El mar est¨¢' muy lejos de Knin
Los habitantes de la capital de Krajina malviven entre la escasez, el aislamiento y el miedo a la guerra
ENVIADA ESPECIAL Ning¨²n camino lleva a Knin, la capital de la autoproclamada Rep¨²blica Serbia de Krajina, objeto desde hace 10 d¨ªas de una ofensiva croata. La ciudad, centro de la rebeli¨®n serbia contra las autoridades de Zagreb iniciada en el verano de 1990, se encuentra al final de la carretera, incrustada en la ladera de una monta?a rocosa, dominada por la ciudadela abandonada, rodeada por las fronteras con Croacia, establecidas por las autoridades serbias locales y temporalmente garantizadas, aunque fr¨¢gilmente, por la presencia de m¨¢s de 14.000 cascos azules.
Los soldados de la ONU (Unprofor) controlan los pasos fronterizos. La poblaci¨®n civil no tiene el derecho de cruzar la frontera. Ni siquiera las m¨¢ximas autoridades pol¨ªticas de Krajina viven en Knin. "Goran Hadzic, el presidente de Krajina, llega aqu¨ª de vez en cuando pero suele gobernar desde Serbia", dice Zorana, una comerciante de 21 a?os sin empleo. Antes, la mayor¨ªa de los 15.000 habitantes de Knin trabajaba en el ferrocarril. Aqu¨ª estaba el m¨¢s importante cruce ferroviario hacia Croacia, conectando el interior con la costa d¨¢lmata. Pero ya no circulan los trenes.
Knin vive un ambiente de guerra desde hace dos a?os. El acuerdo de paz construido por Cyrus Vance y suscrito, en enero de 1992 supuso una tregua temporal. Sin embargo, la nueva ofensiva croata, dise?ada para recuperar tres puntos estrat¨¦gicos en la costa d¨¢lmata -el puente Maslenica, el aeropuerto Zemunik y la planta el¨¦ctrica Peruca-, levant¨® en armas a toda la poblaci¨®n masculina. "La guerra no acabar¨¢ pronto", precisa Kosta Novakovic, uno de los comandantes del Ej¨¦rcito de Krajina, seriamente debilitado despu¨¦s de la retirada de las fuerzas de Belgrado en mayo de 1992.
Los hombres combaten y las mujeres corren de tienda en tienda almacenando comida por si la guerra se prolonga. Las tiendas, generalmente semivac¨ªas, ahora lo est¨¢n por completo. Los mercados tambi¨¦n. No hay leche, ni carne, ni caf¨¦, ni tabaco. Las escasas industrias llevan m¨¢s de dos a?os cerradas. La gasolina y la energ¨ªa el¨¦ctrica est¨¢n racionadas.
Knin y Krajina sobreviv¨ªan gracias a la ayuda de Serbia, transportada por el norte de Bosnia atravesando las zonas bajo el control serbio en esta rep¨²blica, a lo largo de m¨¢s de 600 kil¨®metros, y eso hace que los alimentos escaseen. Pero ni siquiera todos los territorios de la autoproclamada Rep¨²blica Serbia de Krajina est¨¢n conectados.
Dos regiones -Eslavonia oriental y Baranja- est¨¢n separadas del resto por 100 kil¨®metros de territorio croata. La guerra empobreci¨® los riqu¨ªsimos campos agr¨ªcolas en Eslavonia.
La guerra serbo-croata de 1991 supuso el ¨¦xodo de la poblaci¨®n croata, un 15% del total. Sus casas fueron minadas e incendiadas. A lo largo de los 60 kil¨®metros de carretera entre Knin y Benkovac se suceden los pueblos fantasma. Las casas est¨¢n quemadas y las iglesias cat¨®licas dinamitadas. S¨®lo los hombres vestidos de uniforme verde de camuflaje, los tanques verdes y los veh¨ªculos militares rompen la gris monoton¨ªa crom¨¢tica. Entre 500 y 700 croatas permanecieron en Knin. Sin embargo, la nueva ofensiva croata desencaden¨® una oleada de amenazas contra ellos. "Llegaron tres personas a mi casa y me dijeron que ten¨ªa que irme", dice Vlatka, viuda del m¨¦dico del pueblo, quien trabaj¨® durante 30 a?os en el hospital local. Vlatka y otros croatas se juntan diariamente frente a las oficinas de Unprofor pidiendo el traslado hacia Croacia. Tres autobuses partieron hace dos d¨ªas, pero no se prev¨¦n m¨¢s viajes.
"Organizamos el alojamiento temporal para proteger a las personas amenazadas", afirma Ana Mar¨ªa Corazza, de la ONU. La operaci¨®n de traslado "fue una de las m¨¢s dif¨ªciles; ten¨ªamos que conseguir muchos permisos y luego evitar los campos de minas".
Los padres pol¨ªticos de la rebeld¨ªa serbia en Knin se han ido. El psiquiatra Jovan Raskovic muri¨® de un paro cardiaco en Belgrado. Lazar Macura, el antiguo ministro de Informaci¨®n, abandon¨® Knin para abrir una tienda en Serbia. "La mayor¨ªa de la gente rica se ha ido", dice Stevo, obrero en la estaci¨®n de ferrocarril. "No
El mar est¨¢ muy lejos de Knin
sotros no tenemos a donde irnos".Los pol¨ªticos m¨¢s populares son el ultranacionalista serbio Vejislav Seselj y el comandante de las fuerzas paramilitares serbias, Zeljko Raznjatovic, apodado Arkan, cuyos voluntarios procedentes de Serbia asumieron el mando militar en dos ciudades de Krajina: Benkovac y Obrovac.
Una admiradora de Arkan bautiz¨® as¨ª a su beb¨¦ nacido en el hospital de Knin el d¨ªa que el jefe militar lleg¨® a Krajina. Arkan es buscado por la polic¨ªa de varios pa¨ªses europeos. En Estados Unidos fue clasificado de criminal de guerra. Radio Knin levanta la moral de los soldados sembrando el odio en contra de los ustashi (ultranacionalistas croatas). Radio Sibenik, en la costa d¨¢lmata, responde con la misma dosis del odio diario hacia los chetniks (ultranacionalistas serbios). El objetivo es anular la ¨²ltima esperanza de una futura convivencia.
"Tarde o temprano el mundo reconocer¨¢ nuestro Estado", dice Stevo, cuyo hijo est¨¢ en primera l¨ªnea del frente, intentando recuperar junto con otros combatientes los pueblos serbios perdidos durante la ofensiva croata. "Es dif¨ªcil imaginar que nunca m¨¢s iremos al mar", lamenta su hija adolescente, Jelena. El mar est¨¢ a s¨®lo 50 kil¨®metros de distancia, pero muy lejos de Knin.
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