Un siglo para destruir los sembrados de minas
El armaz¨®n acorazado de los bajos del veh¨ªculo de la ONU que atraviesa caminos y barbechos en el norte de Camboya es c¨®nico, para desviar la explosi¨®n de las minas que mensualmente facturan entre 300 y 700 pacientes a los hospitales del principal centro de inv¨¢lidos del planeta. Uno de cada 240 camboyanos ha perdido al menos una pierna por esta causa. "Tardar¨¢n m¨¢s de un siglo en limpiar el pa¨ªs de explosivos", dice el capit¨¢n Martin Misher.El transporte militar aparca junto a un campo minado en el que 20 camboyanos civiles aprenden c¨®mo localizar, retirar y desactivar explosivos. Cuerpo a tierra, empapados de sudor en este t¨®rrido mediod¨ªa asi¨¢tico, cuatro o cinco de ellos hunden en la tierra un florete de acero corto y empu?adura pl¨¢stica y puntean la zona donde el sensor detect¨® una mina. Poco a poco la descubre, en esta ocasi¨®n de fabricaci¨®n china, del tama?o de un tintero y fuerza suficiente para mutilar una pierna. "Muchas v¨ªctimas han sido campesinos que al descubrir las grandes minas trataron en su ignorancia de utilizarlas como cacerolas".
Nadie dispone de la cifra exacta sobre el n¨²mero de minas diseminadas por el pa¨ªs, y todas las facciones son responsables de su sembrado, pero se calcula que todav¨ªa existen entre 2 y 10 millones de explosivos enterrados en una naci¨®n relativamente peque?a: 181.000 kil¨®metros cuadrados (la tercera parte de Espa?a) y ocho millones de habitantes. Tore Skedsmo, responsable de una organizaci¨®n asistencial noruega, explica las dificultades del trabajo. "Imag¨ªnese que tienen que pinchar con un lapicero 400 veces en un metro. El desminado es parecido".
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