Pero... ?existi¨® alguna vez KIO?
EL ANUNCIO del cierre de la papelera Eppic, la antigua Inpacsa, supone el inicio de la ¨²ltima fase de la aventura de KIO en Espa?a, cuyo final dif¨ªcilmente puede ser otro que la liquidaci¨®n de la gran mayor¨ªa de las empresas del grupo. Lamentablemente, ya no se trata de alertar sobre el futuro de las sociedades o de los miles de empleos que est¨¢n en peligro, sino de asistir a la destrucci¨®n de ambos.Este acontecimiento coincide en el tiempo con la presentaci¨®n en Londres de una nueva querella de KIO, contra los antiguos gestores de sus negocios en Espa?a (Javier de la Rosa, Fouad Jaffer y Fahd al Sabah) tras ser rechazada por los tribunales espa?oles, que no encontraron motivo -el C¨®digo Penal espa?ol no tipifica como delito la administraci¨®n fraudulenta- para enjuiciar la que, presumiblemente, ser¨¢ una de las estafas financieras mayores de la historia de Espa?a: evaporaci¨®n dem¨¢s de 500.000 millones (le pesetas y p¨¦rdida de 100.000 empleos.
En pocos meses, lo que queda del antiguo Grupo Torras -el holding de las inversiones de KIO- puede estar desguazado en buena parte, y cuando el pa¨ªs vuelva a recuperar su pulso normal, podr¨ªa ser un recuerdo. A estas alturas, las discusiones sobre si las inversiones fueron p¨²blicas o privadas para establecer la responsabilidad del Gobierno, o si se efectuaron mayores o menores irregularidades en la Bolsa, con ser importantes, son secundarias. Lo cierto es que el Gobierno, quiz¨¢ por una err¨®nea aplicaci¨®n del principio de no intervenci¨®n en un negocio privado, ha presenciado los actos de una tragedia prevista con muy escasa capacidad de reacci¨®n ante una gesti¨®n oscura y, desde luego, absolutamente ineficiente. Y el Partido Popular, que utiliz¨® KIO como arma arrojadiza hasta que se convocaron las elecciones, ha cesado en su inter¨¦s ante las expectativas de triunfo en los comicios legislativos.
Sorprendentemente, es posible que en estos momentos s¨®lo quepa confiar en la eficacia de los tribunales brit¨¢nicos para esclarecer la gravedad de las irregularidades financieras y castigar a sus responsables. De no ser as¨ª, la huella que dejar¨ªa en la sociedad la impunidad de estas conductas ser¨ªa tan negativa o m¨¢s que los da?os econ¨®micos y sociales causados.
La cada vez m¨¢s extendida sensaci¨®n de impunidad por tama?o pillaje se agrava ante la falta de informaci¨®n sobre el Grupo KIO y sus responsables. Todos los altos funcionarios del grupo han desaparecido. La gesti¨®n de la matriz Grupo Torras se ha encomendado a un ejecutivo de segunda fila, Salah al Maousherji, con la ¨²nica misi¨®n de evitar cualquier nueva aportaci¨®n de capital kuwait¨ª. En el sector papelero, Torras Papel y Sarri¨® Papel afrontan una reconversi¨®n sin disponer de margen de maniobra por la falta de recursos financieros y el abandono de los propietarios. En Ercros no hay m¨¢s opciones que vender o liquidar, y as¨ª poder cubrir parte de los compromisos del fondo de pensiones de los empleados. En el sector inmobiliario, la ¨²nica salida para Prima Inmobiliaria -que ha dejado empantanada la madrile?a plaza de Castilla con dos torres inacabadas- es que sea rescatada por sus acreedores...
Todo ello enmara?ado por numerosos procesos de suspensiones de pagos de las principales sociedades del grupo que aparecen con intereses cruzados, ya sean como acreedores o como deudores, permite pronosticar un final inmerecido para quienes conf¨ªan y cumplen con las reglas del sistema democr¨¢tico.
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