Francia consigui¨® el apoyo de sus socios europeos al hacerles ver el riesgo de una revuelta campesina
"En caso de aceptar las exigencias norteamericanas tendr¨ªamos que movilizar al Ej¨¦rcito para hacer frente a la mayor revuelta campesina en la reciente historia de Francia". Estas palabras de un portavoz del Ministerio de Agricultura, pronunciadas antes de la ruptura entre la CE y EE UU, explican de modo elocuente cu¨¢l ha sido la situaci¨®n de Francia, la principal potencia verde de la CE, durante el conflicto.
El portavoz de Agricultura no exageraba. Cientos de miles de labradores y ganaderos franceses viven desde hace m¨¢s de un a?o en situaci¨®n de movilizaci¨®n permanente. Una movilizaci¨®n que recuerda en ocasiones a las jacqueries, las revueltas contra el poder feudal que sus ancestros protagonizaron en los tiempos del Antiguo R¨¦gimen. En t¨¦rminos pol¨ªticos, ese movimiento tuvo su expresi¨®n en el masivo no del mundo rural al Tratado de Maastricht.
Un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, las cadenas de televisi¨®n francesas muestran im¨¢genes de agricultores que bloquean carreteras con sus tractores, arrojan sus productos en las puertas de los organismos oficiales y queman banderas norteamericanas. Las palabras PAC (Pol¨ªtica Agr¨ªcola Comunitaria), GATT (Acuerdo General sobre las Tarifas Aduaneras y el Comercio) y Maastricht se han convertido para ellos en sin¨®nimo de rendici¨®n ante los intereses agr¨ªcolas de Estados Unidos.
El mundo de la agricultura y la alimentaci¨®n mueve cada a?o 563.000 millones de francos, de los que el 23% corresponde a los cereales y el 3,2% a productos oleaginosos como la soja, la colza y el girasol. Los dos terrenos a los que los norteamericanos quer¨ªan hincar el diente. En esta situaci¨®n, s¨®lo la firmeza de los dirigentes franceses en la fase previa a la ruptura consigui¨® calmar los ¨¢nimos campesinos. Jean-Pierre Soisson, ministro de Agricultura, obtuvo una victoria al hacer comprender a sus colegas europeos que no se pod¨ªa ceder ante Estados Unidos. Fue por lo que, antes del encuentro final
en Chicago, los ministros de la CE, reunidos en Luxemburgo, enviaron un claro mensaje a Washington: una conclusi¨®n feliz de la negociaci¨®n de la Ronda Uruguay, iniciada en 1986, no se har¨ªa a cualquier precio.
El apoyo alem¨¢n a Francia fue decisivo. En el avi¨®n que le llevaba a Luxemburgo en compa?¨ªa de Soisson, el ministro alem¨¢n Ignaz Kiechle declar¨®: "Si las propuestas norteamericanas no var¨ªan, Francia no ser¨¢ la ¨²nica que dir¨¢ no". Un apoyo que permiti¨® a Soisson afirmar que las consideraciones electoralistas norteamericanas no conseguir¨ªan forzar la firma de un acuerdo contrar¨ªo a los intereses franceses antes del 3 de noviembre. Y as¨ª ha sido.
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