Dinamarca exige cambios a Maastricht para poder ratificar el tratado
El primer ministro dan¨¦s, Poul Schl¨¹ter, plante¨® ayer la exigencia de un Tratado de Maastricht lo suficientemente flexible como para admitir las inquietudes danesas e insisti¨® en que si su pa¨ªs no lo ratifica, el tratado no llegar¨¢ a ver la luz. Schl¨¹ter desea una limitaci¨®n de las competencias de la Comisi¨®n, mayor transparencia en la gesti¨®n de la Comunidad Europea (CE) y la matizaci¨®n de objetivos como la moneda ¨²nica, la ciudadan¨ªa comunitaria y la pol¨ªtica de defensa com¨²n.
El conservador Schl¨¹ter anunci¨¦ que si se responde favorablemente a esos planteamientos, los daneses podr¨ªan ratificar ¨¦l tratado en la primavera de 1993 o en el oto?o. Dinamarca espera poder consensuar sus demandas en el seno de los Doce.La CE no puede seguir adelante mientras Dinamarca no someta a refer¨¦ndum en 1993 un protocolo al acuerdo que garantice m¨¢s democracia, m¨¢s apertura y menos centralismo entre los Doce, dijo ayer el primer ministro dan¨¦s, quien al t¨¦rmino de un consejo de ministros record¨® al resto de la Comunidad que, de acuerdo con el Tratado de Roma, el proceso de la integraci¨®n europea debe ser ratificado por todos sus miembros para poder llevarse a la pr¨¢ctica.
Los daneses se negaron a ratificar el acuerdo de Maastrich el pasado 2 de junio, lo que provoc¨® un terremoto en todas las capitales europeas cuya ¨²ltima sacudida ha sido el ajustad¨ªsimo s¨ª franc¨¦s. Desde aquel d¨ªa, Copenhague busca una f¨®rmula que permita a los daneses participar en el proyecto de la, integraci¨®n europea y los resultados del pasado domingo le permiten ofrecer una posici¨®n, de fuerza.
Schl¨¹ter est¨¢ preparando un llamado libro blanco en el que se, recogen las propuestas danesas al Tratado de Maastrich, que ser¨¢ presentado el 12 de octubre a los socios comunitarios para tratar de lograr un acuerdo especial con ellos. De conseguirse ese asentimiento, a?adido como protocolo al tratado, el primer ministro dan¨¦s tiene, planes de someterlo a refer¨¦ndum en la primera mitad de 1993, cuando Dinamarca ocupe la presidencia semestral de la Comunidad, aunque dej¨® en el aire la posibilidad de que no se llegue a votar hasta pasado el verano.
Schl¨¹ter manifest¨® ayer que su Gobierno "tratar¨¢ de ser inteligente y evitar provocar una reacci¨®n de rechazo inmediato" en la Comunidad, que podr¨ªa sentirse herida por el aprovechamiento dan¨¦s de la actual coyuntura de crisis. El primer ministro, no obstante, habl¨® de que abogar¨¢ por la limitaci¨®n de las competencias de la Comisi¨®n", el Ejecutivo de los Doce, y manifest¨® su deseo de que ¨¦sta informe de sus decisiones con rapidez al Consejo de Ministros, que tendr¨ªa la ¨²ltima palabra. "Las propuestas de directivas, elaboradas por la Comisi¨®n y que van claramente contra la corriente de los deseos nacionales de los Estados miembros, deben poder ser rechazadas por el Consejo de Ministros", a?adi¨®.
Los daneses tambi¨¦n aspiran a matizaciones en el prop¨®sito de crear una Pol¨ªtica de defensa com¨²n, una moneda ¨²nica y una ciudadan¨ªa europea, entre algunas de las ambiciones del Tratado de Maastricht.
La tarea del Gobierno dan¨¦s para convencer a sus socios comenzar¨¢ en octubre pr¨®ximo, cuando los jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad acudan el d¨ªa 16 a la cumbre extraordinaria convocada por el primer ministro brit¨¢nico, John Major. En esa reuni¨®n, se?al¨® Schl¨¹ter, se discutir¨¢ el futuro de la Comunidad, una mayor estabilidad para las divisas europeas y el proceso de integraci¨®n de nuevos pa¨ªses en la CE, el cual, dijo, no deber¨ªa posponerse. En este ¨²ltimo contexto, el primer ministro dan¨¦s asegur¨® que la ola de escepticismo sobre la integraci¨®n europea, y la tormenta monetaria no deben ser obst¨¢culos para los pa¨ªses que han solicitado su adhesi¨®n al club de Bruselas, o est¨¢n en camino de hacerlo, como Suecia, Finlandia, Austria y Suiza.
Schl¨¹ter, que defendi¨® el s¨ª a Maastricht durante el refer¨¦ndum dan¨¦s, agreg¨® que los europeos deben encontrar un equilibrio y fortalecer su cooperaci¨®n para evitar la llegada al poder de los nuevos nacionalismos, a los que calific¨® de "peligrosos".
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