Luces, c¨¢mara: ?invasi¨®n!

Los 1.800 marines norteamericanos que desembarcaron el martes en la costa pr¨®xima a la ciudad de Mogadiscio pensaban que no encontrar¨ªan resistencia para controlar la zona, pero se equivocaban: un ej¨¦rcito de reporteros, fot¨®grafos y camar¨®grafos los esperaba en las arenas de la playa para entorpecer peligrosamente la misi¨®n y transmitir el primer desembarco en directo de la historia de la televisi¨®n.Parec¨ªa m¨¢s un circo o el rodaje de una pel¨ªcula de guerra que una verdadera operaci¨®n militar. Los periodistas, seg¨²n se pudo seguir en vivo desde las cadenas norteamericanas, rodeaban a cada soldado que bajaba de las lanchas y le extend¨ªan el micr¨®fono para recoger sus declaraciones o su aliento cansado. Los soldados trataban de ignorar a las c¨¢maras y cumpl¨ªan con la mayor seriedad que pod¨ªan con su rutina de excavar refugios, detectar posibles minas y parapatarse de enemigos potenciales.Pero el ¨²nico enemigo estaba a su lado, filmando sus movimientos. Los expertos militares han manifestado que el despliegue de focos durante el desembarco no s¨®lo convert¨ªa a los soldados en f¨¢cil blanco para posibles francotiradores, sino que casi anul¨® los sistemas de visi¨®n nocturna de las tropas y los helic¨®pteros de reconocimiento. "Nuestras fuerzas quedaron casi ciegas. Gracias a Dios que no encontramos oposici¨®n", dijo un portavoz del -Pent¨¢gono.El Gobierno norteamericano hab¨ªa pasado horas antes una nota en la que se advert¨ªa a los periodistas que permaneciesen en los alrededores del aeropuerto. Pero su libertad de movimientos y el af¨¢n de competencia hicieron que nadie cumpliese esas ¨®rdenes. Cuando llegaron los primeros soldados, a las 0.40 en Mogadiscio (16.40 en Washington), encontraron un frente de m¨¢s de cien c¨¢maras apostadas en la playa. Los periodistas afirman que si se hab¨ªa anunciado previamente el d¨ªa y la hora era porque el Gobierno quer¨ªa publicidad para esta misi¨®n f¨¢cil y humanitaria. El secretario de Defensa, Richard Cheney, explic¨® que esta comunicaci¨®n era para advertir a las milicias somal¨ªes.

Ahora, la mayor¨ªa de los oficiales del Pent¨¢gono cree que hubiera sido necesario repetir la f¨®rmula utilizada durante la guerra del Golfo, en la que s¨®lo se permit¨ªa los -movimientos a un reducido grupo de periodistas seleccionados, siempre escoltados por militares.Eso hubiera evitado, por ejemplo, que se filmasen esce?as, consideradas inconvenientes, en las que se observa a los soldados norteamericanos apuntando sobre algunos somal¨ªes obligados a tumbarse boca abajo. El resto de los somal¨ªes que aparec¨ªan en esa extraordinaria pel¨ªcula real s¨®lo mostraba asombro ante la llegada de aquellos hombres pintarrajeados y vestidos de astronautas a los que miraban como si fuesen marcianos.