Un logro discreto
LA II Cumbre Iberoamericana, celebrada en Madrid en un a?o emblem¨¢tico para Espa?a, concluy¨® ayer con una declaraci¨®n final llena de buenos prop¨®sitos. Es positivo que se vaya creando para Latinoam¨¦rica, Espa?a y Portugal un cuerpo de doctrina en torno a la libertad, la democracia y los derechos humanos por el que, idealmente, acaben rigi¨¦ndose todos los integrantes de esta comunidad iberoamericana que se pretende constituir. Los cuerpos de doctrina, sin embargo, operan por consenso y no tienen m¨¢s reglas de aplicaci¨®n que la voluntad de Gobiernos sustentados por el voto de la ciudadan¨ªa. Para que la declaraci¨®n resulte verdaderamente cre¨ªble, falta en m¨¢s de uno de sus firmantes, presentes o ausentes, la universalidad en el respeto de los derechos que se consagran. En este sentido, ser¨ªa lamentable que esta flamante comunidad siguiera, por poner un ejemplo, el camino emprendido por la Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa (CSCE) y pasara, como ella, de los p¨ªos deseos a la ineficacia.Era inevitable que 21 jefes de Estado tan heterog¨¦neos se movieran entre el extremo de la ampulosidad ret¨®rica del presidente dominicano y la sequedad sem¨¢ntica del de M¨¦xico. Inevitable y, probablemente, reflejo fiel de las grandes diferencias que separan a unos de otros. Acaso lo m¨¢s significativo de esta cumbre haya sido que la armon¨ªa entre los asistentes no ha eclipsado su condici¨®n de l¨ªderes de un mundo en ebullici¨®n y lleno de problemas. Por debajo de las galanas frases, segu¨ªan vivas cuestiones desestabilizadoras en muchos de los pa¨ªses, desde la farsa de los narcotraficantes colombianos hasta la tragedia del terrorismo peruano, pasando por el esc¨¢ndalo de la vida p¨²blica brasile?a o las dificultades de un presidente al que el Congreso venezolano proh¨ªbe viajar.
Pero ese continente latinoamericano, que es el protagonista pasivo de tanta atenci¨®n, ha llegado a la saturaci¨®n de palabras, de revoluciones y de proyectos. Le aquejan de manera especialmente dura algunos de los problemas m¨¢s terribles que inciden sobre la humanidad: el hambre, el narcotr¨¢fico, la degradaci¨®n de las condiciones de vida de grandes bolsas de poblaci¨®n (especialmente ind¨ªgenas), la sanidad... El informe hecho p¨²blico por el Unicef con ocasi¨®n de la cumbre es escalofriante: 15 millones de ni?os luchan por una "supervivencia err¨¢tica" en las calles de las ciudades latinoamericanas. Muchos morir¨¢n, ninguno recibir¨¢ ense?anza alguna, todos malviven sin esperanza. Los problemas de la econom¨ªa, de las finanzas, del equilibrio en el desarrollo ecol¨®gico, parecen insalvables.
Poca entidad parecen tener los acuerdos espec¨ªficos sobre la hipot¨¦tica creaci¨®n de un mercado com¨²n del conocimiento y de un fondo de protecci¨®n de las minor¨ªas ind¨ªgenas si se los relaciona con las necesidades reales del continente. Dos son las exigencias que har¨ªan cre¨ªbles las aspiraciones contenidas en la Declaraci¨®n de Madrid: por una parte, que, efectivamente, los esfuerzos en pro de la "reestructuraci¨®n de la econom¨ªa" y la "liberalizaci¨®n del comercio" tuvieran un reflejo menos escaso en la realidad. Cuestiones como la miniguerra del pl¨¢tano o como la incapacidad de los pa¨ªses m¨¢s ricos de concluir la Ronda Uruguay del GATT son la barrera m¨¢s rotunda impuesta a los buenos prop¨®sitos de la nueva comunidad. Por otra parte, ning¨²n futuro es contemplable para el continente latinoamericano si no se orienta con realismo por la senda de la regionalizaci¨®n de las diferentes econom¨ªas complementarias; el porvenir se encuentra en proyectos tales como el Tratado de Libre Comercio entre Canad¨¢, Estados Unidos y M¨¦xico, y no en construcciones hueras y carentes de entidad.
La cumbre de Madrid ha completado las coordenadas que empez¨® a dise?ar la de Guadalajara: un marco de libertad y democracia. Un logro discreto, pero serio. Y una ausencia lamentable: la de Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, trabajador incansable para la celebraci¨®n de ambas. Corresponde ahora a los acto res mostrar su sinceridad para llenarlo de contenido. Un sue?o dificil, pero al que debe darse el margen de confianza que merecen los grandes proyectos.
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