Sin empujar
Comprendo que los responsables del malentendido est¨¦n nerviosos y quieran recuperar cuanto antes la l¨®gica de la situaci¨®n, pero sin empujar. El a?o 1992 era prometido como el de todos los prodigios, el padre de todos los a?os, y asegurados estaban crecimientos econ¨®micos, puestos de trabajo y saltos hacia el futuro a lomos de los briosos corceles de la inversi¨®n extranjera. Cualquier pregunta sobre c¨®mo iban a repercutir los fastos de 1992 en la deuda futura era acogida como desestabilizadora, una prueba m¨¢s de que hay terrorismo de pensamiento, palabra, obra y omisi¨®n.Luego Solchaga empez¨® a nublar el horizonte y a ponerle cubitos de hielo a la prosperidad, a medida que no le sal¨ªan las cuentas, ni a ¨¦l ni a la reactivaci¨®n econ¨®mica del Norte esperada tras la espectacular victoria en el Golfo. ¨²ltimamente, el aspecto de Solchaga era t¨¦trico, escarbando con los ojos los bolsillos del personal y persiguiendo con las palabras cualquier recurso a la esperanza. Volvieron a llamarle lo de siempre: monetarista, thatcheriano, neoliberal... insultos sin ton ni son. Yo ya ve¨ªa que el nadador se ahogaba de verdad, y prueba de que tiene la boca por debajo de la l¨ªnea de flotaci¨®n es que hasta se dispone a explicar a los sindicatos la miseria que nos amenaza.
Pero en 48 horas la presi¨®n hacia el p¨¢nico se ha acentuado en los medios de incomunicaci¨®n de masas en manos del Gobierno: ?inflaci¨®n, paro, devaluaci¨®n real, fuga de los inversores! Do?a Rosa Conde aparece con acentos de sibila de gran depresi¨®n, y descubrimos que el Estado debe casi todas las aspirinas y los parches Sor Virginia que nos han permitido una mayor esperanza de vida. Ya s¨¦ que vamos para miserables y desasistidos, pero sin empujar. A tanta modernidad le hac¨ªa falta un poco de plato ¨²nico, y a tanto cuarto de ba?o per c¨¢pita, una temporadita de comuna y de p¨¢ginas econ¨®micas recortadas y absorbentes.
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