Sarajevo, un a?o de agon¨ªa
El conflicto se ha extendido a toda Bosnia-Herzegovina sin que la comunidad internacional haya podido impedirlo
Nadie quer¨ªa creerlo aquel 5 de abril de 1992 en Sarajevo, pero las explosiones, las r¨¢fagas de, ametralladora y las primeras fachadas picadas por la viruela de la metralla eran una evidencia incontestable. Estaban bombardeando la ciudad. Radovan Karadzic y su Partido Democr¨¢tico Serbio (SDS) hab¨ªan cumplido su amenaza de ir a la guerra contra la decisi¨®n internacional de, responder favorablemente a la, solicitud de reconocimiento realizada por el presidente electo de Bosnia-Herzegovina, Alia Izetbegovic, y su Gobierno, y apoyada por los partidos musulm¨¢n (SDA) y croata (HDZ) y una pe que?a minor¨ªa de la ciudadan¨ªa, serbia.A¨²n en los primeros d¨ªas de, abril los ciudadanos de Sarajevo estaban seguros de que aquel psiquiatra montenegrino y su alia do el Ej¨¦rcito serbio-federal (he redero en gran parte del Ej¨¦rcito, federal ex yugoslavo) no llegar¨ªan tan lejos. Hab¨ªa habido, muertos por el refer¨¦ndum de febrero sobre la independencia, cierto es que boicoteado por una gran mayor¨ªa de los serbios. Se hab¨ªan producido incidentes e incluso alg¨²n combate entre la polic¨ªa y grupos del serbio SDS pertrechados por el Ej¨¦rcito con las armas de la antigua defensa territorial yugoslava que el presidente bosnio Alia Izetbegovic hab¨ªa entregado meses antes al mando militar "para que no cayeran en manos de un partido ¨¦tnico". Dif¨ªcilmente le perdonar¨¢n los bosnios esta ingenuidad a Izetbegovic, que cost¨® tantos muertos a su bando en los primeros meses de la guerra.Pueden provocarnos, pero no pueden matamos a todos, no pueden desafiar a la comunidad internacional hasta esos l¨ªmites. Acabar¨¢n aceptando la BosniaHerzegovina multi¨¦tnica, multicultural e independiente", se o¨ªa por todas las esquinas de Sarajevo. Eran d¨ªas de grave tensi¨®n aqu¨¦llos, pero ni el m¨¢s pesimis ta imagin¨® por entonces lo que a¨²n estaba por ocurrir.
No quedan ilusos
Al cumplirse ayer un a?o, han desaparecido ya todas las ilusiones entre los 350.000 ciudadanos de Sarajevo que subsisten en un fantasmal paisaje de escombros y desolaci¨®n. No olvidan que las fuerzas irregulares serbias que rodean desde hace 365 d¨ªas la ciudad les amenazan a todos de muerte, a los musulmanes por "isl¨¢micos integristas" a los croatas por "ustachas fascistas" y a los serbios por "traidores" a su causa. De la comunidad internacional, que supon¨ªan protectora de esta sociedad abierta y tolerante, ya nadie habla en Sarajevo sino con una mueca de amargura y no poco desprecio.
Desde las posiciones de monta?a que rodean la ciudad -algunas, como la carretera estrat¨¦gica que une el cuartel de Luica vica con el centro de mando de Karadzic en Pale, preparadas con sospechosa previsi¨®n desde hace varios a?os-, con la aplastante superioridad que les da a los hombres de Karadzic el armamento que han recibido del antiguo Ej¨¦rcito federal yugoslavo, y el apoyo log¨ªstico y operati vo de Serbia, los irregulares han procedido a la demolici¨®n gra dual pero imparable de una co munidad que era prueba de que las razas y religiones pueden convivir pac¨ªficamente.
Las tumbas de este a?o de terror est¨¢n frescas. Las bombas los francotiradores apostados en los barrios altos, el hambre y la desesperaci¨®n han llenado los cementerios, que por falta de espacio se han adue?ado ya de parques, jardines y campos deportivos. Los cascos azules de la ONU, recibidos ingenuamente en mayo y junio como la prueba de que la comunidad internacional no tolerar¨ªa la destrucci¨®n y la matanza basada en criterios ¨¦tnicos, constituyen hoy a ojos de los residentes-resistentes de Sarajevo un mero recurso de Occidente para mantener tranquila su conciencia.
Y sin embargo, Sarajevo puede sentirse afortunada. De otras ciudades de Bosnia m¨¢s pequenas, menos accesibles, han llegado a lo largo del a?o noticias terribles. En Visegrad, fuerzas de la guerrilla serbia mandadas por Arkan (buscado por la Interpol como delincuente internacional),y hoy parlamentario en Belgrado, se dedicaron durante semanas a ejecutar de un tiro en la cabeza o un tajo en la garganta a centenares de musulmanes que arrojaban despu¨¦s al r¨ªo Drina. En Foca, en Bijelina, en Brcko o en Sariski Most crecer¨¢ esta primavera la yerba y la maleza sobre las fosas comunes que esconden decenas, centenares, tal vez miles de personas, asesinadas por militantes de todos los bandos, a las que quiz¨¢s no se encuentre nunca.
Ha habido conferencias de paz en Londres, Ginebra y Nueva York, treguas, decretos de alto el fuego y acuerdos que los mediadores internacionales y los comandantes de las tropas de las Naciones Unidas siempre presentaron a la opini¨®n p¨²blica intemacional como un ¨¦xito y el principio del fin de la guerra. Rebajada as¨ª la presi¨®n en favor de medidas m¨¢s expeditivas para poner fin a la acci¨®n de los artilleros de Karadzic all¨¢ en los montes, las bater¨ªas de las milicias de los serbios de Bosnia han podido seguir dedic¨¢ndose al bombardeo cotidiano e indiscriminado de objetivos civiles.
O¨ªdos benevolentes
Toda la evidencia de que el asedio a Sarajevo es el asalto a la idea misma de la convivencia ciudadana para imponer por la fuerza de las armas el triunfo de los principios ¨¦tnicos no ha impedido a Occidente tener en cuenta los argumentos de Karadzic. Especial indignaci¨®n han causado entre los ciudadanos de Sarajevo los reiterados intentos de voces internacionales de equiparar como "agresiones" las acciones de quienes bombardean ciudades con los esfuerzos de una mal armada milicia ciudadana por romper el cerco a la capital y dar de comer a sus familias.
Para una mayor¨ªa de los ciudadanos de Sarajevo, el sue?o europeo ha muerto. Despu¨¦s de un a?o de pesadilla tienen que combinar la lucha por la supervivencia y contra las bombas y el hambre con la b¨²squeda de una nueva identidad que permita vivir a los que lo consigan all¨¢ donde el destino los arrastre en esta guerra a¨²n lejos de su fin.
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