Sentirse astronauta y no morir en el intento
Viaje en un simulacro de vuelo espacial, con gravedad cero de la Agencia Espacial Europea
Las consignas eran claras. En el cursillo sobre seguridad, los doctores lo advirtieron: dormir bastante y bien. No desayunar mucho ni tomar muchos l¨ªquidos. No beber alcohol la noche anterior. No ponerse perfumes fuertes para no perturbar los experimentos. No llevar objetos sueltos. No mover la cabeza y fijar la vista en un punto durante los periodos de extragravedad. El principal fantasma: el mareo. Para prevenirlo, una pastilla. Pero si no puede evitarse hay que tener cuidado en vomitar directamente en la bolsa, y cerrarla bien, de forma que la, papilla no quede a disposici¨®n de la ausencia de gravedad y flote por todo el avi¨®n. Un m¨¦dico viajar¨¢ a bordo.Hora de partida: las 10.45 del mi¨¦rcoles 7 de octubre. Objetivo: 30 par¨¢bolas en el avi¨®n SE 210 Caravelle, que la Agencia Espacial Europea alquila al Centro Franc¨¦s de Estudios Espaciales (CNES), y que ha sido vaciado, dejando s¨®lo 15 asientos, para instalar los aparatos de las investigaciones cient¨ªficas. Es el m¨¦todo habitual en Rusia, EE UU y Europa para el entrenamiento de astronautas y la preparaci¨®n de los experimentos espaciales.
Las negociaciones empezaron con la ESA en julio, y pasaron por dos minuciosos chequeos m¨¦dicos de cuatro horas, con electrocardiograma y ecocardiograma incluidos. Es importante saber que el coraz¨®n se encuentra en perfectas condiciones y que puede resistir cambios tan importantes y ajenos a la vida cotidiana. Pero la prueba m¨¢s importante fue la c¨¢mara de altitud, en la que los aspirantes al vuelo parab¨®lico son sometidos en 10 minutos y con las correspondientes m¨¢scaras de ox¨ªgeno a la presi¨®n sentida a 10.000 metros de altitud. El objetivo: comprobar c¨®mo reacciona el organismo a cambios bruscos de presi¨®n... por lo que pueda suceder en el Caravelle, un avi¨®n atacado por s¨²bitos ascensos y ca¨ªdas.
?C¨®mo se comporta un periodista ante presiones tales? Siente un fuerte dolor de o¨ªdos durante el descenso. Otros compa?eros de c¨¢mara sienten una inc¨®moda expansi¨®n de gases en el abdomen que les obliga a soltarse el cintur¨®n. Aunque los preparativos para este vuelo comenzaron hace tres meses, hasta la v¨ªspera no hubo plena conciencia de en qu¨¦ consist¨ªa la 20a campa?a de vuelos parab¨®licos, de microgravedad (porque, en realidad, no es ausencia total, sino presencia m¨ªnima de esta fuerza que permite a las-personas tener los pies en la Tierra, a los objetos sostenerse sobre el suelo y a todos caerse hacia abajo).
El Caraveile traza una par¨¢bola, similar a la trayectoria que sigue el agua que sale de una manguera ligeramente inclinada hacia arriba, que produce durante un periodo de unos 20 segundos la anulaci¨®n de la fuerza de gravedad en el interior del aparato. Cuando se encuentra a 8.000 metros de altura, el avi¨®n embiste y adquiere una fuerte inclinaci¨®n de 30 grados, de 40 grados despu¨¦s, de 50 grados finalmente, que le llevan hasta los 10.000 metros de altura. Durante los 20 segundos que dura este ascenso se produce una extragravedad (2 g, el doble de la normal).
Despu¨¦s, y tras un par¨®n en sus dos motores, el Caravelle dibuja una par¨¢bola de libre ca¨ªda -pasa de 10.000 a 11.000 metros y desciende nuevamente a los 10. 000- en la que durante 20 segundos se produce la microgravedad. Es la imagen tantas veces vista por televisi¨®n de los astronautas en el espacio flotando y movi¨¦ndose muy lentamente. Despu¨¦s, los motores entran nuevamente en acci¨®n y la pesadez de la extragravedad vuelve durante otros 20 segundos en un descenso acelerad¨ªsimo con una inclinaci¨®n igual a la del ascenso y que devuelve el avi¨®n hasta los 8.000 metros. Finalmente, llega un periodo de descanso -o sea, con el avi¨®n horizontal y la gravedad normal- durante dos o tres minutos... Y vuelta a empezar. As¨ª, 30 veces.
