'Limpieza ¨¦tnica' sin¨®nimo de terror
Las fuerzas serbias acorralan a croatas y bosnios musulmanes para que abandonen sus hogares
Arrestos durante el d¨ªa, palizas por la noche y terror a todas horas dibujan el panorama cotidiano de la ciudad bosnia de Banja Luka. Los serbios conducen por las calles, algunos con m¨¢scaras y guantes de piel negra, disparando al aire sus rifles autom¨¢ticos y gritando consignas ultranacionalistas. Los reactores de su ej¨¦rcito pasan tan bajos como para romper los cristales de las ventanas y los helic¨®pteros retumban sobre los tejados. A partir de las diez de la noche hay toque de queda, pero antes tan s¨®lo los que van borrachos o drogados, o los que est¨¢n armados hasta los dientes, se atreven a salir a la calle. Para los musulmanes y los croatas, cualquier hora del d¨ªa es un horror.Banja Luka es la segunda ciudad de Bosnia-Herzegovina, en un tiempo un agradable lugar habitado por unos 110.000 serbios y 75.000 musulmanes y croatas. Pero, como en otras localidades del norte de Bosnia, las autoridades serbias est¨¢n forzando a las otras minor¨ªas a levantar el vuelo. Mientras la atenci¨®n internacional ha obligado a los serbios a replantear su pol¨ªtica de campos de concentraci¨®n, en estas ciudades la expulsi¨®n se ha acelerado. En las villas m¨¢s grandes no se les obliga a marcharse a punta de pistola, aunque la gente comenta que en los pueblos m¨¢s peque?os ¨¦sa era la costumbre de los serbios.
La violencia f¨ªsica y psicol¨®gica que fuerza a escapar a quienes no son serbios est¨¢ decorada con edificios enteros llenos de lemas y s¨ªmbolos serbios, y una radio que martillea a la poblaci¨®n con definiciones repetidas de "croatas fascistas" y "musulmanes fundamentalistas". Muchos de ellos han empapelado hasta los troncos de los ¨¢rboles con peticiones de permuta de sus casas por cualquier cosa en otro lugar, incluida la martirizada Sarajevo.
Seg¨²n informes oficiales y testimonios de residentes, los musulmanes y croatas han sido despedidos de sus trabajos. La polic¨ªa irrumpe en sus domicilios buscando armas sin ning¨²n disimulo. Cualquier calle puede ser acordonada por sorpresa para pedir la documentaci¨®n a los viandantes. As¨ª se llevan a los j¨®venes en edad militar.
Para escapar del reclutamiento obligatorio en las fuerzas serbias, o el destino en el cercano campo de concentraci¨®n de Manjaca si se niegan, los j¨®venes croatas y musulmanes se esconden y peregrinan de un hogar seguro a otro para que la polic¨ªa no les pille durmiendo en su propia casa. "Vivimos como ratas", dice musulm¨¢n que se niega a dar su nombre. "He sido idiota, pens¨¦ que la limpieza ¨¦tnica nunca ocurrir¨ªa aqu¨ª". La diferencia racial entre los ortodoxos serbios, los cat¨®licos croatas y los musulmanes es pr¨¢cticamente inapreciable.
Goran, un croata de 42 a?os, est¨¢ sentado sobre su maleta. Fue expulsado de su casa por no querer engrosar las filas serbias. Estar casado con una ortodoxa no ha sido para ¨¦l garant¨ªa de seguridad. "Esto es limpieza ¨¦tnica pura en medio de un asquerosa guerra civil".
Hay dos lugares en Banja Luka que se llenan estos d¨ªas de musulmanes y croatas. Uno es la oficina, de la Cruz Roja, donde llegan para pedir ayuda e informaci¨®n sobre c¨®nyuges o hijos que han desaparecido. El otro es un oficina de administraci¨®n de la ciudad, donde muchos firman la renuncia a sus hogares antes de recibir autorizaci¨®n para emigrar.
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