"La pol¨ªtica entra?a tanta literatura como un beso"
En Normand¨ªa, en la tierra del aguardiente de manzana, el calva (calvados) del que tanto abusara el comisario Maigret de las novelas de Simenon, a pocos kil¨®metros del bello Dauville, est¨¢ plantado Cabourg, donde sus 3.300 habitantes miran al mar desde el paseo Marcel Proust, que lo bordea. A mitad de este camino hay que parar en seco, girar a la derecha y entrar en el Grand Hotel, que se proyecta sobre las olas. Entre 1907 y 1914, al Grand Hotel acud¨ªa el fr¨¢gil ser que fue el autor de A la b¨²squeda del tiempo perdido; aqu¨ª aliviaba su asma; aqu¨ª so?¨®, escribi¨® y muri¨® un poco; y convirti¨® Cabourg y el Grand Hotel en centro mundial de sue?os literarios.En el hotel se visita la habitaci¨®n Marcel Proust, se celebran seminarios o ¨¢gapes en la sala Marcel Proust, se bebe el c¨®ctel Marcel Proust. Al hotel llegan turistas franceses y extranjeros para abrir los ojos leyendo Marcel Proust sobre los muros.
Marcel Proust
Todo tiene una dimensi¨®n literaria en Francia. Y Proust es el cogollo de la literatura por la literatura. Es la definici¨®n de la Francia m¨¢s eterna. Frederique, ense?ante, caminando por el paseo Marcel Proust, reflexiona: "Comer y beber, en Francia, es literatura; por eso los mejores escritores saben y escriben de comer y beber. Y la pol¨ªtica entra?a tanta literatura como una copa de Burdeos o como un beso. Si a¨²n hay un partido comunista en Francia es por razones folcl¨®ricas; los comunistas franceses no se preocupan, ni tienen nada que ver con el comunismo; es una forma de literatura que ha enraizado en las costumbres y en la manera de pensar; en alguna medida, los derechistas de Le Pen no tienen que ver con el fascismo y si con un discurso franc¨¦s pu?etero y literario.".
En los a?os sesenta, Laureano L¨®pez Rod¨®, responsable del plan de desarrollo de la ¨²ltima etapa del franquismo, visit¨® en Par¨ªs al que entonces fuera ministro de Finanzas del Gobierno del general de Gaulle, Giscard d'Estaing, quien invit¨® a almorzar a su colega espa?ol. Transcurri¨® la comida escoltada por el festival de vinos que le ofreci¨® Giscard a L¨®pez Rod¨®; en un primer tiempo, el ministro franc¨¦s advirti¨® que a su comensal no le interesaba demasiado el vino; pero, cuando lleg¨® a la mesa una gloriosa botella de Burdeos, Giscard se despoj¨® levemente de sus formas y le espet¨® al ministro espa?ol: "Mire usted, nosotros los franceses al vino le damos una importancia; y cuando se trata de ciertos vinos, a partir del momento en que llegan a la mesa, no es que se les preste atenci¨®n, es que ya no se habla de otra cosa". "El fracaso de los socialistas, el domingo pasado, tambi¨¦n tiene mucho de proustiano, y no dejar¨¢n de comer y de beber bien, y alg¨²n d¨ªa volver¨¢n al poder, aunque ya no sean socialistas", remat¨® Fr¨¦derique.
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