Estos vuelos parab¨®licos, seg¨²n explica Ralf Johnson, jefe de estas campanas para la ESA, son una herramienta muy ¨²til para desarrollar experimentos de corta duraci¨®n con vistas a prepararse para las investigaciones espaciales. ?Cu¨¢les son los mejores zapatos para agarrarse y poder mantener las posturas deseadas?; ?cu¨¢les son las mejores. superficies para fijar un bol¨ªgrafo o un papel?; ?c¨®mo les afecta este estado a unos huevos de rana fecundados?; ?cu¨¢les ser¨¢n las mejores conexiones para el futuro laboratorio Columbus?
Imposible ya volverse atr¨¢s. Cinco, cuatro, tres, dos, uno... Empieza la 2 g. Todo pesa extraordinariamente. Todo resulta extra?o. La relaci¨®n aprendida durante tantos a?os con los objetos y el cuerpo propio no tiene nada que ver con lo que se siente ahora. Casi imposible moverse. Los brazos se han vuelto de plomo y el cuerpo queda aprisionado en el asiento o pegado al suelo. La desagradable sensaci¨®n dura 20 segundos. El copiloto avisa: 30 grados, 40 grados, injection (inyecci¨®n)... De repente, todo flota. Y lo aprendido durante tantos a?os vuelve a hacerse a¨²n m¨¢s desconocido.
Nada pesa. Nada aprieta. No es el vuelco de est¨®mago de la monta?a rusa. No hay ninguna sensaci¨®n de peligro. Es algo mucho m¨¢s relajante y agradable. Ning¨²n roce. Dicen que la llama de fuego tiende a extinguirse; que las superficies m¨¢s pegajosas son menos eficaces que otras menos adherentes para sujetar objetos; que los zapatos de estilo mono -con una especie de tenazas delanteras- se hacen dif¨ªciles de manejar. Se habla poco de los experimentos porque, ante el apresuramiento de los 20 segundos, lo importante es grabarlo todo meticulosamente para analizarlo despu¨¦s despacio.
Para quien no tiene nada que experimentar m¨¢s que su cuerpo, lo interesante es observar, desde el techo del avi¨®n, los asientos ah¨ª abajo, trepar por las paredes como una ara?a, recorrer la nave boca abajo de atr¨¢s adelante, observar c¨®mo cualquier m¨ªnimo movimiento se multiplica hasta el infinito. C¨®mo el m¨ªnimo atisbo de movimiento de una pierna hacia atr¨¢s permite tumbarse o dar una voltereta en el aire.
Es como regresar al l¨ªquido amni¨®tico. Con un espont¨¢neo compa?erismo que consiste en algo tan b¨¢sico como agarrarse o sujetarse para que la llegada de la extragravedad (2 g) no sorprenda al cuerpo en una mala posici¨®n que, con la ca¨ªda, provoque alg¨²n da?o.
Avisa el copiloto: 30 grados, 40 grados, recovery (recuperaci¨®n). Y la ca¨ªda es brutal, todo se derrumba con el doble de aceleraci¨®n que la habitual. Y, una vez abajo, todos parecen muertos: por la pesadez que impide mover el cuerpo y por la precauci¨®n contra el mareo que impide mover la cabeza. Como si de repente un gas letal hubiera terminado con toda esa vida que hace unos segundos se mostraba tan expansiva. Esos vulnerables cuerpos que se mostraban tan felices por los aires, tan libres de todo, est¨¢n tirados en el suelo, quietos y en silencio. Dos de ellos, completamente mareados.
Con la investigaci¨®n espacial, tiempo y dinero se relativizan m¨¢s que nunca y nada. Desde la distancia, uno puede pensar que es absurdo invertir a?os y a?os y cientos y cientos de millones en una simple investigaci¨®n de zapatos adhesivos. Pero ahora es m¨¢s f¨¢cil entender la enormidad de cualquier peque?o paso.
Despu¨¦s de dos horas y media de cambios, y con un gran cansancio encima, desconcierta reencontrarse con la normalidad, con un cuerpo que se mueve normalmente, con unos objetos que pesan lo normal. Hay una conclusi¨®n: lo bien y c¨®moda que est¨¢ hecha la Tierra para vivir en ella.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.