Sangre azul
Los matrimonios morgan¨¢ticos por amor no es forzoso que acaben mal. Peores perspectivas presentan los matrimonios entre personas de sangre azul, cuando los conciertan razones de Estado. Si las parejas enamoradas encuentran dificultades para permanecer unidas hasta que la muerte las separe, m¨¢s las habr¨¢n de tener las parejas de dise?o.Hay precedentes diversos, que no aclaran gran cosa. De un lado est¨¢ el fracaso matrimonial de los pr¨ªncipes de Gales; de otro, la estabilidad afectiva (o eso parece) de los emperadores de Jap¨®n y de los reyes de B¨¦lgica. Es decir, que las bodas entre pr¨ªncipes y plebeyos, o salen bien o acaban como el rosario de la aurora; igual que todas.
El problema puede ser grave, sin embargo, si se produce la ruptura, y a este respecto, el caso de los pr¨ªncipes de Gales ha sido revelador. He aqu¨ª una guapa plebeya que encuentra su pr¨ªncipe azul; el himeneo reproduce las fastuosas estampas de los cuentos de hadas y se les ve felices, comiendo perdices. Mas llegada la cruda realidad de la convivencia resulta que no se soportan y deciden separarse. Ahora bien, la guapa plebeya no quiere volver a la plebeyez, ni muerta, e impone sus condiciones: el t¨ªtulo que recibi¨® por su cara bonita; un castillo; pensi¨®n para mantener la pompa y boato correspondientes a su alcurnia; la custodia de los hijos, uno de los cuales reinar¨¢ si Dios no lo remedia. Y entonces la guapa plebeya que no soportaba a su pr¨ªncipe azul ser¨¢ madre de rey.
Casos parecidos quisieran prevenir los que recelan del matrimonio morgan¨¢tico, frente a los que defienden el derecho de los pr¨ªncipes a tener vida privada y casarse con quien quieran, como todo el mundo. Pero si heredan coronas, reinan de por vida y les legitima la sangre azul que corre por sus venas, no son como todo el mundo, ni mucho menos. O lo uno o lo otro.
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