Calma
Calma. Tras el espanto del asesinato de las ni?as, y tras la org¨ªa sensacionalista posterior, la gente se ha quedado alborotada, embrutecidas las entendederas por el miedo y con el cogote helado por el soplo, tan letal y cercano, del horror. No se atreven a volverse, por si el Mal les est¨¢ acechando desde su propia sombra; y es tan grande el temor que lo ven todo rojo y piden sangre. Porque el horror sin reflexi¨®n crea m¨¢s horror. ,Veo subir el nivel de brutalidad en el ambiente, como sube una fiebre. Una amiga m¨ªa muy querida y generalmente muy sensata, contraria desde siempre a las ejecuciones, ped¨ªa el otro d¨ªa la pena de muerte "para estos monstruos", porque as¨ª, dec¨ªa, por el miedo al castigo, los atroces reprimir¨ªan sus atrocidades. Un viejo argumento que es simplemente falso: minuciosos estudios realizados en Estados Unidos demuestran sin lugar a dudas que la implantaci¨®n de la pena de muerte no hace disminuir la criminalidad en absoluto. Mi amiga conoc¨ªa estos estudios. Pero la fiebre de la sangre le hab¨ªa hecho olvidarlos.
Seguramente se puede y se debe mejorar el sistema de permisos carcelarios, y a lo mejor tambi¨¦n el de las reducciones de condena; pero todas esas reformas, el aumento de las medidas represivas, apenas si influir¨¢n en el control del Monstruo. M¨¢s importantes me parecen otros cambios profundos: rebajar, como ped¨ªa el otro d¨ªa una comisi¨®n de la CE, los inauditos niveles de violencia gratuita que hay en televisi¨®n. Rescatar y reafirmar el valor de todas las vidas, Y no convertir el horror en un espect¨¢culo indecente, no halagar los m¨¢s bajos instintos de las personas, como se ha hecho en este caso. Es muy f¨¢cil ceder a la brutalidad: todos llevamos dentro una bestia dormida. Lo dif¨ªcil y lo aut¨¦nticamente humano es mantener la calma.
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