Heroismos
Es frecuente o¨ªr de la indignaci¨®n de una mujer violada, de la madre de un chico apaleado de un ejecutivo asaltado a punta de navaja, ?fijate, a las tres de la tarde, en pleno d¨ªa!, porque, ocurriendo los hechos en plena v¨ªa p¨²blica, nadie acudi¨® a interponerse entre v¨ªctima y asaltante.Esto del hero¨ªsmo urbano es cosa que me trae a mal traer. Hasta ahora he tenido la suerte de no verme obligado a presenciar una escena de esta nueva cultura de las relaciones entre ciudadanos. Porque confieso que no s¨¦ cu¨¢l ser¨ªa mi reacci¨®n. Intuyo que no seguir¨ªa de largo, igual que no lo har¨ªa ante un accidente de tr¨¢fico con heridos; al menos, la solidaridad alcanza a la condici¨®n de testigo horrorizado.
Pero, una vez detenido en la escena del crimen, ?qu¨¦ har¨ªa yo? ?Decirle a un skinhead.- "Perdone, pero no me parece que deba usted pegarle patadas en la cabeza a este se?or"? ?Abalanzarme sobre ellos como un ninja? No soy ni cintur¨®n blanco de karate, mi cultura no es la de la violencia (hombre, tengo cierto entrenamiento en correr delante de la polic¨ªa de Franco) y, salvo la primera bofetada, ellos me dar¨ªan a m¨ª m¨¢s que yo a ellos. Esa vocaci¨®n de h¨¦roe yo no la tengo. Todo lo m¨¢s, podr¨ªa interrumpir una violaci¨®n -lo har¨ªa con gusto- aprovech¨¢ndome de la ventaja que me dar¨ªa zurrarle al violador cuando est¨¢ m¨¢s atento a otros menesteres.
Me parece que, para h¨¦roes, los polic¨ªas municipales, ?no? La presencia de patrullas en las calles, en los puntos conflictivos, contribuir¨ªa a limitar la violencia callejera y no obligar¨ªa a los ciudadanos a pasearse con complejo de culpa.
Claro que, para hero¨ªsmo, el de los soldados franceses en Somalia: contemplaron c¨®mo una mujer que se acababa de bajar de uno de sus veh¨ªculos era casi linchada y se abstuvieron de salvarla para no apartarse de la estricta neutralidad que les impone su sagrada misi¨®n.
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