Una victoria y una derrota
En realidad, la posici¨®n total del Gobierno brit¨¢nico en este caso es m¨¢s firme que nunca. Hubo un momento desconcertante durante la campa?a de las elecciones generales brit¨¢nicas, cuando fui bruscamente informado por un inspector jefe (que claramente se sent¨ªa muy violento por lo que estaba diciendo) de que mi protecci¨®n finalizar¨ªa en corto plazo, aunque no hab¨ªa ning¨²n motivo para creer que las cosas fueran algo m¨¢s seguras. "Muchas personas viven en peligro de muerte en Gran Breta?a", me dijo, "y algunas de ellas mueren, ya lo sabe". Sin embargo, poco despu¨¦s, Article 19, en su n¨²mero 10, se ocup¨® de la cuesti¨®n; ese polic¨ªa fue trasladado a otro puesto, y la Campa?a de Defensa recibi¨® una carta de la oficina del primer ministro asegur¨¢ndonos de forma inequ¨ªvoca que la protecci¨®n continuar¨ªa mientras lo hiciera la amenaza.La posici¨®n vis-¨¤-vis de Ir¨¢n tambi¨¦n se ha consolidado inmensurablemente. Se ha comunicado al r¨¦gimen iran¨ª que no habr¨¢ ninguna normalizaci¨®n de las relaciones hasta que se haya cancelado la fatwa. La pelota est¨¢ firmemente instalada en el patio del Gobierno de Rafsanyani.
Estoy muy agradecido -he de decirlo otra vez- tanto por la protecci¨®n como por el fortalecimiento de la posici¨®n del Gobierno. Pero tambi¨¦n s¨¦ que se precisar¨¢ un empuj¨®n m¨¢s fuerte para obligar a Ir¨¢n a cambiar su pol¨ªtica, y el prop¨®sito de mis visitas a otros pa¨ªses era procurar y crear la fuerza necesaria para ese empuj¨®n.
El 25 de octubre fui a la capital alemana, Bonn. Alemania es el socio comercial n¨²mero uno de Ir¨¢n. Yo hab¨ªa llegado a creer que no obtendr¨ªa nada all¨ª. Lo que sucedi¨® en Alemania me pareci¨®, pues, como un peque?o milagro.
Mi visita la decidi¨® el peque?o milagro de una mujer, Thea Bock, miembro por el SPD del Bundestag. Su ingl¨¦s era tan p¨¦simo como mi alem¨¢n y aunque a menudo ten¨ªamos que hablar por se?as, nos entend¨ªamos a las mil maravillas. Con una mezcla de engatusamiento, t¨¢cticas de intimidaci¨®n y pura astucia, y con la ayuda de otros diputados, en especial de Norbert Gansel, se las arregl¨® para concertarme entrevistas con la mayor parte de las personas situadas en el n¨²cleo central del Estado alem¨¢n: la muy poderosa y popular presidenta del Bundestag, Rita S¨¹ssmuth; funcionarios de alto rango del Ministerio de Asuntos Exteriores; los principales miembros del Comit¨¦ de Asuntos Exteriores, y el propio l¨ªder del SPD, Bjorn Engholm, quien me asombr¨® permaneciendo cerca de m¨ª en la televisi¨®n y llam¨¢ndome su "hermano en esp¨ªritu". Comprometi¨® al SPD a prestar un total apoyo a mi causa y desde entonces ha trabajado incansablemente en mi beneficio.
Personas situadas en los m¨¢s altos niveles del Estado me prometieron el apoyo de Alemania. A partir de entonces, ese apoyo se ha concretado. "Protegeremos a Mr Rushdie", ha anunciado el Gobierno alem¨¢n. El Bundestag ha aprobado una resoluci¨®n de todos los partidos declarando que Alemania considerar¨¢ legalmente responsable a Ir¨¢n de mi seguridad, y que si me acaeciese alg¨²n da?o, Ir¨¢n tendr¨¢ que hacer frente a determinadas consecuencias econ¨®micas y pol¨ªticas. (Los Parlamentos sueco y canadiense est¨¢n considerando ahora resoluciones similares). Adem¨¢s, el vasto acuerdo cultural germano-iran¨ª ha sido arrinconado y el ministro de Asuntos Exteriores, Kinkel, ha declarado que no ser¨¢ reactivado hasta la cancelaci¨®n de la fatwa.
