El Arcipreste de Hita no lo entender¨ªa
Una familia lleva 53 a?os peleando por la devoluci¨®n de unas tierras ocupadas ilegalmente
De los siete hermanos s¨®lo quedan tres: Andr¨¦s, Enrique y Dolores. La madre y los dem¨¢s no viven para creer lo que pas¨®. Hasta el primer cuarto de siglo, la familia Medrano S¨¢nchez viv¨ªa en Hita, un pueblo alcarre?o de estampa medieval que ha pasado a la historia por dar su apellido al autor del Libro de buen amor. Al morir el padre, la supervivencia de la prole se hizo dif¨ªcil y se vieron forzados a emigrar a Madrid; la tierra no daba para comer.
En esto lleg¨® la guerra. Y la mala suerte para Hita. Los obuses de uno y otro bando hicieron blanco del pueblo, ubicado en pleno frente de batalla. Casas, caba?as, almacenes, fueron pasto de la destrucci¨®n. Hita, como otros pueblos en similar condici¨®n, fue adoptado por la Direcci¨®n General de Regiones Devastadas, una instituci¨®n creada en la posguerra para reconstruir los territorios arrasados por la barbarie.
Sin mediar comunicaci¨®n ni expediente expropiatorio alguno, Regiones Devastadas instal¨® sus dependencias y una vivienda en unas eras de los Medrano, entonces casi unos adolescentes. Durante el asedio de Madrid hab¨ªan sido evacuados a Isabela, una poblaci¨®n sumergida hoy bajo las aguas de los pantanos de Entrepe?as y Buend¨ªa. Pero en cuanto se dio por cumplida la tarea de Regiones Devastadas ya hab¨ªan adquirido raz¨®n para seguir la pista a las propiedades que todav¨ªa les quedaban en el pueblo.
Libre de cargas
"Lo m¨¢s l¨®gico es que al terminar la reconstrucci¨®n de Hita demolieran el edificio de Regiones Devastadas y nos lo entregaran en su estado original. Al no hacerlo as¨ª, el 12 de abril de 1952 fuimos al Ministerio de la Vivienda de entonces e hicimos la petici¨®n de quedarnos con la casa, aunque tuvi¨¦ramos que pagarla". Habla Enrique Medrano, el peque?o de los supervivientes, actor c¨®mico de profesi¨®n. Su hermano Andr¨¦s y su cu?ado Diego le acompa?an y asienten.A instancias de los Medrano, el ministerio orden¨® incoar un expediente que resolvi¨® el 9 de octubre de 1953 en sentido favorable a los demandantes. Hab¨ªa que devolver a sus leg¨ªtimos propietarios los terrenos ocupados, incluyendo los edificios, que valoraba en 50.000 pesetas.
"Nosotros no ten¨ªamos ese dinero. En aquella ¨¦poca era muy dif¨ªcil reunir esa cantidad, as¨ª que propusimos en 1955 abonarlo en plazos de 2.400 pesetas anuales en 19 a?os y 5 meses". La respuesta de la Administraci¨®n llego dos a?os despu¨¦s, el 3 de diciembre de 1957. No acced¨ªa a la solicitud del pago aplazado.
"A partir de esta negativa, iniciamos una lucha terrible que nos ha costado Dios sabe cu¨¢nto. Viajes a Guadalajara, a Toledo, al Ministerio de Obras P¨²blicas..., vagando de un despacho a otro. En una ocasi¨®n", dice Enrique, "una chica joven lleg¨® a decirme: 'A m¨ª no me hable de Regiones Devastadas. Eso ya ha pasado a la historia'. 'Oiga usted', le dije, 'ser¨¢ pasada para usted, no para m¨ª".
El expediente comenz¨® a vagar de un archivo a otro con tanta parsimonia como para que diera tiempo a que les crecieran canas a los Medrano y hasta a morirse a m¨¢s de uno sin verlo resuelto. Pero los supervivientes no se desanimaron. "Quer¨ªamos hacemos una casa en el pueblo para tener un sitio donde ir en el verano", dice Enrique. Al crearse la figura del Defensor del Pueblo, fueron los primeros en acudir a ¨¦l. Las primeras gestiones de Joaqu¨ªn Ruiz Jim¨¦nez les desvel¨® algo sorprendente: Juli¨¢n San Miguel Dorado, un vecino que habitaba la vivienda en litigio, alegaba ser su propietario, seg¨²n revelaba un recibo de compraventa al Estado por 16.000 pesetas fechado el 19 de julio de 1963.
El Defensor del Pueblo desempolv¨® el expediente y A punto estuvo de resolverlo, tras dictar la Comisi¨®n Liquidadora de Regiones Devastadas una resoluci¨®n en marzo de 1986 por la que se ordenaba devolver las propiedades incautadas previo pago de 46.354 pesetas.
"Nos negamos a aceptarla. El ministerio intent¨® enga?amos. ?Se creen que somos tontos o qu¨¦? ?C¨®mo ¨ªbamos a aceptar una casa con un se?or dentro que dice ser su propietario? Mientras el documento no diga que la casa est¨¢ libre de cargas, nosotros no firmarnos", dicen al alim¨®n los Medrano.
San Miguel no se va de la casa; ha perdido todos los recursos que hubieran amparado su propiedad (el ¨²ltimo fue desestimado en septiembre de 1992). Los Medrano esperan. Y Margarita Retuerto, defensora del pueblo en funciones, tambi¨¦n espera a ver si el actual MOPT resuelve el litigio de la era de Hita que su famoso arcipreste dif¨ªcilmente entender¨ªa.
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