Recuperar la calle
En 1990, el Ayuntamiento de Madrid se adhiri¨® por unanimidad a la Carta Europea de los Derechos del Peat¨®n, que entre otras cosas afirma: "El peat¨®n tiene derecho a vivir en un ambiente sano y disfrutar libremente del espacio p¨²blico en las condiciones de seguridad adecuadas para su salud f¨ªsica y psicol¨®gica. Los ni?os, los ancianos y los minusv¨¢lidos tienen derecho a que la ciudad constituya un lugar de socializaci¨®n y no de empeoramiento de su situaci¨®n de debilidad. "Los minusv¨¢lidos tienen derecho a que se tomen medidas espec¨ªficas que les permitan toda movilidad posible. El peat¨®n tiene derecho a la limitaci¨®n de velocidad [de los veh¨ªculos motorizados] mediante una reforma estructural de las calles y cruces de manera que los automovilistas rectifiquen la velocidad y se garantice efectivamente el tr¨¢fico de peatones. El peat¨®n tiene derecho a la prohibici¨®n de difundir mensajes publicitarios que fomenten el uso equivocado y peligroso del autom¨®vil".Poco se ha hecho para aplicar estas buenas intenciones. Pero ?cu¨¢les son las condiciones que disfrutan los peatones para circular por la ciudad? ?Son tales que puedan hacer que se sientan marginados?
La respuesta es sencilla. Caminar en Madrid se convierte en una carrera de obst¨¢culos en la que el peat¨®n debe esquivar los coches aparcados que bloquean los cruces y las aceras, evitar las se?ales de tr¨¢fico y los sem¨¢foros, atravesar precipitadamente las calles en las que la se?al de paso para los peatones puede llegar a durar tan s¨®lo siete segundos, estar atento a los coches que se saltan los sem¨¢foros en rojo, etc¨¦tera. A ello se a?aden las agresiones del ruido y de los gases de escape.
Las dif¨ªciles condiciones de circulaci¨®n de los viandantes se tornan especialmente inc¨®modas y peligrosas para los invidentes y minusv¨¢lidos, los ancianos, las personas que llevan ni?os o las que transportan bultos o carritos.
La regulaci¨®n semaf¨®rica de los cruces est¨¢ pensada exclusivamente para los coches. En muchos cruces no est¨¢ contemplado ning¨²n paso para los caminantes. La ubicaci¨®n de estos pasos pocas veces es prolongaci¨®n natural de la acera, obligando a los peatones a alargar su camino con rodeos o propiciando que, ante la incomodidad o mala localizaci¨®n del paso, opten por intentar cruzar atajando por sitios l¨®gicos y cortos y a menudo peligrosos. (En estos casos las autoridades municipales y las de tr¨¢fico dicen que lo que hay que hacer es disciplinar al peat¨®n. ?Educaci¨®n vial le llaman a eso!). A veces la soluci¨®n ofrecida consiste en un t¨¦trico paso subterr¨¢neo o en un inc¨®modo paso elevado.
Eludir impuestos
Las aceras libres de coches, los pasos de peatones, las esquinas y las paradas de autob¨²s no bloqueadas por los autom¨®viles, unas calles agradables para caminar, son casos raros de encontrar.Los peatrones son un colectivo heterog¨¦neo en el que se distinguen algunos grupos: las familias sin coche, una buena parte de las mujeres que no pueden usar el coche porque lo utiliza el var¨®n cabeza de familia, los ni?os y j¨®venes, los ancianos, los minusv¨¢lidos.
?Merece la pena preocuparse y, prestar atenci¨®n a estas gentes? Un an¨¢lisis r¨¢pido de alg¨²n caso parece aclarar la actitud de las autoridades al hacer o¨ªdos sordos a las reivindicaciones de este colectivo.
Un ejemplo se tiene con el grupo de las familias sin coche. Hay que suponer que ¨¦stas son familias cuyo compromiso con el crecimiento econ¨®mico de la sociedad es limitado, pues de lo contrario est¨¢ claro que o bien la sociedad premia a los que cumplen con el salarlo suficiente para adquirir un veh¨ªculo, o bien los ciudadanos honrados tienen el deber de endeudarse para lograrlo.
En este sentido es necesario denunciar y acabar con la estratagema de estas familias para eludir impuestos (ni pagan IVA por la adquisici¨®n del veh¨ªculo ni impuestos especiales sobre los carburantes, dado que no adquieren gasolina, ni las tasas e impuestos de circulaci¨®n), agravada por el hecho de que no contribuyen al desarrollo de la industria automovil¨ªstica, poniendo en peligro miles de puestos de trabajo. Comentario aparte merecen aquellas personas que, pudiendo, no compran un veh¨ªculo, pues su actitud deber¨ªa catalogarse de delictiva.
Otro ejemplo lo constituyen, en opini¨®n de algunos, los viejos. Son incapaces de comprender la marcha irrefrenable de la sociedad hacia el progreso, son lentos y tienen una progresiva p¨¦rdida de capacidad auditiva y agudeza visual, su torpeza es causa de atropellos y hace insegura la circulaci¨®n de los veh¨ªculos.
Seg¨²n esto, no parecer¨ªa que las autoridades municipales estuvieran equivocadas al olvidarse de los peatones y prestar su atenci¨®n a los ciudadanos motorizados.
No obstante, hay que recordar a estas autoridades que ni siquiera puede argumentarse, para deso¨ªr a los peatones, que ¨¦stos son s¨®lo los viejos, los ni?os, los pobres y los desheredados de la sociedad, para los que la marcha a pie constituye el medio esencial de desplazamiento, puesto que todos somos peatones, ya que tambi¨¦n los que utilizan medios motorizados dependen de la marcha a pie para enlazar con o desde los lugares donde acceden a esos transportes.
