Bolonia, la utop¨ªa
La indisciplina ha herido el plan de Winkler
Claudio Sassi, un comunista dogm¨¢tico y bonach¨®n, amado y odiado por los bolo?eses en la misma proporci¨®n, puso patas arriba la ciudad entre 1985 y 1990, el lustro en el que fue concejal de tr¨¢fico. Dos a?os despu¨¦s, Sassi sigue levantando pol¨¦micas. La semana pasada la Iglesia bolo?esa arremeti¨® contra ¨¦l por su "diab¨®lica" insistencia en crear un consultorio jur¨ªdico para travestidos. ?Pero qu¨¦ hab¨ªa pasado en Bolonia para que el gran Sassi, como le llaman muchos, se dedicara a hablar de travestismo y no de tr¨¢fico?Sassi fue sacrificado por su grupo, el ex Partido Comunista Italiano (PCI). El PCI perdi¨® su mayor¨ªa en las elecciones de 1990 por razones ajenas a la guerra que mantuvo contra el coche, seg¨²n cree Sassi. "Lo que influy¨® fue el derrumbe de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. El tr¨¢fico incide, pero no decide", repite por dos veces. La Bolonia roja empezaba a deste?irse, y el ex PCI, hoy PDS (Partido Democr¨¢tico de la Izquierda), tuvo que pactar con el partido Siocialista y el socialdem¨®crata, que pusieron una condici¨®n: Sassi deb¨ªa dejar la concejal¨ªa de Tr¨¢fico (ahora es responsable de Patrimonio y Vivienda).
Todos los grupos estaban a favor de las medidas restrictivas, pero han bastado dos a?os de Gobierno tripartito para que el plan degenerara: la vigilancia se relaj¨®, las autorizaciones se desmadraron y el centro se volvi¨® a llenar de coches, aunque nunca como antes de las restricciones.
Los conductores han olvidado la letra peque?a del plan, escrita para que los peatones y los coches autorizados pudieran convivir en el centro. As¨ª, el l¨ªmite de velocidad (30 kil¨®metros por hora) no se respeta, las motos impiden que las calles de peatones se inunden de silencio y sosiego y las se?ales de prohibido aparcar son puro adorno.
El proyecto bolo?¨¦s, refrendado por el 75% de la poblaci¨®n en un refer¨¦ndum hace nueve a?os, pretend¨ªa "reconquistar el espacio que la circulaci¨®n y el aparcamiento hab¨ªan robado a las personas", comenta Sassi. Bolonia cuenta con un casco hist¨®rico de m¨¢s de cuatro kil¨®metros cuadrados delimitado por su muralla y sus 10 puertas medievales. ?se era el espacio que hab¨ªa que conquistar. "La contaminaci¨®n hab¨ªa alcanzado niveles alarmantes", explica Sassi.
La guerra de la Independencia
El Ayuntamiento recurri¨® a un extranjero, al profesor alem¨¢n Bernhard Winkler, para elaborar el plan, ya que en Bolonia no hab¨ªa nadie ajeno a la batalla pol¨ªtica y t¨¦cnica que se organiz¨®. Winkler delimit¨® varias calles para uso exclusivo de peatones y pretendi¨® expulsar del centro todo el tr¨¢fico de paso. Se inventaron distintivos para los veh¨ªculos de residentes, comerciantes y de servicios, y se dej¨® v¨ªa libre al taxi y al autob¨²s. Y ni un coche m¨¢s. Entonces estall¨® la guerra de la Independencia bolo?esa.
En la calle de la Independencia, uno de los ejes comerciales de la ciudad, se concentraban los detractores del plan Winkler. La v¨ªa se cerr¨® al tr¨¢fico, se abri¨®, se volvi¨® a cerrar. Ahora es un extrao engendro: mitad para coches, mitad para peatones. "Yo creo que el coche debe estar en los aparcamientos, pero aqu¨ª no hay. Son peque?os, escasos y caros", opina el camisero Grazziosi, que no se resigna a ver c¨®mo las tiendas "tradicionales y de calidad" (car¨ªsimas) son sustituidas por comercios baratos. "Si el Ayuntamiento quiere cerrar la calle, que la pavimente en condiciones, pero se ha limitado a poner una valla". El comerciante dice que sus ventas han descendido un 20%.