La buena voluntad de Alemania para utilizar la fuerza tanto de la palanca econ¨®mica como de la cultural en mi favor es lo que crisp¨® a Ir¨¢n y le llev¨® a su repetici¨®n de la fatwa y su renovaci¨®n de las ofertas de recompensa econ¨®mica. Este fue un paso est¨²pido; no sirvi¨® m¨¢s que para reforzar la resoluci¨®n de un n¨²mero cada vez m¨¢s alto de Gobiernos solidarios a ocuparse del caso.
Despu¨¦s de Alemania, Suecia, donde el Gobierno y el PEN sueco conjuntamente me concedieron el prestigioso premio Kurt Tucholsky, otorgado tradicionalmente a escritores que ven maltratados sus derechos humanos. El viceprimer ministro sueco, Bengt Westerberg, me hizo entrega del premio y pronunci¨® un apasionado discurso ante la prensa prometiendo el completo y en¨¦rgico apoyo del Gobierno.
La piedra ha empezado a rodar. El l¨ªder del Partido Laborista sueco, Ingvar Carlsson, mantuvo una larga entrevista conmigo en la que me prometi¨® trabajar con otros partidos socialistas europeos para apoyarme. S¨¦ que tanto ¨¦l como Bjorn Engholm han estudiado este caso con el Partido Laborista brit¨¢nico, inst¨¢ndole a hacer algo m¨¢s.
Hasta el momento en que escribo esto, los l¨ªderes del Partido Laborista no se han puesto en contacto conmigo ni con Article 19 para comunicarnos su posici¨®n y sus intenciones. Invito a John Smith o a Jack Cunningham a rectificar tan pronto como sea posible.
Un diplom¨¢tico m¨¢s experimentado que la mayor¨ªa en los asuntos de Oriente Pr¨®ximo me dijo: "El secreto de la diplomacia consiste en estar en la estaci¨®n cuando llega el tren. Si no se est¨¢ en la estaci¨®n, no nos quejemos si lo perdemos. Lo molesto, por supuesto, es que el tren puede llegar a muchas estaciones, de manera que hay que asegurarse de que se est¨¢ en todas ellas".
En noviembre, el jefe de la magistratura de Ir¨¢n, Morteza Moqtadaei, dijo que todos los musulmanes estaban obligados a matarme, poniendo as¨ª de manifiesto la falsedad de la pretensi¨®n de Ir¨¢n de que la fatwa no ten¨ªa nada que ver con el Gobierno iran¨ª.
En los primeros d¨ªas de diciembre, atraves¨¦ de nuevo el Atl¨¢ntico: fui a Canad¨¢, como hu¨¦sped del PEN canadiense. (?Alguna vez ha tenido un escritor m¨¢s ayuda de sus colegas? Si salgo de esto, el trabajo de mi vida consistir¨¢ en procurar y devolver s¨®lo un poco de la ayuda, y la pasi¨®n, y el afecto que he recibido). En un acto celebrado en mi honor por el PEN en Toronto, tantos escritores hablaron en mi favor que alguien me susurr¨®: "Es un estupendo bar mitz-vah (2) lo que est¨¢ teniendo"; y era el primer ministro de Ontario, Bob Rae, que hab¨ªa saltado al escenario y me abrazaba. Se convirti¨® as¨ª en la pri mera cabeza de un Gobierno que es taba conmigo en p¨²blico.Al d¨ªa siguiente, en Otawa, me reun¨ª con la ministra de Asuntos Exteriores, Barbara Macdougall, y con el l¨ªder de la oposici¨®n, Jean Chr¨¦tien.
