Una joya de exposici¨®n
Museo de Teruel, Teruel. Del 29 de octubre al 29 de noviembre de 1992.
Ciudad de ceniza (tomado de un verso de Juan Eduardo Cirlot) es una exposici¨®n peque?a, pero una joya de exposici¨®n. Sus comisarios, Juan Manuel Bonet y Enmanuel Guigon, ya hab¨ªan compartido el comisariado conjunto de otra muestra excelente, titulada El objeto surrealista en Espa?a (1990). Emmanuel Guigon, adem¨¢s, fue el responsable de otra importante exposici¨®n, Automatismos paralelos, en donde se revisaba la abstracci¨®n europea de posguerra. Detr¨¢s de ellos est¨¢ la Diputaci¨®n Provincial y el Museo de Teruel, con un equipo mod¨¦lico y una programaci¨®n siempre interesante, que ha mostrado, entre otras cosas, a R¨¢fols Casamada, Eugenio Granell, Charo Pradas y el collage surrealista.
Pero el inter¨¦s de esta muestra no radica tan s¨®lo en sus piezas: paralelas a ella, y durante dos d¨ªas, se han desarrollado unas jornadas en torno a Luis Bu?uel, que fueron en realidad en torno al surrealismo espa?ol, con la participaci¨®n de Agust¨ªn S¨¢.nchez Vidal, Antonio Saura, Francesc Rod¨®n, Enrique Granell (que habl¨® de J. E. Cirlot) y Manuel P¨¦rez Lizano. Carlos Edinundo de Ory, creador del postismo junto a Eduardo Chicharro, disert¨®, lleno de una admirable claridad y vitalidad, sobre las diferencias entre postismo y surrealismo.
Revisi¨®n
De todos es sabido que uno de los movimientos que m¨¢s cuajaron en las vanguardias de preguerra fue el surrealismo. ?ste se llegar¨ªa a convertir, en la posguerra, en una suerte de adolescencia de la modernidad, es decir, una fase por la que. se -ten¨ªa que pasar para alcanzar la madurez de un estilo propio, fuera ¨¦ste el informalista u otro. En este sentido, esta exposici¨®n comparte mi tesis de que, dentro de los modelos surrealistas que les eran dados a aquellos j¨®venes de la posguerra, el m¨¢s apreciado fue el de Mir¨®, cuya pureza -como nos recuerda J. J. Tharrats en el cat¨¢logo- era contrapuesta al exhibicionismo de Dal¨ª. La muestra, adem¨¢s, inicia una revisi¨®n -y yo dir¨ªa que a¨²n no todo lo cr¨ªtica que pudiera ser- de la evoluci¨®n del surrealismo en Espa?a y de sus conexiones con el grupo ortodoxo franc¨¦s. J. M. Bonet, en efecto, se refiri¨® al olvido por parte de la colecci¨®n del Reina Sof¨ªa, de este periodo y de estos grupos, que, ciertamente, habr¨¢n de ser en un futuro objeto de un estudio m¨¢s pormenorizado.
En Catalu?a, Dau al Set recuperar¨¢ a Mir¨®, a Klee, a Picabia, el lado m¨¢gico y oscuro del surrealismo, la m¨²sica de Shoenberg y el jazz. Si exceptuamos el Grupo P¨®rtico de Zaragoza, creado en 1947 (otro gran olvidado, esperemos que no por mucho tiempo, de nuestro Museo Nacional), constituye la primera gran recuperaci¨®n- del esp¨ªritu vanguardista de preguerra. Junto a bellas obras de Brossa, T¨¢pies, Cuixart y Tharrats, esta muestra ha redescubierto a Planasdur¨¢, un artista que luego desaparecer¨ªa de la vida art¨ªstica y ha mostrado a Jos¨¦ Mar¨ªa de Sucre (otro gran artista que se merecer¨ªa una retrospectiva).
La Escuela de Altamira
En Santillana del Mar, Mathias Goeritz form¨®, en 1949, la Escuela de Altamira, con la participaci¨®n de -?ngel Ferrant, Llorens Artigas, Joan Teixidor, S. Gasch, el alem¨¢n Willi Baumeister, Santos Torroella y Cuixart, entre otros, es decir, reuniendo, a protagonistas de las vanguardias de preguerra y a artistas m¨¢s j¨®venes. Se echa en falta, en la muestra, alguna obra m¨¢s de este grupo, aunque se muestran y reproducen algunos documentos en vitrinas y cat¨¢logo.
En Madrid, la librer¨ªa Clan de Tom¨¢s Seral, fundada en 1945, tambi¨¦n se hizo eco de temas fundamentalemente surrealistas. All¨ª Antonio Saura, quien por aquellas ¨¦pocas se hab¨ªa hecho imprimir una tarjeta en la que se le¨ªa, "Antonio Saura, surrealista", organiz¨®, en 1953, la muestra Artefant¨¢stico. Saura hab¨ªa conocido'el surrealismo por una revista nazi, que lo publicaba como arte degenerado, y sus primeras obras est¨¢n imbuidas de Klee y de Mir¨® (la Constelaci¨®n de 1948 y La nebulosa de 1949 son buenos ejemplos de ello), para pasar despu¨¦s a realizar unos grattages realizados con un peque?o aparato de caucho para limpiar cristales. En su Programio, de principios de los cincuenta, leemos: "Pintar con leche de v¨ªrgenes, pintar la angustia de las esferas al acercarse de las agujas, pintar las formas femeninas halladas en lo intrincado de las flores, mezclar lo duro con lo blando...". Tambi¨¦n en Clan se present¨® a un artista de Gij¨®n, Aurelio Su¨¢rez, pr¨¢cticamente desconocido hoy en d¨ªa m¨¢s all¨¢ de su tierra natal y del que esta exposici¨®n muestra cuatro obras.
En cuanto a Canarias, la tie
rra adonde viajaron Breton y
Benjamin Peret en 1935,
Eduardo Westerdhal editar¨ªa
un ¨²nico n¨²mero de De Arte
(que recuperaba el esp¨ªritu de la
famosa Gaceta del Arte), mien
tras Manolo Millares fundar¨ªa
el grupo LA ' DAC (Los Arque
ros del Arte Contempor¨¢neo).
Tras una fase daliniana en su
obra, Millares inicia sus mara
villosas Pictograf¨ªas, dos de las
cuales se muestran en Teruel,
inspiradas en Klee, Mir¨® y el
arte aborigen. De Juan Ismael,
por su parte, podemos ver algu
nos de sus magn¨ªficos collages,
de inspiraci¨®n ernstiana. Tam
bi¨¦n est¨¢n presentes en esta
muestra Alfonso Bu?uel -her
mano del gran cineasta-, Jos¨¦
Caballero, ?ngel Ferrent y,
con seis bellas obras, Joan
Mir¨®.
Del cat¨¢logo, se?alemos que, aunque podr¨ªa haber abordado otros aspectos art¨ªsticos de este periodo (estil¨ªsticos, entre otros), analiza la dimensi¨®n po¨¦tica possurrealista y reproduce numerosos docw mentos, en su mayor¨ªa de dificil consulta.
Babelia
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