Al final, Bolonia aplic¨® la parte m¨¢s barata y f¨¢cil del proyecto Winkler: las restricciones. El 80% restante es a¨²n una utop¨ªa. "Se necesitan 20 a?os para hacer todo lo previsto: miniaparcamientos en las puertas de entrada, rehabilitaci¨®n de las plazas que sirven de estacionamiento, modernizaci¨®n de la flota de autobuses, y, sobre todo, una red de metro y tranv¨ªa", explica Winkler. "Pero en Italia todo lo que cuesta dinero es un problema".
Ahora Bolonia tiene nuevo concejal de Tr¨¢fico, el tercero en dos a?os. Se llama Marco Pol¨ª, y ha dise?ado un plan de salvaci¨®n:
-Aumentar de 60 a 90 los agentes de tr¨¢fico del centro.
- Reducir el tiempo de carga y descarga.
- Instalar c¨¢maras en los puestos de acceso para fotografiar a los veh¨ªculos infractores.
- Reducir el n¨²mero de autorizaciones de 70.000 a 45.000.
- Duplicar las multas. De 4.500 a 9.000 pesetas.
Armando Cocuccioni, director del Consorcio de Transportes de Bolonia (ATC), espera que, por fin, la nuevas medidas signifiquen un aumento de usuarios del autob¨²s. En 1988, con las primeras restricciones, la ATC increment¨® en cuatro millones anuales el n¨²mero de kil¨®metros de sus recorridos porque esperaba que los autobuses se llenaran de automovilistas arrepentidos. Pero no fue as¨ª.
"Hasta 1991 no registramos un aumento de la demanda. La mayor parte de la gente segu¨ªa utilizando el coche por inercia, aunque s¨ª notamos que creci¨® la venta de billetes sencillos del viajero ocasional", explica. Para Cocuccioni, el gran salto lleg¨® un d¨ªa del invierno pasado, cuando se prohibi¨® completamente la circulaci¨®n por el centro a causa de la contaminaci¨®n. "Entonces conseguimos que se unieran dos a?os de mentalizaci¨®n con la experimentaci¨®n del transporte p¨²blico. Este a?o la tendencia de crecimiento est¨¢ en un 8%".
Bolonia est¨¢ ahora en pleno debate. Las voces radicales, como las del arquitecto Luigi Cervellati, prefieren el "¨²nico procedimiento": "El coche no entra en la ciudad. Punto y basta".
Modelo de Bolonia
El tr¨¢fico privado est¨¢ prohiido entre las 7.00 y las 20.00 el interior del per¨ªmetro formado por la muralla de la ciudad (4,5 kil¨®metros cuadrados).En el periodo limitado s¨®lo pueden acceder al centro los 70.000 veh¨ªculos autorizados: 25.000 de residentes y el resto de comercianes, trabajadores con plaza de aparcamiento, taxis y coches de servicios).
Otros 20.000 coches se cuelan. En teor¨ªa deben circular a 30 kil¨®metros por hora.
Existe una red de calles para peatones que suelen atravesar bicicletas y motocicletas.
La carga y descarga se debe efectuar entre las 9.30 y las 18.00 (se evitan las horas punta).
Varias l¨ªneas de autobuses -algunos el¨¦ctricos- y de minibuses cubren el ¨¢rea central de la ciudad. La flota tiene una antig¨¹edad media de 11 a?os.
Los proyectos de metro y tranv¨ªa, la gran laguna del plan bolo?¨¦s, est¨¢n a la espera de la financiaci¨®n estatal.
S¨®lo hay tres aparcamientos p¨²blicos y, en teor¨ªa, est¨¢ prohibido aparcar en la mayor parte del centro.
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