht y a Sarajevo y a los serbios, como a un juego de ordenador: como si se tratara de una realidad virtual, virtualmente imposible.
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