La embriaguez de la mirada
La exposici¨®n antol¨®gica de Joan Mir¨¦ que puede verse desde hoy en Montju?c, en los espacios creados por Josep Llu¨ªs Sert, es la m¨¢s maravillosa y espectacular exhibici¨®n de artes pl¨¢sticas realizada en Barcelona en los ¨²ltimos a?os. M¨¢s que una afortunada sucesi¨®n de cuadros famosos o prestigiosos, la acumulaci¨®n de im¨¢genes que se nos ofrece es una celebraci¨®n de la modernidad pl¨¢stica y de la eternidad del genio pict¨®rico, una secuencia casi inabarcable que suscita la embriaguez de la mirada, el gozoso agotamiento del espectador, que vuelve sus ojos una y otra vez hacia unas im¨¢genes que constantemente proporcionan motivos para el embeleso.El lenguaje de Mir¨®, el hombre que a juicio de Jacques Dupin "abri¨® el futuro del arte" se despliega en esta exposici¨®n en todo su esplendor. Desde la delicada caligraf¨ªa y sutileza po¨¦tica y crom¨¢tica de sus obras de juventud en Tarragona hasta la contundencia inimitable de sus ¨²ltimos a?os, pasando por las intensas rupturas y recreaciones de sus a?os de apogeo, Mir¨¦ se revela como un l¨²cido, apasionado y meticuloso inventor de espacios y signos.
Nunca como en esta exposici¨®n puede descartarse la falacia de considerar a Mir¨® como una especie de ni?o privilegiado que pintaba como resultado del azar y la simplicidad. La riqu¨ªsima colecci¨®n de bocetos y dibujos preparatorios de la Fundaci¨®n Mir¨®, unida a las obras definitivas procedentes de todo el mundo, demuestra que el artista era m¨¢s bien un paciente cultivador de im¨¢genes, capaz de dejar pasar decenios entre la inspiraci¨®n -el choque, como ¨¦l llamaba a ese impacto sensorial y emotivo- y la plasmaci¨®n definitiva de una obra.
En sus a?os de rebeld¨ªa vanguardista, Mir¨¦ quiso "asesinar la pintura". Era sin duda un crimen pasional, el deseo violento y pasajero de un enamorado. La realidad de su obra a trav¨¦s del tiempo, la cualidad a veces interestelar y a veces evocadora del universo subat¨®mico de sus espacios, la intens¨ªsima vibraci¨®n humana de sus signos, demuestran que el artista jam¨¢s lleg¨® a consumar la eliminaci¨®n de lo que m¨¢s amaba. El presunto asesino de la pintura en el siglo XX es, posiblemente, quien m¨¢s ha hecho por la continuidad del arte en el siglo XXI.
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