Urbino y sus murallas
Las murallas renacentistas de la localidad italiana de Urbino son un s¨ªmbolo de la dificultad que tienen las ciudades europeas para conservar su patrimonio arquitect¨®nico. Esas bellas murallas tambi¨¦n suponen un motivo de reflexi¨®n sobre la recuperaci¨®n de los centros hist¨®ricos que, argumenta el articulista, no debe hacerse pensando s¨®lo en los turistas. El reto est¨¢ en, pensando en la gente, intervenir en los interiores conservando los jardines.
Hace poco tiempo regresaba a Espa?a procedente de Urbino con la imagen de una ciudad rodeada por sus impresionantes murallas renacentistas. A los pocos d¨ªas le¨ª en EL PA?S del 12 de junio una sorprendente noticia: "se derrumba la muralla renacentista de Urbino por falta de presupuesto". Lo parad¨®jico del caso era que mi estancia en esa ciudad, joya del renacimiento italiano, hab¨ªa tenido como objetivo asistir al congreso internacional La ciudad y sus murallas, donde se hab¨ªa debatido la necesaria conservaci¨®n de las ciudades amuralladas.Las murallas que circundan Urbino se extienden a lo largo de tres kil¨®metros y fueron construidas, en su mayor parte, durante el siglo XVI. El trozo que se ha derrumbado data en cambio del XVII. Fue presentado en dicho congreso un estudio realizado en 1988 que permit¨ªa identificar m¨¢s de ocho puntos con peligro de derrumbamiento en la muralla, tres de ellos especialmente graves. Ninguno de los presentes, salvo el profesor Croci que lo expuso, fuimos conscientes de la alarmante situaci¨®n en que se encontraban; incluso en el programa del congreso no figuraba la obligada visita a ver con los propios ojos aquello que se mostraba en una fr¨ªa sala, con proyectores y traducci¨®n simult¨¢nea. Estas circunstancias son las que me mueven a escribir ahora sobre algunos aspectos que hacen referencia al problema que plantea actualmente la conservaci¨®n y la inserci¨®n de las murallas en la vida de las ciudades de nuestros d¨ªas. Urbino es un palpable ejemplo de la dificultad que entra?a la conservaci¨®n de las ciudades, ese dif¨ªcil arte de unir pasado, presente y futuro, que en definitiva es sabidur¨ªa de vivir.
La ciudad ofrece un entorno perfecto -no en balde la ciudad de Rafael Sanzio ha sido llamada la Ciudad Lineal- para reflexionar sobre las ciudades y el territorio considerados como una unidad. All¨ª se puso de relieve la necesidad de formaci¨®n a las nuevas generaciones en el campo de la conservaci¨®n urbana, incentivando a la organizaci¨®n de cursos que traten sobre problemas de restauraci¨®n en las ciudades hist¨®ricas mediante el di¨¢logo y, sobre todo, fomentando la ilusi¨®n por el futuro de las mismas.
Son las ciudades de tama?o. medio las que m¨¢s f¨¢cilmente pueden resolver los complejos problemas que se avecinan en nuestro mundo moderno. Junto a este entorno un espl¨¦ndido edificio del arquitecto De Carlo, moderno, funcional, valiente, pero perfectamente inserto en el tejido urbano renacentista de Urbino, ha sido el auditorio donde se han ido sucediendo im¨¢genes de murallas de Europa. Una vez m¨¢s lo nuevo y lo antiguo han presidido una reuni¨®n para hablar de restauraci¨®n monumental.
"Excrementos de lata"
El congreso, como todos los que se celebran en Italia, comenz¨® tarde, aqu¨ª no se pod¨ªa esgrimir el pretexto del tr¨¢fico tan h¨¢bilmente manejado para justificar los retrasos italianos. Hace tiempo que el per¨ªmetro amurallado excluy¨® los coches, a los que el arquitecto De Carlo defini¨® como "excrementos de lata". Comenz¨® tarde porque los retrasos ya son un h¨¢bito en la vida social italiana. Unas expresivas im¨¢genes de la eliminaci¨®n del muro de Berl¨ªn, en el invierno de 1989, sirvieron para inaugurarlo. Las murallas que la mayor¨ªa de las veces a lo largo de la historia se levantaron para defenderse de los ataques a las ciudades, en este caso se levantaron como un freno a la libertad.
Aquello que era el objetivo del encuentro de Urbino: la conservaci¨®n y restauraci¨®n de las murallas, por unos instantes fue sustituido con las secuencias de los alemanes de uno y otro lado abraz¨¢ndose, destrozando, arrasando el muro que los separaba, brindando con cerveza sentados en un muro lleno de pintadas proclamando la a?orada libertad.
Las sugestivas murallas de ciudades europeas se fueron sucediendo. Urbino, Ferrara, Roma, York, Zamora, ?vila, Barcelona, Tarragona, Granada, Dubrovnik, tr¨¢gicamente bombardeada actualmente... tienen, a pesar de m¨²ltiples circunstancias, todav¨ªa sus per¨ªmetros delimitados en amplias zonas por murallas. Otras ciudades utilizaron las murallas siguiendo el ejemplo de Haussman en Par¨ªs (1830-1848), para crear grandes vias-boulevards; Giuseppe Poggi (1811-1901), en Florencia, derribar¨¢ las murallas construyendo un anillo de nuevos barrios a lo largo de todo el per¨ªmetro; Viena con la creaci¨®n del Ring (1859-1872) tambi¨¦n eliminar¨¢ sus murallas para incluir la ciudad antigua en el sistema viario de la ciudad moderna.
