Un coloso en apuros
General Motors trata de salvar su nueva crisis
Hace 40 a?os que Charles E. Wilson, entonces presidente de General Motors Corporation (GMC), dijo en el Congreso de Estados Unidos: "Lo que es bueno para el pa¨ªs es bueno para General Motors y lo que es bueno para General Motors es bueno para el pa¨ªs". Wilson fue criticado en aquel momento por hacer tan temeraria afirmaci¨®n. Pero el juicio, en gran manera, sigue siendo cierto hoy d¨ªa, pese a que GMC ha pasado otra p¨¢gina de su triste historia reciente.S¨®lo el tama?o de General Motors -123.000 millones de d¨®lares de ingresos totales y m¨¢s de medio mill¨®n de empleados en Estados Unidos, 78 1.000 en todo el mundo- la convierte en una compan¨ªa muy importante para la supervivencia de millones de personas. Pero la importancia simb¨®lica de la empresa va mucho m¨¢s all¨¢ del dinero y los puestos de trabajo. En otra ¨¦poca fue un ejemplo de lo que pod¨ªan ser las mejores empresas estadounidenses, en las ¨²ltimas d¨¦cadas se ha convertido en un lamentable espect¨¢culo de las dificultades de la industria de EE UU para responder al cambio global y a la competitividad.
. Hay lecciones que extraer de la historia de GM para todos los estadounidenses, que contemplaron, el lunes la forzada dimisi¨®n del presidente de GMC, Robert C. Stempel. Los analistas creen que el gigante GMC puede todav¨ªa cambiar su rumbo y recobrar parte del brillo que tuvo desde 1920 hasta los a?os cincuenta, cuando no era s¨®lo la industria m¨¢s grande del mundo, sino tambi¨¦n la m¨¢s respetada.
Multitud de causas llevaron a GMC a su actual estado, pero entre todas ellas la principal es que parti¨® del elegante sistema que traz¨® su legendario presidente, Alfred P. Sloan Jr. Sloan, que dirigi¨® GMC entre 1920 y 1956, combati¨® a Henry Ford y su negro Modelo T ofreciendo coches para todos los gustos y bolsillos, desde el Chevrolet al Pontiac pasando por el Oldsmobile, Buick y Cadillac. Pero lo hizo econ¨®micamente, utilizando el m¨¢ximo de partes intercambiables de las eficaces cadenas de producci¨®n de GMC para sacar, en efecto, cinco autom¨®viles distintos con un coste igual al que otros fabricantes ten¨ªan para producir uno o dos modelos.
. Eran a?os de ¨¦xito para General Motors. Los rivales Chrysler y Ford iban bien, pero General Motors iba mejor. La empresa reflejaba la econom¨ªa estadounidense, en la que el ¨¦xito parec¨ªa interminable y conseguido sin esfuerzo. El mercado automovil¨ªstico norteamericano, despreocupado de los competidores extranjeros en los a?os cincuenta, se convirti¨® en lo que los economistas llaman una oligarqu¨ªa.
Llega el escarabajo
En los sesenta, se empez¨® a resquebrajar la lealtad a GMC. El Escarabajo de Volkswagen. endureci¨® la lucha por el segmento de coches peque?os. En los setenta, vino un cambio econ¨®mico global. Subi¨® el precio del petr¨®leo y se hicieron populares los coches que consum¨ªan poco. Los fabricantes japoneses comenzaron a responder a los nuevos deseos de los compradores.
GMC comenz¨® a hacer modelos diferentes bajo la misma denominaci¨®n. Chevrolet fabric¨® coches grandes y peque?os. Cadillac, la marca m¨¢s lujosa, sac¨® un modelo peque?o. Como cada modelo precisaba piezas y maquinaria propias, GMC comenz¨® a perder sus ventajas en los. costes y empez¨® a ganar menos dinero en cada veh¨ªculo.
Pero en la gran empresa no se dieron por enterados de que las cosas estaban cambiando. Sacaba el triple de beneficios que Toyota, NIssan y Volkswagen juntas. Mientras GMC descansaba, Toyota y otros fabricantes japoneses, perfeccionaban nuevas t¨¦cnicas de producci¨®n que les permit¨ªan ir del dise?o a la producci¨®n de nuevos coches m¨¢s deprisa y con menos gastos. Sus innovaciones empezaron a hacer poco competitivos los coches de GMC. Y entonces lleg¨® la inflexi¨®n de los ochenta, con las p¨¦rdidas que casi matan a Chrysler, que amenazaron a Ford e inquietaron a GMC.
Copyright Los Angeles Times
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