Memoria desdoblada
Una singular trama de desplazamientos, inversiones y fecundas deudas define hoy, en la trayectoria de Francesco Pistolesi (Madrid, 1956), la distancia que separa sus raices en un cierto contexto del realismo madrile?o de la apuesta desarrollada en Nueva York, ciudad en la que vive y trabaja desde finales de la pasada d¨¦cada.Mas all¨¢ de las estrategias espec¨ªficas de lenguaje el sentido de ese cambio es, ante todo, de orden conceptual, delimitando una apuesta que ya no se circunscribe al reto planteado por la esquiva naturaleza de lo que la mirada del pintor enfrenta en la experiencia directa, sino que teje una aventura mental mucho m¨¢s sofisticada y ambigua.
La muestra que marca este reencuentro de Pistolesi con su ciudad natal nos brinda, en ese sentido, un ejemplo elocuente. A menudo se ha destacado el papel que la memoria cumple, como herramienta y filtro esencial, en el Pistolesi ¨²ltimo. En esta ocasi¨®n, lo mnem¨®nico se desdobla para cumplir funciones de matiz distinto en los dos ciclos sobre los que el pintor construye el discurso de la muestra.
Francesco Pistolesi
Galer¨ªa XXI. Don Ram¨®n de la Cruz,17,3?D. Madrid. Hasta el 16 de enero.
Desde esa perspectiva, los grandes interiores evocan los espacios de la ¨²ltima casa que habit¨® el artista en Madrid. El segundo ciclo rememora, desde el Tintoretto al Giotto, hitos en la formaci¨®n de su sensibilidad. Con marcado ¨¦nfasis, en uno y otro caso, el juego de estos ciclos remite a lugares de la memoria que se identifican como ejes de la intimidad del artista -espacios o pinturas "habitados"-, referencias vertebrales que lo constituyen, m¨¢s all¨¢ del flujo accidental de lo cotidiano.
Interiores
Para los interiores, adopta una soluci¨®n perspectiva marcadamente escenogr¨¢fica pero que, -en la asc¨¦tica geometr¨ªa de los espacios desnudos y en la misma sensualidad epid¨¦rmica del tratamiento pict¨®rico- conlleva una negaci¨®n de su obsesivo ilusionismo. A su vez, cuando nos remite al paradigma hist¨®rico de la pintura, estas piezas se alejan -mediante la fragmentaci¨®n y el acento puesto en el gesto y la atm¨®sfera material de la ejecuci¨®n-, de ese gui?o estrictamente iconogr¨¢fico tan extendido en las generaciones ¨²ltimas, para definir el sentido de su reivindicaci¨®n, no en la estampa, sino en una recreaci¨®n muy personal del aroma de su lenguaje espec¨ªfico.Pero a¨²n, en una ¨²ltima vuelta de tuerca, la construcci¨®n po¨¦tica de la muestra establece una explotaci¨®n estrat¨¦gica de los mecanismos impl¨ªcitos en cada ciclo, a trav¨¦s de una disposici¨®n en el que la teatralidad de los interiores abre una prolongaci¨®n virtual del espacio de la galer¨ªa, cadencia interrumpida con met¨¢foras que se ci?en a la piel del muro. Y, como cierre dram¨¢tico, una mirada del Giotto convierte el itinerario en laberinto, fijando la circularidad eterna del tiempo de la memoria.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.