Juicio selectivo

LOS DATOS revelados por una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) sobre la actitud de los estudiantes de ense?anzas medias ante la selectividad avalan el prop¨®sito del ministro de Educaci¨®n de promover un debate sobre el actual modelo de pruebas de acceso a la Universidad. La cuesti¨®n es complicada -una especie de cuadratura del c¨ªrculo, dados los objetivos encontrados y los intereses distintos que confluyen en la prueba de selectividad-, pero es imprescindible abordarla: los indicadores de calidad en la ense?anza universitaria se han deteriorado gravemente en la ¨²ltima d¨¦cada (a la vez que se ha producido una mejora en los niveles de preescolar, EGB, formaci¨®n profesional y BUP), a lo que, seguramente, no son ajenas las deficiencias en los mecanismos de selecci¨®n establecidos en el inicio de la vida universitaria.El desconocimiento por parte de una mayor¨ªa de alumnos de BUP y COU (el 54% de los encuestados) de que pueden presentarse varias veces a la selectividad y la percepci¨®n negativa que tienen de dicha prueba (el 79% la considera exclusivamente como una criba basada en criterios cuantitativos y ajena a cualquier objetivo de calidad de la ense?anza) son datos que apuntan, efectivamente, a una deficiente sincronizaci¨®n del actual modelo de prueba de acceso a la Universidad con los fines globales propios del sistema educativo. La actitud estudiantil tiene, obviamente, un alto componente subjetivo, pero el hecho de que sea compartida por una mayor¨ªa tan abultada le otorga una dimensi¨®n objetiva indudable: los defectos y las disfunciones percibidas existen sin duda en la realidad.

Pero, seguramente, la visi¨®n m¨¢s negativa afecta al curso de orientaci¨®n universitaria (COU), al que un 48% de los estudiantes encuestados, frente a un 45%, considera "in¨²til" o "muy in¨²til", aunque la mayor¨ªa de los alumnos matriculados en dicho curso manifiesten un juicio m¨¢s matizado. La ausencia de actividades de asesoramiento y de informaci¨®n oral sobre las distintas opciones abiertas a los aspirantes universitarios es la principal carencia observada por los encuestados. Quiz¨¢, por ello, la encuesta destaca que s¨®lo dos de cada diez universitarios estudian de hecho la primera opci¨®n solicitada al ingresar en la Universidad. Tal desproporci¨®n entre los deseos y la realidad no s¨®lo es imputable al juego inexorable de la ley de la oferta y la demanda (en determinadas carreras, la demanda es efectivamente muy superior a la oferta), sino tambi¨¦n a claras deficiencias de orientaci¨®n educativa en el curso que tiene encomendada justamente esa tarea.

Sobre las alternativas a la actual situaci¨®n, los encuestados difieren: un 35% se muestra a favor de crear una prueba espec¨ªfica de acceso en cada centro universitario; un 29% prefiere que el primer a?o de la carrera universitaria sea selectivo, mientras que un 22% rechaza la existencia de cualquier prueba. Sin duda, tales opciones chocan con algunos de los rasgos definitorios del modelo de selectividad: servir no s¨®lo de medio de canalizaci¨®n y distribuci¨®n de la demanda de ingreso en la Universidad, sino tambi¨¦n de comprobaci¨®n del funcionamiento de un sistema educativo cada vez m¨¢s descentralizado y necesitado, por ello, de mecanismos de evaluaci¨®n externa. Resolver el gran problema de c¨®mo garantizar el puesto adecuado a los deseos y a los conocimientos del estudiante que llama a las puertas de la Universidad no implica, seguramente, la supresi¨®n sin m¨¢s de la selectividad. La salida puede estar en una mejora de su realizaci¨®n y, desde luego, en dar al COU el sentido que pretende su propia denominaci¨®n: un curso de orientaci¨®n y antesala a la Universidad, no una barrera m¨¢s ante ella.