Una pianista inolvidable
Hace unos minutos que termin¨® el recital de Mar¨ªa Jo¨¢o Pires y cuesta mucho trabajo ponerse a escribir sobre ¨¦l sumidos como estamos en la sima profunda de un arte encantatorio. Casi podr¨ªamos resumirlo todo en estas palabras: toc¨® Mar¨ªa Jo¨¢o Pires: ?Bravo, brav¨ªsimo! Ellas valorar¨ªan la recepci¨®n-reacci¨®n del p¨²blico que llenaba el auditorio en la noche de Iberm¨²sica.La historia del arte representa una sucesi¨®n de valores que en el caso de la m¨²sica son una refinaci¨®n de ciertas formas de sensibilidad. Pero hay momentos en que ese continuo se eleva para convertirse en punta altiva de civilizaci¨®n. Por ejemplo, Beethoven, Schumann o Chopin; por ejemplo, Mar¨ªa Jo¨¢o Pires.
Su versi¨®n de la enigm¨¢tica Sonata n¨²mero 30, op 106, de Beethoven, quedar¨¢ clavada de por vida en las memorias de quienes la escuchamos. Poner en orden de belleza ese formidable proceso transformatorio y dram¨¢tico que Beethoven alcanza a partir de un conjunto breve de ideas para explicarlo con meridiana claridad, es cosa reservada a unos pocos elegidos. Ilumin¨® cada frase, cada silencio y cada sonoridad con luces desusadas.
Mar¨ªa Joao Pires
Recital de plano, por Mar¨ªa Jo¨¢oPires. Obras de Beethoven, Schumann y Chopin. Auditorio Nacional. Madrid, 19 de enero.
Las Romanzas op 28, de Schumann alcanzaron otro ideal sonoro: el puro fondo de la sensibilidad y un nuevo modelo de comunicaci¨®n afectiva. Y en Chopin, sus Veinticuatro preludios valen por la m¨¢s condensada expresi¨®n del universo rom¨¢ntico. La inolvidable Pires a?adi¨® a su m¨¢gico c¨ªrculo el scherzo de la Sonata, en S¨ª bemol, de Franz Schubert.
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