Los toros se quedaron sordos
Hab¨ªa un inmenso griter¨ªo. Hab¨ªa un inmenso, permanente, ensordecedor griter¨ªo. Las localidades altas se llenaron de pefias, con sus uniformes, sus bombos, sus bien templadas gargantas (bueno: algunas, s¨®lo regular) y no paraban de gritar. Seg¨²n iban llegando empezaban a pegar gritos y continuaron peg¨¢ndolos hasta que termin¨® la funci¨®n.O quiz¨¢ tambi¨¦n despu¨¦s, no se sabe. Jesul¨ªn de Ubrique hab¨ªa cortado oreja y ese era buen motivo para seguir gritando. Seg¨²n algunos aficionados, el motivo era, en realidad, para poner el grito en el cielo, pero esa es distinta forma de gritar. El resto del p¨²blico proteg¨ªa los o¨ªdos con lo que pod¨ªa -las manos, generalmente-, mientras los toros no pod¨ªan tap¨¢rselos con nada y se quedaron sordos. Hubo uno que lo intent¨®, el primero. Nunca lo hiciera; porque al ir a poner la pezu?ita tal que ac¨¢, se le desbarat¨® la canilla, qued¨® cojito y lo devolvieron al corral.
Corte / Cancela, Mart¨ªn, Jesul¨ªn
Cinco toros del Conde de la Corte (uno fue rechazado en el reconocimiento), terc¨ªados pero con trap¨ªo, desiguales de cabeza -desde e comicorto sospechoso hasta el veleto, desde el astigordo al cornal¨®n astifino-, inv¨¢lidos, deslucidos, 4? y 6? mansos. 1? del Conde de Sobral, chico y comicorto, devuelto al inutilizarse un brazuelo; sobrero, del mismo hierro, escaso de pitones, incierto. Luis Cancela: estocada corta ladeada (algunos pitos); tres pinchazos estocada corta delantera atravesada y rueda de peones (pitos). Pepe Luis Mart¨ªn: pinchazo, estocada corta tendida y rueda de peones (silencio); estocada corta atravesada escandalosamente baja (silencio). Jesul¨ªn de Ubrique: pinchazo hondo traser¨ªsimo (silencio); estocada, rueda de peones -aviso-y descabello (oreja). Plaza de Colmenar Viejo, 29 de agosto. Primera corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Toros sordos dificiles son de torear. Toros burriciegos en sus distintas deficiencias oftalmol¨®gicas, da igual pr¨¦sbitas de vista cansada o miopes de los que ven menos que Pepito Leches, tienen su t¨¦cnica lidiadora, recogidas ya en las viejas tauromaquias y desarrolladas felizmente a medida que avanzaba la ciencia en el transcurso de los tiempos. En cambio, para los toros sordos las tauromaquias no dicen nada; ni las antiguas ni las modernas. Es que, ni mencionarlos. L¨®gicamente, los toreros se desconcertaban. Dec¨ªan los toreros: "?J¨¦, toro!", el toro respond¨ªa: "El verano pasado fue m¨¢s caluroso, francamente", y no hab¨ªa manera de entenderse.
El di¨¢logo de sordos lo resolvi¨® Jesul¨ªn de Ubrique en el ¨²ltimo toro, poniendo su cuerpo juncal pegado a los o¨ªdos teInientes. El toro, que estaba aplomadote, no tuvo otro remedio que embestir. Cuando al principio de la faena embisti¨®, Jesul¨ªn le dio unos derechazos vulgarcillos con la suerte descargada. Luego, al quedarse paradito el toro, Jesul¨ªn lo citaba de espaldas, daba circular el pase, ligaba con uno de pecho, este con otro y se distanciaba, marchoso, de la oblonga refriega. Eso lo hizo media docena de veces y le vali¨® una oreja, solicitada a gritos y celebrada con descomunal estruendo.
Al tercer toro lo hab¨ªa toreado Jesul¨ªn de Ubrique a su peculiar manera, que incluye las descargazones mencionadas, pico y todo lo dem¨¢s, y emocion¨® poco. Luis Cancela, con mal lote, no pudo cuajar faena alguna, pese a sus reiteradas tentativas.
Pepe Luis Mart¨ªn, por el contrario, instrument¨® a su primero un toreo de buen corte -este matador s¨ª se cruzaba con el toro, s¨ª le cargaba la suerte- aunque la corta embestida le impidi¨® redondear las tandas de naturales que prodig¨® con torer¨ªa manifiesta. El quinto le desconcert¨® sin duda por mor de la sordera- y lo mulete¨® sin mando y sin garbo. Hab¨ªa sido aquel un toro de gran fijeza en los dos primeros tercios y sin embargo sac¨® en el ¨²ltimo un geniecillo revoltoso que crisp¨® al artista.
El festejo transcurri¨® muy deslucido. Toros inv¨¢lidos y desconcertantes, toreros sin una tauromaquia apropiada para poderlos lidiar, no dan felicidad. Adem¨¢s, ven¨ªan r¨¢fagas de g¨¦lido ventarr¨®n serrano que ater¨ªa los cuerpos y estremec¨ªa los corazones. De manera que la afici¨®n lo pas¨® mal. En cambio los j¨®venes de las pe?as lo pasaron estupendamente: dijeron lo que les pareci¨® bien, gritaron cuanto quisieron, cantaron, bailaron, agradecieron en el alma que Jesul¨ªn de Ubrique diera circulares de espaldas y cuando acab¨® la corrida irrumpieron en las calles de Colmenar para continuar la fiesta.
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