Principales usuarios
Como se?ala la Comisi¨®n de las Comunidades Europeas, "la planificaci¨®n de las calles se centra en la circulaci¨®n eficaz del tr¨¢fico de autom¨®viles, abandonando a los peatones a su propia suerte. ?stos deben incluirse en la planificaci¨®n no como una especie amenazada a la que hay que recluir en zonas peatonales, sino como los principales usuarios de las calles de la ciudad".En Madrid, la mitad de los viajes cotidianos de m¨¢s de 10 minutos se efect¨²a andando. Por debajo de 10 minutos, este porcentaje aumenta mucho m¨¢s. Cerca de 1,7 millones de personas de los tres millones de habitantes del municipio de Madrid no tienen acceso al autom¨®vil y se deben desplazar andando y en transporte colectivo.
En determinadas zonas la concentraci¨®n de viandantes es enorme. En 1984, seg¨²n un estudio del Ayuntamiento, cerca de medio mill¨®n de personas pasaba diariamente por la Puerta del Sol, entrando o saliendo por las 10 calles que convergen en ella. La calle de mayor n¨²mero de viandantes era Preciados, con casi 94.000 personas, seguida de Mayor con 75.000 y Carretas con 59.000. Los veh¨ªculos que entraban en Sol en esa ¨¦poca eran muchos menos: 66.000 veh¨ªculos.
Si los n¨²meros sorprenden por ser elevados, habr¨¢ que convenir en que las medidas adoptadas s¨®lo han arrinconado a los peatones -esos an¨¢rquicos y lentos veh¨ªculos de dos pies-, aunque sin lograr acabar con ellos, que se empe?an en seguir ocupando las cada vez menos acogedoras aceras.
Si no es posible para los ciudadanos que se dedican a andar confiar en el cumplimiento de los acuerdos municipales ni parece sensato esperar debajo del guindo a que cambie la pol¨ªtica de transporte, conviene o bien asumir la condena de extinci¨®n que pende sobre el caminante de la ciudad o bien pasar a defenderse.
Si en general todo ataque supone agresi¨®n, quiz¨¢s no fuera malo que los peatones devolvieran s¨®lo una parte de la agresividad que reciben de los autom¨®viles, y lo hicieran en las condiciones que les resulten m¨¢s c¨®modas para ellos y m¨¢s eficaces para la agresi¨®n: atacando al coche estacionado -en general y sistem¨¢ticamente mal estacionado- en justa correspondencia a que el autom¨®vil tambi¨¦n agrede en las mejores condiciones para ¨¦l: ataca -en ocasiones sangrientamente- a elevada velocidad, atemorizando al peat¨®n y haci¨¦ndole sentirse impotente, o act¨²a con manifiesto desprecio, minusvalorando o ri¨¦ndose del peat¨®n a trav¨¦s del mecanismo de dejar estacionado el veh¨ªculo en la acera, en el paso de peatones o en la esquina, colocando al viandante en una situaci¨®n de indignaci¨®n que le pone en la tesitura de responder con el mismo desprecio -pongamos por caso quemando el coche o jugando a las cartas con unos amigos en plena calzada de la Gran V¨ªa- o de contener esa indignaci¨®n pregunt¨¢ndose por qu¨¦ se le exige a ¨¦l el comportamiento c¨ªvico que no se le demanda a su agresor.
Menos agresivos
Si no se desea propiciar medidas tan contundentes, es factible articular una serie de actuaciones para recuperar la calle para el ciudadano, apoyadas en tres conceptos generales.1. Reducir la velocidad m¨¢xima de circulaci¨®n de los autom¨®viles por la ciudad, ¨²nica manera de plantear nuevas prioridades en el uso del viario. Esta reducci¨®n no penaliza ni la velocidad media ni contribuye a una mayor congesti¨®n, y, sin embargo, es fundamental para disminuir la gravedad de los atropellos.
2. Creaci¨®n de itinerarios para viandantes, con la idea de llegar a constituir una red que alcance toda la ciudad. Estos itinerarios no son otra cosa que un conjunto de aceras e intersecciones que se articula con vistas a facilitar la marcha a pie, sea ensanchando y protegiendo las aceras, sea redise?ando intersecciones para hacer m¨¢s seguros y cortos los cruces. Esta red la compondr¨ªan tanto v¨ªas exclusivas para los viandantes como v¨ªas mixtas. No se trata s¨®lo de una red para que un ciudadano recorra toda la ciudad tras varias horas de caminata, sino para que cualquier ciudadano pueda desplazarse por cualquier barrio en condiciones adecuadas y seguras.
3. Que la coexistencia entre los medios de trasporte, y no la exclusi¨®n de unos (en general peatones) por otros (normalmente veh¨ªculos a motor), rija el uso de la v¨ªa p¨²blica e incida en su dise?o. En donde se desee aplicar la coexistencia, deben ser los veh¨ªculos m¨¢s lentos los que gocen de prioridad de paso respecto de los m¨¢s r¨¢pidos.
La ausencia de una cultura del uso de la calle que vele por los intereses de los que se desplazan a pie impone que el primer paso para la consecuci¨®n de los objetivos citados deba ser la consolidaci¨®n de la situaci¨®n existente en la circulaci¨®n de viandantes, impidiendo que empeore. Se trata de un planteamiento de m¨ªnimos que pretende que en una primera fase, y de forma inmediata, la superficie de que dispone el peat¨®n quede libre de obst¨¢culos y de coches; que el coche resuelva sus necesidades y problemas en el mayoritario espacio viario de que dispone.
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