Entrega al amor libre
Algo que Maria Riva no le niega a su madre es su inteligencia. Dietrich hizo siete pel¨ªculas con Josef von Sternberg -"prefiero tener un peque?o papel en una de sus excelentes pel¨ªculas que uno grande en una pel¨ªcula de otro", dec¨ªa-, y, por ejemplo, se carte¨® con Hemingway durante 25 a?os, seg¨²n recuerda Donald Spoto en su libro, en el que asegura que el escritor y la actriz nunca fueron amantes. Otro rasgo de m¨¦rito que Riva no se atreve a quitarle a su madre, aunque ponga alg¨²n pero, es la capacidad de ¨¦sta para vivir libremente el amor. 'Tara mi madre no hab¨ªa diferencias entre las personas que amaba, su amor era amor", dice.Sobre el bisexualismo de la actriz de El ¨¢ngel azul, Maria Riva explica: "Ella no pensaba en s¨ª misma como lesbiana. Incluso iba a denunciar a alguien que escribi¨® un libro contando que era una lesbiana y que. se acostaba con mujeres. Ella dijo: 'Nunca lo hice, nunca me acost¨¦ con mujeres'. Y llam¨® a su abogado. Hasta que la desanimaron porque hab¨ªa cartas que lo probaban de una u otra manera. Mi madre ten¨ªa la habilidad, lo cual bordea la esquizofrenia, de creer lo que imaginaba, y eso es muy peligroso, sobre todo para los dem¨¢s".
Donald Spoto cuenta que en el estreno de El ladr¨®n de Bagdad Marlene Dietrich coincidi¨® con siete de sus amantes, seis de ellos hombres y una mujer. Sobre la fuerza y el poder necesarios para sobrevivir a esa intensidad amatoria, Maria Riva dice: "S¨ª, tienes que tener una tremenda creencia de que eres invulnerable. Los dictadores tienen esa convicci¨®n".
Marlene Dietrich prefiri¨® siempre el idilio rom¨¢ntico al acto sexual, escribe su hija, y a?ade que el embarazo le sirvi¨® a su madre de excusa para suprimir por completo el sexo en su matrimonio con Rudolf Sieber, con quien estuvo casado durante m¨¢s de 50 a?os, aunque con vidas totalmente independientes.
Respecto a Hollywood, Riva recuerda que a su madre no le gustaba. "Odiaba Am¨¦rica, odiaba Hollywood, se sent¨ªa una arist¨®crata y pensaba que todos los dem¨¢s actores eran gitanos baratos por debajo de ella, campesinos", dice. "Ella era la arist¨®crata, y la ¨²nica raz¨®n que la mantuvo en Hollywood fue Von Sternberg, la ¨²nica persona a la que escuchaba. Ella no- o¨ªa a los estudios cinematogr¨¢ficos, no los respetaba, s¨®lo hac¨ªa algo si lo dec¨ªa Von Sternberg. Piense que al mismo tiempo que ella trabajaban all¨ª algunos de los m¨¢s grandes artistas, a los que no se molest¨® en conocer: Carole Lombard, los Hermanos Marx... De Chaplin pensaba que era un peque?o cockney de clase baja. Ella llegaba al estudio, se met¨ªa en su vestidor y se preparaba para salir. S¨®lo hablaba con su sastra, que era su confidente, conmigo y con Von Sternberg".
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