El drama de presidir
EN 1989, V¨¢clav Havel recogi¨® naturalmente los pedazos de la desmoronada Checoslovaquia comunista: un intelectual que hab¨ªa sufrido a manos de los tiranos representaba la mejor esperanza hacia el futuro. Personaje humano, autor de teatro, conversador de caf¨¦, intelectual, de prestigio, l¨ªder accesible, llegaba al poder como garant¨ªa de futuro; quien ha sufrido por la libertad es quien mejor sabr¨¢ garantizarla y disfrutarla. Por eso fue preferido al otro h¨¦roe, Alexandr Dubcek, el hombre del pasado, comprometido otrora con el sistema.De hecho, Havel no quer¨ªa el poder m¨¢s que para utilizarlo a favor de sus conciudadanos como instrumento humanizador. En ese sentido, es el paradigma de los l¨ªderes que nacen de la derrota de los aparatos. Al acceder a la presidencia de Checoslovaquia, en diciembre de 1989, era evidente que lo hac¨ªa casi a rega?adientes: rechazaba la m¨ªstica de la pol¨ªtica, le estorbaba la necesidad de compromiso, la enajenaci¨®n de gobernar frente a la libertad de ser individuo.
Presidi¨®, como se dice vulgarmente, sobre el entierro de su pa¨ªs sin poder hacer nada para evitar su muerte. Y cuando se supon¨ªa que, cumplido su destino, se retirar¨ªa de la pol¨ªtica, reaparece politiqueando para ser elegido presidente de la mitad remanente de la rep¨²blica con que empez¨®. No es ileg¨ªtimo, ni es sucio. Solamente es un poco desilusionante.
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