La noche de la divisi¨®n europea
Londres no quiso decir que se sal¨ªa s¨®lo temporalmente
"La libra esterlina y la lira italiana se salen del SME; la peseta espa?ola se deval¨²a un 5%; el resto no se mueve". Eran las 5.40 de la madrugada del jueves. El portavoz del comit¨¦ monetario de la CE acababa de anunciar el fin de una reuni¨®n de casi seis horas y entregaba el comunicado. A su alrededor, en medio de un revuelo poco ha bitual en el vest¨ªbulo del edificio Borschette, en Bruselas, m¨¢s de un centenar de periodistas corr¨ªan a transmitir la noticia.
Horas antes, a la ca¨ªda de la tarde londinense, el canciller del Exchequer (ministro de Finanzas brit¨¢nico), Norman Lamont, no hab¨ªa podido aguantar m¨¢s. Hab¨ªa tenido una jornada de locura tratando de mantener la paridad de la libra esterlina, pero todos los esfuerzos fueron vanos y, al final, decidi¨® provocar la convocatoria urgente del comit¨¦ monetario, presidido en estos momentos por Francia. El mismo anunci¨® que el comit¨¦ se reunir¨ªa en Bruselas a las 10.30 de la noche (21.30 horas en Londres).
Las llamadas fueron inmediatas. A las 7.30 de la tarde (hora espa?ola), aproximadamente, los dos representantes espa?oles en el comit¨¦ -el subgobernador del Banco de Espa?a, Miguel Mart¨ªn, y el director general del Tesoro, Manuel Conthe- preparaban sus papeles con las ¨®rdenes pertinentes del Ministerio de Econom¨ªa antes de tomar el Mistere rumbo a Bruselas.
"No puedo atenderos, de verdad, esperad a que termine la reuni¨®n, ya veremos ( ... ), no tengo ni idea", coment¨® un elegante Conthe huyendo del acoso de un grupo de periodistas. Miguel Mart¨ªn, como otros responsables europeos que fueron llegando entre las 11 y las 11.30 de la noche, sonre¨ªa.
A medianoche, las puertas se cerraron. El Borschette qued¨® custodiado por efectivos de la polic¨ªa. Dentro, en la sala, se cortaba la tensi¨®n. Brit¨¢nicos e italianos, que iban con la decisi¨®n ya tomada de salirse del sistema, culpan a Alemania de la crisis monetaria. Los espa?oles intentan que se queden todos y proponen una soluci¨®n cooperativa, de forma que si era necesario un reajuste, se hiciera para que no se desintegrara el SME. Los franceses, con mucha cautela, se limitan a recoger opiniones. Portugal no reacciona. Los holandeses entran en acci¨®n y, alineados. con alemanes y belgas, se oponen al reajuste propuesto por Espa?a con el argumento de que ya era tarde para ello. Lo cierto es que nadie quer¨ªa hablar de reajuste y s¨ª de la salida de algunas monedas.
La discusi¨®n se prolonga sin encontrar otra soluci¨®n. La libra y la lira se salen inevitablemente y la peseta se convierte en el centro de atenci¨®n. Alemania presiona para que la peseta tambi¨¦n se salga. Para evitar la especulaci¨®n, los espa?oles aceptan devaluar su moneda, aunque hab¨ªan ido a la reuni¨®n con la idea contraria. Durante una hora, las delegaciones redactan el comunicado. Los brit¨¢nicos vuelven a crear problemas al no querer poner "temporalmente" ni nada que concrete por cu¨¢nto tiempo se salen del SME o si lo hacen para siempre.
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