Tambi¨¦n prest¨¦ declaraci¨®n ante el subcomit¨¦ parlamentario de derechos humanos. El efecto de todo esto fue electrizante. Dentro de las 48 horas siguientes, resoluciones exigiendo que el Gobierno canadiense llevara este asunto a las Naciones Unidas y a muchos otros lugares tales como el Tribunal Mundial fueron aprobadas r¨¢pidamente por el Parlamento de Canad¨¢ con el apoyo de todos los partidos, y el Gobierno se mostr¨® de acuerdo en actuar en relaci¨®n con ellas. Otro tren en otra estaci¨®n. Pr¨®xima parada, ?quiz¨¢ el presidente Clinton? Siempre supe que ¨¦sta ser¨ªa una larga lucha; pero al menos ahora hay un movimiento real. He escrito tanto sobre ¨¦l como me es posible: detr¨¢s de los escenarios hay m¨¢s actividad que tendr¨¢ que ser revelada en una fecha posterior.
S¨¦ que la lucha no es s¨®lo por m¨ª. Las grandes cuestiones en este caso son la libertad de expresi¨®n y tambi¨¦n la soberan¨ªa nacional. Adem¨¢s, el caso de Los versos sat¨¢nicos no es m¨¢s que el mejor conocido de todos los casos de intelectuales, progresistas y disidentes, que son acosados, encarcelados, prohibidos y asesinados en todo el mundo musulm¨¢n. Los artistas e intelectuales de Ir¨¢n saben esto, lo cual constituye el motivo de que tan valientemente y de manera tan continua hayan hecho declaraciones prest¨¢ndome su apoyo incondicional. Algunos intelectuales de todo el mundo musulm¨¢n -el poeta Adonis, el novelista Tahar Ben Jalloun y much¨ªsimos m¨¢s- han pedido el fin de las amenazas de Ir¨¢n, no s¨®lo porque se interesan por m¨ª, sino tambi¨¦n porque saben que ¨¦sta es asimismo su batalla. Ganar esta batalla es ganar una escaramuza en una guerra mucho m¨¢s grande. Perderla tendr¨ªa consecuencias desagradables para m¨ª, pero ser¨ªa tambi¨¦n una derrota en ese conflicto m¨¢s importante.
No podemos permitirnos perder. Por consiguiente, tenemos que ganar. Es as¨ª de sencillo.
No se mata a la gente por escribir libros. Es as¨ª de claro.
Cuando esto llega a la prensa hay noticias de que incluso el malafamado demagogo doctor KaIim Sddiqui cree que ha llegado el momento para "ambas partes de perdonar y olvidar". Despu¨¦s de cuatro a?os de intimidaci¨®n y violencia, ciertamente hay mucho que perdonar. Yo doy la bienvenida incluso a esta rama de olivo.
No obstante, la crisis no habr¨¢ terminado hasta que las amenazas de Ir¨¢n de terrorismo internacional patrocinado por el Estado sean formal e inequ¨ªvocamente retiradas. Lo que se necesita ahora es que el Gobierno brit¨¢nico saque partido de toda la buena voluntad internacional generada por las muchas personas que trabajan conmigo y por m¨ª en alrededor de una docena de pa¨ªses, y se sit¨²e en la vanguardia de los intentos de la comunidad internacional para dar fin a este continuo esc¨¢ndalo.
Doy las gracias al Gobierno brit¨¢nico por todo lo que ha hecho por m¨ª. Pero debo pedirle que haga m¨¢s ahora, y con m¨¢s energ¨ªa, de forma que, con suerte, y muy pronto, pueda empezar a hacer mucho menos.
2. Bar mitz-vah (traducci¨®n literal del hebreo, "hijo de la ley"). Ceremonia que marca el 13? cumplea?os de un chico, que asume sus plenas obligaciones religiosas. (Nota de la traducci¨®n).
Copyright
1993.Traducci¨®n de M, C. Ruiz de Elvira.
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