La nodriza vengativa
Dentro de lo que siempre se ha denominado policiaco psicol¨®gico, cada vez proliferan m¨¢s las pel¨ªculas donde un sacrosanto hogar norteamericano, una casa maravillosa, un matrimonio encantador, unos hijos mod¨¦licos, como si fuesen los protagonistas de cualquier anuncio, es invadido por un ser exterior maligno que trata de destruirlo todo, al igual que ocurre con los microbios que penetran en un organismo sano hasta enfermarle.Tras el largu¨ªsimo t¨ªtulo La mano que mece la cuna es la mano que domina al mundo, que parece un refr¨¢n o aforismo norteamericano, tal como se dice en la propia pel¨ªcula, se esconde uno de los m¨¢s t¨ªpicos policiacos psicol¨®gicos basados en este esquema. En esta ocasi¨®n el elemento exterior maligno, el microbio, es una fr¨ªa, rubia y atractiva mujer que, tras perder a su marido, a su hijo y su fortuna, ha enloquecido y trata de vengarse de quienes cree que han causado su desgracia. Contratada como ni?era de la mujer de quien quiere vengarse, gracias a su habilidad como nodriza, criada y amiga, logra arrebatarle el cari?o de sus hijos y de su marido, y est¨¢ a punto de destruir este prototipo de hogar norteamericano.
The hand that rocks the cradle
Director: Curtis Hanson. Guionistas: Amanda Silver. Fotograf¨ªa: Robert Elswit. Int¨¦rpretes: Annabella Sciorra, Rebecca de Momay, Matt McCoy. Estados Unidos, 1992. Estreno en Madrid: Amaya, Benlliure, Excelsior, Palacio de la M¨²sica, Parquesur, Aluche.
Venganza rubia
Estas dos terceras partes de La mano que mece la cuna son lo m¨¢s interesante, pero al girar en torno a una situaci¨®n ¨²nica resulta en exceso repetitiva. Poco a poco, a trav¨¦s de una serie de escenas similares, la nodriza, mientras da de mamar a escondidas al reci¨¦n nacido y fascina con sus pechos a su padre, va desplazando a la madre del centro del hogar para octipar su puesto. Este proceso es m¨¢s querido que real, aparece m¨¢s en boca de los personajes que se ve en las im¨¢genes, no acaba de estar conseguido.En su ¨²ltimo tercio, una vez descubierta la personalidad de la nodriza y sus malvadas intenciones, La mano que mece la cuna da un giro, deja de ser un policiaco psicol¨®gico para convertirse en una pel¨ªcula de terror donde s¨®lo se pretende asustar al espectador. Su posible atractivo se diluye hasta desaparecer, en un final que se pretende feliz, pero antes que nada es demasiado convencional.
Est¨¢ dirigida con cierta soltura por Curtis Hanson, un buen guionista que, como suele ser habitual, desde que se ha convertido en realizador casi nunca es el autor de los guiones de sus pel¨ªculas, en cuyo haber aparecen dos interesantes policiacos, como son Falso testigo (1986) y Malas influencias (1990); y hace un buen dibujo del prototipo de la familia norteamericana, pero sobre todo reivindica la utilizaci¨®n de los primeros planos de objetos, alto t¨ªpico del cine mudo, casi perdido por la influencia de la televisi¨®n, en cuya diminuta pantalla se pierden, literalmente no se ven.
No obstante, Curtis Hanson no puede luchar contra la desigual estructura del gui¨®n de Amanda Silver en sus primeras dos terceras partes, ni contra el hecho de que en el tercio final se convierta en otra cosa. Tampoco logra vencer la rigidez de Rebecca de Mornay, que crea una nodriza tan fr¨ªa, tan calculadora, tan mala, que no se comprende c¨®mo la familia la soporta y no la despide enseguida, lo que hace irreal el personaje y de rebote la pel¨ªcula, y lleva al p¨²blico a aplaudir encantado en la absurda escena en que la madre descubre la verdad y propina un derechazo de especialista a la nodriza.
Babelia
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