El poder del Pr¨ªncipe
Felizmente, parece al fin asentada una l¨ªnea de continuidad en la pol¨ªtica expositiva de la Biblioteca Nacional, orientada -como es pr¨¢ctica habitual en todas las grandes bibliotecas internacionales- a la difusi¨®n y an¨¢lisis tem¨¢tico de lostraordinarios fondos iconogr¨¢ficos y bibliogr¨¢ficos que atesora. El proyecto que presenta en esta ocasi¨®n podr¨ªa definirse, parafraseando el t¨ªtulo de la celeb¨¦rrima publicaci¨®n costumbrista de la Espa?a rom¨¢ntica, al modo de Ios Austrias pintados por s¨ª mismos".
Ello es tanto como decir que la exposici¨®n nos brinda la oportunidad de acercarnos a un inestimable tesoro documental sobre un periodo clave de nuestra historia. Y lo hace, lejos de toda recreaci¨®n anacr¨®nica, a trav¨¦s de sus fuentes iconogr¨¢ficas originales, esas estampas que preservan -en palabras del grabador y tratadista Manuel de Rueda- Ias m¨¢s esclarecidas verdades de la historia ( ... ) para que no las oscurezca el tiempo ni las destierre el olvido".
Los Austrias
Grabados de la Biblioteca Nacional.Sala de Exposiciones de la Biblioteca Nacional. Paseo de Recoletos, 20. Madrid. Hasta el 16 de mayo.
Son, en ese sentido, espejos fieles y elocuentes del momento hist¨®rico que reflejan. Pero lo son -y de ah¨ª nuestra par¨¢frasis inicial- de un modo singular y complejo, sensiblemente distinto a la idea de una mera ilustraci¨®n literal de personajes y hechos hist¨®ricos. No hay en rigor, sabemos, documentos neutros ni retratos objetivos, pues todos comportan una perspectiva determinada.
Mas en el caso de estas estampas ello nos remite a un contexto muy singular, el del uso instrumental del grabado por el poder pol¨ªtico en un periodo que abarca desde el Renacimiento a la plenitud del. barroco, y parte, por tanto, de un proceso m¨¢s amplio, que se caracteriza por una progresiva estilizaci¨®n de los mecanismos aleg¨®ricos y teatrales que intervienen en la construcci¨®n estrat¨¦gica de la imagen p¨²blica de la Monarqu¨ªa.
Existen, por supuesto, en estas im¨¢genes, si leemos entre l¨ªneas, innumerables rasgos testimoniales relativos a la fisonom¨ªa de los personajes, la moda o las costumbres de la ¨¦poca, aunque ¨¦stos son, en su mayor parte, perif¨¦ricos respecto al sentido esencial de las estampas.
Esp¨ªritu de una ¨¦poca
Sin embargo, es precisamente esa funci¨®n principal, y los sutiles rasgos de lenguaje que determina, lo que centra el apasionante inter¨¦s de estos testimonios y su f¨¦rtil caudal de revelador, no menos objetivo, sobre el esp¨ªritu de una ¨¦poca, el funcionamiento del poder o el valor y uso simb¨®lico otorgados a determinados acontecimientos, en el seno de una imagen integral que traduc¨ªa su visi¨®n del mundo y el lugar que en ella se adjudicaban.Por otro lado, la muestra adquiere un inter¨¦s adicional al proponernos lecturas complementarias o contrapuestas de determinados hechos, ya sea a trav¨¦s de una secuencia que va de la mera noticia a su reinterpretaci¨®n aleg¨®rica, ya enfrentando a la versi¨®n iconogr¨¢fica de la Monarqu¨ªa espa?ola la de sus principales antagonistas en el mapa pol¨ªtico europeo. Con m¨¢s de doscientas estampas, la exposici¨®n que presenta la Biblioteca Nacional ordena su lectura a partir de dos ejes superpuestos.
Uno, cronol¨®gico, divide el recorrido entre los sucesivos reinados, desde el umbral de los Reyes Cat¨®licos hasta Carlos II y la crisis sucesoria. El segundo, de car¨¢cter tem¨¢tico, esta blece una cadencia a trav¨¦s de distintos apartados retratos reales, personajes y acontecimientos pol¨ªticos, representa ci¨®n del territorio de la Corona, fiestas y arquitecturas conmemorativas- que acotan los distintos g¨¦neros instrumentales de la estampa.
En un espectro de lenguaje que va desde el testimonio directo a los m¨¢s intrincados juegos emblem¨¢ticos, este viaje al universo de los Austrias es tambi¨¦n, a un tiempo, espejo de la historia y testimonio de una fase decisiva en la memoria del arte del grabado europeo, la que va desde su nacimiento en el siglo XV a la suntuosa plenitud alcanzada en el XVII. Por razones de espacio, no cabe detallar aqu¨ª cuanto atesora esta selecci¨®n, pues no en vano -en raz¨®n de la excelencia de sus patronos y la importancia de su finalidad- sol¨ªa convocar, en la invenci¨®n o el grabado, a los talentos m¨¢s firmes.
Con todo, no quisiera concluir sin mencionar algunas de las joyas m¨¢s significativas de la exposici¨®n. As¨ª, las alegor¨ªas del descubrimiento de Van der Staert y Collaert, las efigies de Carlos V grabadas por Andrea Vico, los soberbios ciclos de Hogenberg sobre la entrada dise?ada para la coronaci¨®n imperial o los sucesos de T¨²nez y Flandes, los triunfos de Heemskerck, los Callot de Breda, los Schorken del viaje portugu¨¦s de Felipe II o los dise?os de Rubens para el retrato del conde-duque y las entradas en Gante y Amberes.
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