Un anillo verde que sustituye a las antiguas fortificaciones es lo que se producir¨¢ igualmente en muchas ciudades n¨®rdicas: Colonia, Leipzig, L¨¹bek y Copenhague. En algunos casos fueron bellas e ingeniosas soluciones en su tiempo. Actualmente este tipo de intervenci¨®n est¨¢ fuera de lugar en la visi¨®n contempor¨¢nea de la conservaci¨®n arquitect¨®nica. Las puertas de estas murallas divid¨ªan dos mundos, el campesino y el ciudadano. Eran las fronteras reales de unas ciudades que se resguardaban, se cerraban; en ocasiones las cercas se multiplicaron de tal manera que unas encerraban a otras formando c¨ªrculos conc¨¦ntricos. Las murallas han sido uno de los elementos de arquitectura m¨¢s controvertidos en la Europa de los ¨²ltimos dos siglos. En m¨²ltiples ocasiones fueron derribadas, pero hoy se preservan con gran cuidado.
Las murallas de Urbino han sido un pretexto, un buen pretexto, para meditar los pros y los contras que las experiencias desarrolladas en los ¨²ltimos a?os en este ciudad nos suministran. Por un lado hemos podido comprobar una ciudad invadida por visitantes dominicales, como tantos pueblos italianos, si bien de una manera diferente. Muchas de sus edificaciones han sido rehechas en gran medida situ¨¢ndose sobre sus imponentes murallas. Estas primeras im¨¢genes de quien llega a una ciudad m¨ªtica, por muchas razones se fueron entremezclando en el desarrollo con lo que se hablaba y se mostraba en el congreso y con las numerosas passegiate en que volv¨ªa nuevamente a relucir una ciudad ocupada durante el d¨ªa por grupos de colegiales ataviados con m¨¢quinas fotogr¨¢ficas, entre gritos y carreras, preguntando junto a sus profesores, con plano en ristra, por cualquier pizzer¨ªa entremezcl¨¢ndose don estudiantes que sub¨ªan por el paseo de las murallas procedentes de los colegios universitarios que se hab¨ªan situado a las afueras de la ciudad. Una de las cosas que m¨¢s nos llam¨® la atenci¨®n fue una viejecita vestida de negro, desde los pies a la cabeza, ya que un pa?uelo tambi¨¦n negro se la cubr¨ªa. Observamos que sal¨ªa de una casa de piedra, probablemente en gran parte rehecha.
Luz y turismo
Era de las personas que seg¨²n nos dijeron a¨²n segu¨ªan viviendo dentro de las murallas despu¨¦s que un criterio de conservaci¨®n a ultranza fuese aplicado en Urbino basado exclusivamente en su reciente universidad y el turismo. Actualmente el centro hist¨®rico de Urbino est¨¢ muy despoblado, no es c¨®modo habitar en su interior. Aunque la ciudad se hace a¨²n m¨¢s atractiva al anochecer el despoblamiento se hace m¨¢s patente, eso s¨ª entre tenues luces, sin esa moda actual a la que son tan proclives nuestras ciudades de poner aut¨¦nticos reflectores en los centros hist¨®ricos que hacen perder la capacidad de evocaci¨®n en sus arquitecturas.
La experiencia de Urbino nos ense?a que la recuperaci¨®n de los centros hist¨®ricos no deben hacerse para los turistas sino para sus gentes; la recuperaci¨®n de la arquitectura tiene el gran reto de intervenir en los interiores conservando los jardines que participan de la estructura de la calle, haciendo m¨¢s habitables las viviendas, posibilitando los accesos, controlando el tr¨¢fico, peatonalizando calles... All¨ª donde se pone impedimento al acceso del coche sin dar soluciones alternativas, inmediatamente se sumerge en un decadente abandono. Pero al margen de estas consideraciones, Urbino sobre todo es un ejemplo de recuperaci¨®n de sus espacios y sus murallas. La restauraci¨®n de la rampa renacentista de Francesco di Giorgio ha restituido hoy a la ciudad su uso original. Es posible acceder a la ciudad en pleno siglo XX como se hac¨ªa en el mismo Renacimiento.
Otro ejemplo: un antiguo camino sobre las murallas ha sido recuperado hace a?os por el arquitecto De Carlo para hacer un recorrido p¨²blico, peatonal y panor¨¢mico, sirviendo de enlace entre las dos colinas que delimitan su perfil. Estas intervenciones han sabido respetar el tradicional equilibrio entre estructura urbana y paisaje.
El enemigo
Hoy los problemas con que nuestra sociedad afronta la conservaci¨®n de las ciudades hist¨®ricas son similares; la necesidad de mantener los monumentos en su integridad y autenticidad es com¨²n a todos los pueblos. La original soluci¨®n dada a las murallas de Urbino ha tenido gran influencia en muchas ciudades italianas y europeas, ha sido una bella e inteligente aportaci¨®n de la arquitectura actual al problema de falta de uso que presentaban.
Ya no era necesario defender la ciudad de los ataques del enemigo, pero s¨ª era necesario fomentar el paseo entre sus habitantes y visitantes. Del mismo modo que creo que la recuperaci¨®n de sus murallas ha sido un modelo tenido en cuenta en el tratamiento de estos l¨ªmites que circundan las ciudades, la restauraci¨®n de la zona que se ha derrumbado ser¨¢ una experiencia apasionante de c¨®mo nuestra sociedad se esfuerza por recomponer las murallas de la m¨¢s perfecta ciudad renacentista.
Francisco Javier Gallego Roca es arquitecto.
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