Las mejores intenciones
Un tema tan peliaguado como el del arte hecho por mujeres merece ser tratado con inteligencia y con una buena dosis de imaginaci¨®n. Y en el caso de que los hombres organicen algo relacionado con arte producido por artistas-mujeres, lo tienen negro, puesto que corren el riesgo de ser tildados de discriminadores y, por tanto, de machistas. Y, sin embargo, yo creo que es perfectamente viable organizar una exposici¨®n cuyas integrantes sean ¨²nicamente mujeres: siempre en la medida en que se intente argumentar una supuesta especificidad de la mirada femenina, una mirada que, en mi modesta opini¨®n, existe.Porque si nuestra educaci¨®n no es la misma, ni nuestra fisiolog¨ªa tampoco, ni nuestra historia tampoco, nuestra actitud ante el mundo no puede por menos que ser distinta. Como lo es la de los integrantes de otras culturas, o la del barroco respecto al manierismo, o la de los blancos respecto a los negros, o la de los ni?os respecto a los adultos. Con la emancipaci¨®n de la mujer desde los a?os veinte, ¨¦sta no s¨®lo se incorpora brillantemente al arte de vanguardia (Sonia Delaunay, Litibov Popova, Giorgia O'Keefe, Meret Oppenheim, Frida Kahlo, Eva Hesse, Rebecca Horn, por citar tan s¨®lo unos pocos nombres), sino que en ocasiones muestra una visi¨®n ir¨®nica o cr¨ªtica hacia el propio mundo femenino, hacia el hombre o hacia su propia sexualidad.
Diecisiete autores
Tecla Sala.Avenida de Josep Tarradellas, 44. L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona). Hasta el 2 de mayo.
Por no mencionar lo que Lucy Lippard, entre otras, describe como constantes del arte producido por mujeres: la imagen centralizada, la fragmentaci¨®n, el gusto por la autobiograf¨ªa, los lazos con la naturaleza, la llamada de lo org¨¢nico o de lo m¨ªstico... Todas ellas, como se descubre al instante, bastante cuestionables, y, como todos los t¨®picos, tambi¨¦n con algo de cierto. Pero ah¨ª est¨¢n como para haber podido sugerir un hilo conductor para una posible exposici¨®n de mujeres. Pero una cierta precipitaci¨®n ha estado en el trasfondo de esta muestra, lo que siempre se nota, digan lo que digan. El equipo de la Tecla Sala -un espacio magn¨ªfico, que debiera poder seguir haciendo muestras art¨ªsticas de calidad como las que se han hecho hasta ahora dimiti¨® en peso har¨¢ un mes.
Ausencias
Con la nueva situaci¨®n, y en medio de la incertidumbre sobre el futuro del lugar, la Regiduria de la Dona encarg¨® esta muestra al se?or Francesc Miralles (a pesar de que en el cat¨¢logo s¨®lo consta como "asesor", ?se trata de reparos a la hora de firmar esta muestra, o de un exceso de trabajo y la t¨ªpica delegaci¨®n -tan masculina- en otra persona, en este caso, una mujer, Esther S¨¢nchez?). Fuera como fuere, se ha reunido para la ocasi¨®n a 17 autoras y es francamente una pena que de todas ellas s¨®lo se salven tres o cuatro. Claro est¨¢ que es dif¨ªcil encontrar 17 obras de mujeres catalanas de inter¨¦s (el campo es de lo m¨¢s reducido), pero nos preguntamos por qu¨¦ en esta selecci¨®n no est¨¢n Charo Pradas, ni Mar¨ªa Girona (puesto que no hay l¨ªmite de edad), ni Eulalia Valldosera, o por qu¨¦ est¨¢ Margarita Nuez (que exhibe vestidos) y ninguna otra creadora de moda (y adem¨¢s ?qu¨¦ tiene que ver la moda con todo esto?). En este popurr¨ª, sin embargo, hay figuras a destacar. La muestra valdr¨ªa la pena ya, ¨²nicamente, por ver lo ¨²ltimo de Bego?a Egurbide, unas fuertes e impresionantes formas inspiradas en la Venus de Willendorf, realizadas en fibra de vidrio. Tambi¨¦n merece verse la ¨²ltima producci¨®n de Mar¨ªa Helguera: aunque su deuda hacia Torres Garc¨ªa y a Le Corbusier es un poco demasiado expl¨ªcita, estas obras son distintas a lo que se ven hoy d¨ªa, est¨¢n bien realizadas y poseen fuerza pl¨¢stica.Rosa Amor¨®s no presenta sus tal vez mejores obras, pero es interesante una suerte de gran lengua de barro fragmentada, y siempre es encomiable su intento por huir de la est¨¦tica de la potterie. Alicia Vela, pintora que en alguna ocasi¨®n ha demostrado garra, ofrece aqu¨ª unas composiciones que recuerdan demasiado a las de Charo Pradas de hace tres o cuatro a?os. Tambi¨¦n Montse Torres presenta composiciones con un ¨²nico motivo: hojas, un conjunto bien pintado, aunque un tanto monocorde. Y tampoco acaba de dar el salto Victoria Campillo, con sus estructuras de madera pintadas en alegres colores: bonitas de ver, agradables.
Hay, lamentablemente, algo de lo que com¨²nmente se entiende por femenino cuando este adjetivo se toma peyorativamente, es decir, sin¨®nimo de blando, de decorativo, de cursil¨®n. Algo de ello hay en las producciones de Mariona Sanahuja, m¨¢s cercanas a la artesan¨ªa que al arte, si exceptuamos su Volum textil 6d, una sutil madeja de algod¨®n enrollada. Ha sido un acierto, en cambio, incluir la fotograf¨ªa, con dos autoras totalmente dispares: la sobriedad de los autorretratos de Cristina Zelich y la brillantez, un poco tendente al efectismo, de Marta Povo. As¨ª que ya ven, una ocasi¨®n en cierto modo fallida, pero aun as¨ª recomendable su visita.
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